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Arte rupestre: la fragilidad frena el negocio

Expertos prehistoriadores destacan la necesidad de proteger las cuevas asturianas, un bien único que se podría ver dañado con la apertura masiva al público

Arte rupestre: la fragilidad frena el negocio ÁNGEL GONZÁLEZ

Los expertos coinciden en señalar la fragilidad y el valor excepcional del arte rupestre paleolítico, considerado una de las manifestaciones más destacadas y ricas del patrimonio cultural asturiano. El acuerdo es general a la hora de describirlo como un bien extraordinario tanto por su antigüedad como por tratarse de un legado artístico que se localiza en una zona reducida a la que podemos denominar Arco Atlántico.

La explotación de este patrimonio como un recurso comercial o turístico ha planteando en las últimas décadas reflexiones encontradas entre los partidarios de potenciar su conservación y los que consideran posible sacarle beneficio con la apertura de algunas de las cuevas que permanecen cerradas al público.

Asturias cuenta en la actualidad con casi medio centenar de cavidades que presentan grabados o pinturas. Todas con suficiente interés para su disfrute por la ciudadanía, pero con el inconveniente de su conservación. El problema de contaminación ambiental, que perjudica a las pinturas, y la ubicación son los factores que deciden las posibilidades de apertura al público.

Desde la Administración, Adolfo Rodríguez Asensio, director de Patrimonio en funciones, ve "suficiente la oferta actual". Cree que en muchos casos se magnifica la demanda, porque "no es cierto que haya mucha gente interesada en visitar este patrimonio si quitamos los meses de julio y agosto", asegura. La visita a las cuevas no es tan reclamada como se dice si tal como afirma durante los 8 meses que permanece abierta Tito Bustillo hay muchos días que sobran plazas. Lo mismo ocurre en la cueva de El Pindal, Ribadedeva.

Junto a estas dos se encuentran abiertas al público El Buxu, en Cangas de Onís, y La Peña, en Candamo. Este verano también se pueden visitar las de La Lluera (Oviedo), el abrigo de Santo Adriano y El Conde (Santo Adriano). Asensio aprueba la apertura de estas tres últimas porque las representaciones artísticas que contienen son grabados sin problemas de conservación. No ocurre lo mismo con la mayoría de las que permanecen cerradas, que en muchos casos tienen dificultades de conservación o cuentan con accesos difíciles. Es el caso de Llonín, en Peñamellera Alta, cuyo municipio mostró interés por darla a conocer al público, pero no contó con el beneplácito de la Administración, contraria a su apertura al menos por dos razones: "Dificultad del acceso y conservación compleja".

No es de la misma opinión Mario Menéndez, profesor de Prehistoria de la UNED y director de las excavaciones de El Buxu, que se proclama partidario de utilizar las cuevas como motor de desarrollo rural siempre que se cuide su conservación. En este sentido, considera que Llonín "se podría abrir sin peligro" dada la gran sala donde se encuentra el panel con grabados y pinturas. A su juicio, "Llonín es una caverna de extraordinario interés, con pinturas rojas y grabados, y con un volumen de aire suficiente para soportar cualquier visita si se acondiciona la bajada".

Partidario ante todo de cuidar y proteger el patrimonio se muestra Rodrigo Balbín, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y principal investigador de la cueva de Tito Bustillo. "Creo que lo más importante es la conservación, el cuidado y el estudio, y después de eso la divulgación". Balbín no abriría muchas más cuevas de las que lo están en estos momentos porque "una exposición inadecuada se carga el ambiente natural y con ello las pinturas". Insiste en que lo importante es estudiar lo que no se puede abrir para darlo a conocer y divulgarlo.

De "patrimonio frágil" califica Carmen Fernández Ochoa el arte rupestre asturiano. Catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, y durante años responsable de las excavaciones de Gijón, subraya que se trata de un valor artístico alejado de sus investigaciones arqueológicas, pero subraya que estamos ante "el bien más frágil que tenemos", lo que debe llevar a meditar mucho y estar muy seguros antes de poner en riego un valor cultural de miles de años". El criterio a seguir que defiende puede estar en la alternancia o en "abrir únicamente las cuevas que no sufran con la presencia humana".

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