La concesión de la Medalla Fields -el Nobel de las Matemáticas- por vez primera en la historia a una mujer, la iraní Maryam Mirzakhani, es una noticia con muchas ramificaciones y de hondo calado. En materia de ciencia e investigación, la Fields era el único galardón internacional de altura que estaba vedado a las mujeres. Tres matemáticos asturianos, Consuelo Martín y Santos González, de la Universidad de Oviedo, y Juan Luis Vázquez, de la Autónoma de Madrid, fueron testigos directos en Seúl, donde se celebra estos días el Congreso Mundial de Matemáticas, de la inmensa ovación que recibió Mirzakhani, de 37 años, al recibir el premio.

Se cruzaba una frontera. En el cuerpo menudo y la mirada tímida de Maryam Mirzakhani se esconden nombres propios femeninos, en muchas ocasiones injustamente tratados. En especial el de la alemana de origen judío Emmy Noether (1882-1935). "Noether ha sido de lejos el genio matemático más significativo producido desde que comenzó la educación superior de las mujeres", dijo de ella Albert Einstein. Fue una mujer en un reino de hombres, que trabajó en condiciones muy modestas de salario por su condición femenina en la Universidad alemana de Gotinga, uno de los centros neurálgicos del saber en el mundo, antes de que Adolf Hitler y sus secuaces lo dilapidaran. Noether acabó emigrando a los Estados Unidos y dando clase en el Bryn Mawr College y en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Emmy Noether y Maryam Mirzakhani tienen en cierto modo historias parecidas, que no paralelas. Ambas son genios matemáticos y ambas tuvieron que marcharse de sus países. La primera, por imperativo político (casi pura supervivencia), y la segunda, porque los investigadores de primerísimo nivel tienen que trabajar en escenarios acordes. Estados Unidos lo es; Irán, no. Procedían de dos países distintos, pero recalaron finalmente en el mismo.

"Lo que interesa de Maryam Mirzakhani -dice el matemático Juan Luis Vázquez, una de las grandes referencias de esta disciplina en España- es que trabajó, se desarrolló y triunfa en la bahía de San Francisco, muy cerquita de donde vivía Steve Jobs. Y no es coincidencia". Sobre su nacionalidad iraní, Vázquez recuerda "la gran cultura persa desde la época de Darío y Artajerjes. Así que poso histórico hay".

Las cuatro medallas Fields del Congreso Mundial 2014 sirven para explicar por dónde va el mundo de la ciencia. Una iraní en Stanford (EE UU); un canadiense de origen indio, en Princeton (EE UU); un austriaco, en el Reino Unido, y un brasileño, en Francia. Por si alguien no lo sabe, Francia es una primera potencia mundial en Matemáticas. Francia, Estados Unidos y el Reino Unido. Ahí están los tres grandes contenedores científicos. "Son los países que acogen el talento y lo promocionan, independientemente de dónde proceda ese talento", explica el catedrático de Álgebra de la Universidad de Oviedo, Santos González, presente estos días en el Congreso Mundial en Seúl.

"Lo que hay que hacer es potenciar ese talento y ponerlo al servicio de la humanidad. Los investigadores se van a donde aprecian sus capacidades y su trabajo", dice Juan Luis Vázquez. ¿Es que no hay talento en países como España? Vázquez asegura que "existe a raudales", pero que o busca dónde desarrollarse "o se muere o malvive".

A los Estados Unidos se fue nuestro Severo Ochoa. Su trabajo al otro lado del Atlántico le permitió lograr el Nobel. Muchos años antes Ramón y Cajal lo ganó desde España, pero eran otros tiempos (1906). "El Congreso Mundial de Matemáticas de Seúl es una muestra de que el mundo de la ciencia hoy es un mundo global, como lo es el fútbol. La escala es el planeta, el idioma es el inglés, el útil necesario es el talento con los números, y los grandes países hacen esfuerzos por quedar bien en esta prueba del algodón cada cuatro años. El desarrollo tecnológico depende mucho de que los matemáticos lo hagan bien en su terreno", asegura el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid. Vázquez fue conferenciante plenario en el Congreso Mundial de Matemáticas del año 2006 que se celebró en Madrid.

Maryam Mirzakhani es una geómetra-algebrista "excepcional", dice Santos González. "Su trabajo es espectacular", apostilla Juan Luis Vázquez, "fruto de un esfuerzo continuado" a pesar de su juventud. Con sus Matemáticas consiguió lo que los políticos no consiguen, acercar su país de nacimiento a su país de destino. El presidente iraní, Hasan Rohani, firmaba horas después a la concesión del premio en su cuenta de Twitter este mensaje: "Los iraníes pueden estar orgullosos porque la primera mujer que ganó la Medalla Fields es su compatriota. Elogiamos sus esfuerzos científicos en consideración de toda la nación". La noticia estaba en las ilustraciones. Rohani incluyó dos fotografías de Maryam, una con velo y otra sin él. Toda una concesión a Occidente.

¿Y España? ¿Cuándo tendrá España un Medalla Fields? En principio, la cosa va para largo. Conseguir una Fields es como conseguir un Nobel, y tampoco hay colas españolas de candidatos a estos galardones. Ni un solo premio Nobel trabaja actualmente en España, ni en el mundo de la empresa ni en el la Universidad o la investigación. La Facultad de Ciencias de la Universidad de Oviedo mantiene una colaboración habitual con el Medalla Fields ruso Efim Zelmanov, doctor honoris causa en la institución asturiana. Es un ejemplo, repetido no demasiado en la Universidad española, de unión de fuerzas investigadoras con personajes de primera división, pero una cosa es colaborar y otra estar en nómina. En este mundo de ciencia global, que dice Juan Luis Vázquez, España sigue en fuera de juego.