Patrona de Asturias y Reina de España, según el himno que concede a la Virgen de Covadonga un trono que es a su vez la "cuna" de la nación española, la imagen de la Santina ocupa un lugar central en la fe religiosa y en el concierto espiritual de los asturianos, tanto de los que viven en el Principado como de los muchos emigrantes dispersos por el mundo. Ni los más refractarios a las prácticas católicas admiten bromas con ese icono, referencia de lo que se ha dado en llamar asturianía. Ayuntamiento de izquierdas hubo que no dudó en condenar como "persona non grata" al fallecido premio Nobel Camilo José Cela cuando el escritor afeó la galanura y porte de la Virgen.

Si la imagen primitiva sucumbió a un incendio y la actual es una talla del siglo XVI que la catedral de Oviedo donó al santuario de Covadonga en 1798, según recogen las historias más solventes, cabe poca duda de la secular constancia de la devoción popular a la Santina. Fervor y veneración que se han venido expresando a través de diversos objetos, artículos de fe y símbolos alusivos que tradicionalmente han tenido, además, la particularidad legendaria de proteger a quien los lleva de los más variados males.

El Muséu del Pueblu d'Asturies, en Gijón, acaba de inaugurar una singular exposición (estará abierta al público hasta el próximo 25 de octubre) en la que reúne una selección de esos objetos devocionales: medallas, escapularios, estampas de los siglos XIX y XX, portarrosarios, cintas, novenas, tarjetas postales y otros curiosos géneros. Son ejemplo de una producción religiosa de extendida aceptación. Desde al menos el siglo XVIII se conoce la existencia de algunas de estas medallas, aunque será a partir del XIX cuando su uso se popularice aún más, coincidiendo con la construcción de la nueva basílica del santuario. Por ejemplo, la copiosa colonia astur que emigró a Cuba hizo numerosas medallas de la Virgen de Covadonga de Matanzas. Destaca, en la notable colección del Muséu del Pueblu d'Asturies, el importante depósito de medallas y estampas de la Santina que la institución compró, en 2009, al ovetense Manuel Arregui Álvarez. Fe y seña de identidad.