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La muestra del Chao, ensombrecida por la ausencia de piezas clave

La muestra sobre la domus del castro de Grandas en el Arqueológico no cuenta con elementos notables por causas políticas

Pendiente decorado.

Oviedo, M. S. MARQUÉS

Aunque muchos de los visitantes que se acerquen al Museo Arqueológico durante este verano no aprecien que la exposición que recrea la vida en una "civitas" romana del occidente de Asturias está incompleta, ésa y no otra es la realidad. A pesar de notables ausencias, la muestra consigue ofrecer un recorrido del máximo interés a los interesados en conocer cómo era una gran casa romana (domus), con especial hincapié en el programa pictórico que guió su decoración y la recreación de algunas de las estancias de la casa con su propio ajuar doméstico.

Sin embargo, la que es la primera muestra sobre la vida en el siglo I en el Chao Samartín que se realiza fuera de Grandas de Salime no cuenta con piezas excepcionales, materiales que hablan por sí mismos de aquel privilegiado enclave y que no tienen sustituto en el Museo Arqueológico de Asturias, de donde procede la colección que figura en la muestra, a excepción de una pequeña pintura romana que llegó desde Navia.

En la exposición no se encuentra ningún ejemplar del conjunto solicitado al Ayuntamiento de Grandas, desde donde a pesar de los requerimientos realizados por la Consejería de Cultura se negó la colaboración con los organizadores. La negativa del regidor, Eustaquio Revilla (PSOE), priva a la exposición de elementos que hablan por sí solos de la relevancia del castro y que se han transformado a lo largo de los años en símbolo del yacimiento, convirtiéndose en parte indispensable de cualquier discurso expositivo que busque ser fiel a los hechos ocurridos durante aquellas primeras décadas que inauguraron el primer milenio.

En el repertorio ausente es figura de primer orden el vaso de paredes finas decorado con una cabeza de león, un recipiente importante por lo que representa en relación con el abastecimiento de materiales que llegan al poblado tras el asentamiento militar. Procedente de Melgar de Tera, en Zamora, los expertos lo considera una cerámica excepcional por su exclusividad, al no conservarse en todo el repertorio cerámico una pieza con una decoración como la suya. A eso se suma que fue la primera que se conoció del Chao Samartín.

Otra de las carencias importantes en la muestra es el juego de pesas metálicas, un conjunto de quince pesas de cuerpo cilíndrico y diferentes tamaños, siempre muy destacado por los arqueólogos por su significado. Se supone que estaba vinculado, más que con el comercio ordinario, con actividades relacionadas con la tasación o tributación.

No es menor el vacío que deja la ausencia del pendiente de oro con remate superior y tres colgantes que es en la actualidad emblema del castro. Se trata de una joya extraordinaria que reúne la mayor parte de las técnicas de orfebrería practicadas en la antigüedad: repujado, filigrana y soldadura, y desarrolladas con técnica impecable. Tampoco están presentes en la muestra una serie de destacadas y recuperadas pinturas. Son fragmentos que han conseguido reunirse hasta formar la figura de un personaje con túnica o la cabeza de un caballo. Toda la decoración ha sido recopilada y restaurada por Olga Gago, encargada también de la consolidación de los otros restos de pintura mural que ahora pueden verse en el Arqueológico tras ser rescatados gracias a la intervención de los técnicos de la Consejería de Cultura durante los dos últimos años.

La exposición, muy centrada en la domus, tiene también un vacío importante en lo referente a algunos materiales de construcción de la propia casa, como las tuberías cerámicas (tubuli), elementos poco habituales. Negados desde Grandas, el Chao Samartín es el único lugar de Asturias donde se ha encontrado este tipo de piezas destinadas al sistema de calefacción de los baños.

Además, los contenidos podrían haberse enriquecido con capiteles del atrio romano y otros elementos propios del ajuar o de las vajillas, lo que arrojaría luz sobre determinado tipo de hábitos y costumbres que llegan de Roma de la mano de los militares para transformar el modo de vida castreño.

En todo este proceso juegan un papel destacado las pinturas murales realizadas con exquisitos pigmentos. Los expertos consideran que sólo con haber llegado hasta hoy dan suficiente idea de calidad. Su presencia con los destellos de cultura clásica revela que la transformación está siendo protagonizada por personas de fuera o por las que ascienden al servicio de la Administración.

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