El tratamiento de la leucemia linfática crónica -en Asturias se diagnostican treinta casos al año-, uno de los tumores más frecuentes, mejorará pronto de forma notable, con el consiguiente beneficio para los pacientes, gracias a una nueva y revolucionaria investigación que tiene su núcleo fundamental en la Universidad de Oviedo, en el equipo de Carlos López Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular. El trabajo, en el que también participan el Hospital Clínic y la Universidad de Barcelona, publicado ayer en "Nature", descifra el genoma de más de quinientos pacientes con leucemia e identifica mutaciones recurrentes en regiones poco conocidas hasta ahora, lo que aporta nuevas claves sobre el desarrollo del cáncer.

Los autores secuenciaron los genomas de las células normales y tumorales de más de 500 pacientes con leucemia linfática crónica, la más frecuente en los países occidentales, con más de mil nuevos pacientes diagnosticados cada año en nuestro país. Conocer qué cambios genéticos provoca el desarrollo tumoral y cómo influye en el desarrollo de la enfermedad es un paso fundamental para mejorar el tratamiento del cáncer.

La comparación del genoma de las células tumorales con el de las células sanas del mismo paciente revela que cada célula tumoral ha acumulado unas tres mil mutaciones en su genoma. "Este estudio nos ha permitido definir 60 genes distintos cuyas mutaciones provocan el desarrollo del tumor", asegura López Otín en el texto difundido por el equipo.

El hallazgo más relevante del estudio, según afirma Xose S. Puente, de la Universidad de Oviedo y primer firmante del estudio, ha sido la identificación de mutaciones en zonas del genoma que no codifican proteínas y cuya relevancia funcional es todavía muy poco conocida. "Estas regiones representan el 98% de nuestro genoma, pero se conocen tan poco que no se suelen analizar en los pacientes", añade.

En el trabajo, que supone un hito en la investigación en nuestro país, se ha demostrado que "uno de cada cinco tumores surge por mutaciones en estas regiones oscuras del genoma, y su conocimiento es fundamental, ya que influyen en el pronóstico de la enfermedad", subraya Puente.

La parte del genoma que codifica proteínas es la que los investigadores conocen bien. Prácticamente todas las mutaciones conocidas del cáncer están en esa zona. Pero mediante el análisis de 500 genomas, los investigadores han visto que muchos de ellos tienen mutaciones en el mismo sitio y que está fuera de las regiones codificantes. "A continuación hemos hecho experimentos para demostrar que de verdad tenían un efecto y lo hemos comprobado. Y lo que hemos visto es que uno de cada cinco tumores ha surgido por mutaciones fuera de las regiones codificantes", explica .

El cáncer es una enfermedad que se produce por la acumulación de daños en el genoma de las células normales. Hace siete años se puso en marcha el mayor proyecto internacional para el estudio del genoma del cáncer (ICGC), con el objetivo de descifrar, para cada uno de los 50 tipos de tumores más frecuentes, el genoma de las células tumorales de al menos 500 pacientes. El consorcio español, encargado del estudio de la leucemia linfática crónica, ha sido el primer grupo del ICGC en completar este objetivo. Junto a Carlos López Otín y Elías Campo, del Hospital Clínic, codirectores del estudio, participan más de 60 investigadores de distintos centros que forman parte del Consorcio Español del Genoma de la Leucemia Linfática Crónica. En Asturias ha colaborado también el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

"Este trabajo proporciona un catálogo muy completo de las alteraciones genéticas más importantes que causan el desarrollo de esta leucemia", afirma Elías Campo.

"Ahora probablemente no conozcamos a nadie, pero dentro de pocos meses veremos a pacientes con este tipo de leucemia a los que se les secuencie el genoma del tumor porque, a partir de esa información, podremos ver si sus mutaciones van a ser de buen o mal pronóstico o que va a responder a determinado tratamiento. Y eso lo sabremos por los datos que hemos generado ahora", indica Xose S. Puente. Aunque son un equipo muy discreto a la hora de presentar públicamente sus avances, Xose S. Puente -López Otín se encontraba ayer de viaje- no podía evitar mostrar un sentimiento de alegría. "Poder finalizar un proyecto de esta magnitud y poder decir con bastante seguridad que el catálogo de genes cuyas mutaciones causan esta leucemia está cerrado prácticamente, lo que permite es que otros grupos o cualquier investigador, dado que esta información es pública, pueda acceder a estos datos y permitir el avance en el estudio del cáncer, que es el objetivo final, y que se traduzca en que los pacientes se puedan tratar mejor y tengamos la oportunidad de desarrollar nuevos tratamientos", señala.

El paso siguiente, según el primer firmante del estudio, es hacer modelos celulares para intentar comprender el mecanismo y, a continuación, proponer terapias que puedan funcionar. "Ahora se necesita trabajo de laboratorio, en los hospitales y que nos permitan aprovechar el potencial de toda esta información", apunta.

El futuro del tratamiento clínico irá en esta dirección. El Reino Unido secuenciará cien mil tumores en un año y medio y Estados Unidos, un millón. El dinero destinado a la investigación vuelve a ser un factor clave para continuar adelante.

"Este año se dispondrá de nuevos fármacos para el tratamiento de esta leucemia, resultado de otras investigaciones y que según estudios son muy prometedores, y probablemente aumentarán la esperanza de vida del paciente", indica.

El Consorcio Español para el Estudio del Genoma de la Leucemia Linfática Crónica ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad a través del Instituto de Salud Carlos III, y su labor se ha enmarcado dentro del Consorcio Internacional de los Genomas del Cáncer (ICGC) (www.icgc.org). Los resultados generados por este consorcio constituyen uno de los pilares en los que se va a sustentar la llamada medicina de precisión.

El análisis genómico de un tumor permitirá una mejor clasificación del paciente, así como un tratamiento basado en el tipo de mutaciones genéticas detectadas en el tumor. La introducción a finales de este año de nuevos fármacos para el tratamiento de la leucemia linfática crónica requerirá por primera vez el análisis genético, además de los análisis clínicos, situación que irá aumentando a medida que se vayan identificando mutaciones que determinen la respuesta a determinados fármacos.