Oviedo, Pilar RUBIERA

Javier Barón Thaidigsmann, conservador jefe de pintura del siglo XIX del Museo del Prado, es el comisario de la exposición "El Greco y la pintura moderna", que se exhibe en la pinacoteca nacional y en la que se muestra la gran influencia que la obra de Domenikos Theotokopoulos (Candía, Grecia, 1541-Toledo, 1614) tuvo en la pintura de los siglos XIX y XX. A través del eje Manet-Cézanne-Picasso-Pollock, apoyada en 26 cuadros del Greco y en 80 de otros creadores, la exposición, una de las tres que se organizan en España con motivo de los 400 años de la muerte del pintor cretense, es una ocasión única para comprobar su poderoso influjo en las vanguardias y su condición de pintor moderno. Además de los artistas ya citados, puede verse el diálogo de la obra del Greco con otros como Kokoschka, Beckmann, Orozco, Matta, Pollock, Bacon, Giacometti y Saura, entre otros.

La exposición, que podrá visitarse hasta el próximo 5 de octubre, es una ocasión única para ver a las vanguardias en el Prado. Javier Barón, asturiano, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo hasta su incorporación al museo y miembro del patronato del Museo de Bellas Artes de Asturias, asegura que "las propias obras del Greco se perciben de otro modo, entre las de los pintores modernos a los que influyeron. Se trata de grandes obras maestras que, como el "Laocoonte", ejercen una influencia diferente sobre cada generación, una fascinación inagotable".

-La exposición trata de mostrar la influencia que el Greco tuvo en la pintura moderna. ¿Hasta qué punto esa modernidad marca las vanguardias?

-Totalmente. Por citar dos ejemplos clave para las dos grandes vanguardias de ese periodo, "La visión de San Juan", obra maestra del Greco final que vio Picasso en París, fue decisiva en la elaboración de "Las señoritas de Avignon", cuadro fundacional del cubismo. El "Laocoonte", que estuvo expuesto en Múnich en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, fue la obra de referencia para muchos artistas del expresionismo centroeuropeo.

-"El griego de Toledo", la exposición que se exhibió en la ciudad en la que vivió y murió; la que se muestra ahora en el Prado y la que se inaugurará en septiembre sobre los apostolados y otras obras del taller dan una visión total de un artista de enorme calidad, un hombre culto, de personalidad cosmopolita y con una gran formación. ¿Qué tópicos se caen sobre el pintor?, ¿qué queda por descubrir de su obra?

-Las investigaciones de los historiadores desmontaron hace tiempo las falsas ideas concebidas acerca del Greco. El gran público pudo ver en la exposición de Toledo la calidad del artista y en el Prado la amplitud y profundidad de su influencia sobre el arte moderno, en lo que es un caso único en la historia del arte. Buena parte de lo que queda por descubrir del artista es, justamente, lo más importante: establecer qué obras corresponden a su mano y definir la participación de su taller. A ello se dedicará precisamente la exposición que ha preparado mi compañera en el Prado Leticia Ruiz, que será muy relevante para la terminación del catálogo razonado del Greco, iniciado por José Álvarez Lopera.

-¿Qué es lo que sorprende a Manet del Greco en aquel viaje al Prado de finales del XIX?

-A Manet le interesa el uso de los tonos blancos, grises y negros, y la frescura de su colorido, así como el tipo de retrato que está en la base también de los de Velázquez, que a su vez influyen al propio Manet.

-¿Y a Cézanne?

-Para Cézanne fue importante la plasticidad de las figuras del Greco, la valoración de sus líneas de contorno, el sentido estructural de sus composiciones y el sentido de "non finito" que puede verse en ciertas obras del Greco y es esencial en Cézanne.

-¿Cómo prosigue su influencia entre los expresionistas centroeuropeos y surrealistas?

-Los expresionistas alemanes vieron en sus figuras muy estilizadas, en su tensión expresiva y en la luz irreal de sus composiciones una inspiración potentísima para su concepción de la pintura como visión interior.

-Picasso estudió a fondo la obra del pintor griego y lo hizo en varias épocas de su vida.

-Fue justamente el maestro antiguo que con mayor profundidad y continuidad, a lo largo de su amplia trayectoria, le interesó. En su periodo modernista, en 1899, obsesionado ya por el artista, se identificaba con él y escribía en sus dibujos más íntimos "Yo, el Greco". En esa época le influyeron sobre todo los retratos. En el "periodo azul" la asimilación de su pintura se hizo más profunda y creativa; así, en "Evocación. Entierro de Casagemas", le influyeron dos obras capitales, "El entierro del señor de Orgaz" y la "Alegoría de la Liga Santa". En el periodo de Gósol, "San Martín y el mendigo" fue relevante para el artista. Después, las referencias al Greco están sobre todo en los retratos, deformados mediante el procedimiento cubista interpretado de modo muy expresivo, como ocurre por ejemplo en el de su secretario, Sabartés. Al final de su vida, volvió a "El caballero de la mano en el pecho" en algunos de sus "Mosqueteros", entre los que sobresale el del Museo de Bellas Artes de Asturias.

-¿Puede decirse que la influencia del Greco en los artistas europeos es similar a la que ejerce sobre los españoles que trabajan en su país?

-Los artistas españoles conocieron y apreciaron al Greco a lo largo del siglo XIX. A partir de su última década, para Regoyos, Rusiñol, Zuloaga y Picasso, fue un artista especialmente sugestivo, en el ámbito de la pintura que va del simbolismo al cubismo. La gran influencia internacional ocurre en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial. Por entonces, en los países germánicos el Greco fue una inspiración decisiva en la pintura expresionista.

-La exposición muestra 26 obras del Greco y unas 80 de otros artistas. ¿Ha sido difícil obtener los préstamos?

-Hay obras cuyo préstamo fue especialmente complicado dada su significación y calidad. Son claves "La visión de San Juan" y el "Laocoonte".

-¿Cómo conviven en las paredes del Prado las pinturas de hace cuatro siglos con las contemporáneas?

-En todas las exposiciones, pero especialmente en una de esta clase, es muy importante el modo de presentar las obras. Las pinturas del Greco aparecen presidiendo los diferentes espacios de la exposición y señalan también los ejes principales; en torno de ellas se disponen las de los artistas modernos. La distancia espacial entre unas y otras es una especie de eco de la distancia cronológica y estilística. En los casos de copias o inspiraciones directas se han acercado las obras modernas a las antiguas, de modo que pueden compararse con mayor facilidad.

-¿En qué momento le llega el gran reconocimiento internacional al Greco?

-Hay varios momentos, pero el más importante y fértil es el que va entre 1907 y 1914, es decir, el periodo en que desarrollan su arte los fundadores de las vanguardias cubistas y expresionistas.

-¿Qué ha sido lo más atractivo de reunir tanta obra maestra de artistas tan diferentes?

-Percibir con toda claridad cómo la historia de la pintura es una evolución permanente que fluye incorporando novedades de modo paulatino. Hace tiempo se consideraba, de un modo algo elemental, que la radicalidad de las vanguardias llevaba a una ruptura total del arte del siglo XX con todo el arte del pasado. La recepción del Greco y de otros artistas por la pintura moderna no impide su radicalidad, pero proporciona otras claves para interpretarla. Además se hacen visibles las influencias superpuestas: a Pollock no sólo le influye el Greco, cuyas obras copia, sino también Picasso y Orozco, influidos a su vez por el Greco, lo que no impide que su pintura sea de gran valía y originalidad.

-¿Puede decirse que las obras maestras ejercen una influencia diferente sobre cada generación?

-Sin duda, y una fascinación inagotable. Hace dos años en Düsseldorf se realizó una exposición basada en la influencia del Greco sobre el arte germánico. Antes, se hizo otra sobre la inspiración en el Greco del modernismo catalán. En esta del Prado se muestra un ámbito mucho más amplio, que abarca poco más de un siglo, donde está presente la fundación de la pintura moderna, y en la que se ven además diferentes ámbitos de influencia con el mayor equilibrio posible en relación a su importancia. Algunos artistas y compañeros con los que he visto la exposición han comentado que las propias obras del Greco se perciben de otro modo así dispuestas entre las de los pintores modernos a los que influyeron. Se trata de grandes obras maestras que ejercen una influencia diferente sobre cada generación, una fascinación inagotable.