Hijo de dos maestros republicanos, Orlando Pelayo (Gijón, 1920-Oviedo 1990) fue un niño feliz en la biblioteca gijonesa de su padre, cuyas lecturas marcarían al artista y forjarían una personalidad de "formación amplia y espíritu inquieto y curioso". Tanto que dudó entre dedicarse a la literatura o a la pintura, pero el exilio, primero en Orán y luego en París, ciudad a la que llegó en 1947, "fue definitorio en la orientación de su creatividad". Javier Barón Thaidigsmann, historiador, jefe de conservación de Pintura del siglo XIX del Museo del Prado y miembro de número del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), clausuró ayer el curso en el Instituto con una conferencia titulada "La personalidad artística de Orlando Pelayo".

Buen conocedor del personaje y de su obra -Barón preparó en 1996 la exposición "Cartografías de la ausencia", que se exhibió en Gijón-, el historiador dibujó a una "figura compleja, una persona culta y generosa, como lo demuestra la donación que hizo al Museo de Bellas Artes, con fama de difícil, y profundamente español pese a haber vivido la mayor parte de su vida fuera de España", según declaró a LA NUEVA ESPAÑA.

Pintor y grabador, Barón destacó de su obra la serie ya citada "Cartografías de la ausencia", paisajes casi abstractos, imaginados entre 1959 y 1962, a partir del recuerdo de sus vivencias infantiles en Alcalá de Júcar y Asturias; y los "Retratos apócrifos", una galería de personajes españoles que vienen de la literatura y la pintura, que remiten a la pintura de el Greco, Velázquez y Goya.

"Se indignaba con facilidad ante los que consideraba vicios españoles como la ignorancia, la prepotencia y el desprecio al conocimiento y su cara se iluminaba cuando en la conversación salían los nombres de Camus, de Guillevic, el Prado, el paisaje de Alcalá del Júcar, el mar, la luz y la gastronomía de su tierra", indica Barón.

Consejo General

Por otra parte, el Consejo General del RIDEA aprobó el nombramiento como miembro de honor al empresario Francisco Rodríguez García, fundador de Reny Picot, así como la incorporación de seis nuevos miembros correspondientes y el plan de trabajo para el próximo curso, en el que destaca una sesión de homenaje al historiador medievalista Eloy Benito Ruano.