¿Sabía que si deja su coche al sol puede alcanzar los 55 grados en una hora cuando la temperatura exterior está en 35? El calor convierte a los vehículos en verdaderos hornos, provocando situaciones de peligro en la carretera, especialmente en verano, cuando se registra la mayor siniestralidad.

En un verano con una ola de calor detrás de otra, en el que julio ha pasado a ser el mes más cálido de los últimos treinta años y agosto parece que va por el mismo camino, las asociaciones de ayuda en carretera alertan de los riesgos de permanecer en un vehículo que ha estado expuesto a las altas temperaturas.

Meterse en un coche resulta peligroso a partir de 40 grados -se producen mareos y, en ciertas ocasiones, se requiere de asistencia hospitalaria de emergencia-, que se alcanzan a los 42 minutos cuando fuera hay 25 grados.

Pasado este tiempo, la superficie del salpicadero puede alcanzar los 72,8 grados, una temperatura que daña la piel en cuestión de segundos, según un estudio elaborado por el Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) junto a su homólogo suizo TCS.

También la carrocería caliente es peligrosa. Tocar la superficie del coche que ha estado expuesto al sol sólo diez minutos puede provocar quemaduras.

En cuanto al color, según este análisis en el que se han utilizado dos vehículos iguales pero uno blanco y otro negro, los oscuros se calientan hasta casi 20 grados más que los claros.

Y es que después de haber expuesto al sol ambos coches durante una hora, el coche negro llegó a 80 grados y el blanco a 63.

Para no correr riesgos, las asociaciones de ayuda en carretera recomiendan el uso del parasol, que consigue que la temperatura interior del coche sea 11 grados menor que si no se utiliza.

Sin esta protección, el salpicadero, los asientos, el volante o el cambio de marchas pueden llegar a 80 grados.

El RACC aconseja abrir las puertas unos minutos para que entre aire fresco antes de viajar. De esta forma, desmonta la creencia de que dejar las ventanas un poco abiertas enfriará el coche: sólo genera una diferencia de -2 grados respecto a dejarlas cerradas.

Reducción de la atención, abotargamiento, sudoración, dolor de cabeza, cansancio y fatiga muscular son síntomas de deshidratación, que, con el calor del verano y en los desplazamientos en coche, aparecen muy pronto y son peligrosos.

Aunque el aire acondicionado parece la panacea para no asfixiarse dentro del coche, no evita la aparición de estos síntomas, sino que además puede resecar el ambiente generando sed, sequedad de garganta y fatiga, sensaciones que afectan a la atención al volante.

Por ello, el RACE y la Asociación de Bebidas Refrescantes (ANFABRA), en colaboración con la Dirección General de Tráfico (DGT), celebran este año una década de la campaña "Un refresco, tu mejor combustible", en la que recuerdan que una hidratación insuficiente puede provocar las mismas reacciones que cuando se conduce bajo los efectos del alcohol.

Así, para evitar accidentes, recuerdan las tres reglas básicas en largos desplazamientos: parar cada dos horas, realizar estiramientos e ingerir un refresco, cuyo contenido en azúcares aportará los niveles necesarios de glucosa al cerebro.

También los vehículos sufren con el calor. Las altas temperaturas provocan más averías, sobre todo en la batería, el motor y en las ruedas, debido al calentamiento elevado del asfalto.

Es por eso que es muy importante llevar el automóvil a revisión, ya que más del 80 % de las asistencias en carretera son debidas a averías causadas por falta de mantenimiento, según estimaciones de la aplicación Beyourcar.

La precaución al volante es imprescindible. El mes pasado cerró con 111 víctimas mortales de tráfico, cuatro más que en el mismo período de 2014, cuando fallecieron 107 personas en las carreteras.