La milenaria Lund es conocida como la "ciudad de las ideas" por la relevancia de su universidad, por un prestigioso parque científico especializado en nuevas tecnologías y quien sabe si, también, por ser la cuna de inventos como el tetrabrik. En la provincia sueca de Escania, al sur del país y a tiro de piedra de Malmo, Lund ha perdido el esplendor político y religioso de antaño, de aquel lejano tiempo en que fue sede regia y faro de la cristiandad de todos los territorios escandinavos, pero aún retiene el encanto de las pequeñas urbes nórdicas.
En el caso de Lund, ese encanto se ve acentuado por el hecho de que casi la mitad de sus algo más de cien mil habitantes son estudiantes, profesores o empleados de un complejo universitario fundado hace cuatrocientos años. Aún ocupa hoy el centro de la localidad, rodeado de zonas verdes, y sobre él gira todo lo que se mueve en la ciudad. Los vecinos sienten orgullo de que sus investigadores hayan descubierto del "unumpentio", denominación del elemento 115 de la tabla periódica, o de que estén en la vanguardia mundial en el desarrollo de tecnologías neutrónicas.
A Lund se llega fácilmente desde Copenhague. Menos de una hora ocupa el trayecto en tren, cuyo itinerario cruza el puente de Oresund entre Dinamarca y Suecia. La primera sorpresa se la lleva el viajero en la propia estación. La terminal ferroviaria combina el clasicismo con la modernidad de un llamativo proyecto del estudio Metro Arkitekter. Es una pasarela peatonal y ciclista que vuela sobre las vías en colores rojos, naranjas y amarillos y contrasta con el blanquecino gris de los largos meses del invierno sueco.
No demasiado lejos de la estación, a un paso del señorial Gran Hotel, se levanta orgullosa la catedral (Domirkan), apoyada en dos impresionantes torres de 55 metros de altitud. El templo, hecho con bloques de granito, fue consagrado bajo la advocación de San Lorenzo en 1145 y es la principal construcción románica de los países escandinavos. De su interior destaca un curiosísimo reloj astronómico, el "Horologium mirabile Lundense", fabricado a mediados del siglo XV. Suena dos veces al día, la primera justo a las doce y la segunda a las tres. Al dar la hora se escucha música de órgano, mientras aparecen seis figuras de madera que representan a los Reyes Magos y su corte ante la Virgen y el Niño Jesús. También merece la pena bajar a la cripta, que apenas ha sufrido modificaciones desde el siglo XII. En una de sus columnas está esculpido el legendario "gigante" Finn. Cuenta la tradición local que construyó la catedral con sus propias manos.
Detrás del templo, junto al vetusto palacio episcopal, se esconde un pequeño y original monumento que suele pasar desapercibido a los visitantes. Se trata de una placa en el suelo con la inscripción "Intigheten", que en sueco quiere decir "Nada".
La Universidad de Lund fue fundada en 1666, poco después de que la ciudad, hasta entonces parte del reino danés, pasará a Suecia en virtud del Tratado de Roskilde. Hoy cuenta con siete facultades y varias edificaciones de interés. El inmueble de Filosofía fue residencia oficial de los reyes de Dinamarca mientras la ciudad perteneció a ese país. Destaca su monumental escalera de caracol, compuesta por más de 120 módulos.
Cerca del complejo universitario abre sus puertas el museo de historia (Kulturen), con una treintena de edificios tradicionales suecos, en una encantadora zona plagada de calles típicas en las que abundan los rosales y algunas ruinas históricas, como las pertenecientes a la "Drotten Kyrka", la primera iglesia de la ciudad. Para terminar, nada mejor que disfrutar del buen ambiente de la plaza mayor (Stortorget) y de sus animadas terrazas degustando una sabrosa "Lunna melle", la salchicha más popular de Lund.
