Cuando uno llega a Aracataca se topa de frente con la realidad más cruda de Colombia. Motocarros y bicicletas atraviesan su asfalto irregular, vendedores ambulantes inundan sus plazas, niños ataviados con camisetas de fútbol juegan en la calle, hombres y mujeres visten ropas modestas.

En una de esas calles, tan plagadas de realidad, nació casi un siglo atrás Gabriel García Márquez, quien luego difundiría en el mundo el "realismo mágico", porque como dice el director de la Biblioteca Remedios La Bella, Ancízar Vergara, "no inventó nada: Colombia es así y Aracataca es así". Todo el mundo siente a Gabo como suyo y, aunque sólo vivió allí su infancia en la que hoy se ha convertido en Casa-Museo Gabriel García Márquez, principal atractivo turístico, buena parte de la sociedad cataquera aspira a que el Nobel de Literatura de 1982, fallecido en abril de 2014 en México, regrese al hogar.

"Para nosotros sería un gran honor porque fue el lugar donde nació y que le sirvió de insumo para inspirar la mayoría de sus obras, especialmente 'Cien años de soledad'", declara su alcalde, Tufith Hatum, en alusión a la petición efectuada a la familia de Gabo de que algunas de sus cenizas recalen en Aracataca. Recientemente, la viuda, Mercedes Barcha, y sus hijos decidieron ceder a Cartagena de Indias los restos, a lo que el regidor cataquero respondió que le producía "tristeza" que una parte no repose en su lugar natal, si bien expresó su alegría por que "permanezcan en Colombia y no salgan del país".