La recuperación económica tira de los divorcios. O eso al menos dicen los números. Asturias se sitúa ahora, tras unos años de descensos, entre las comunidades autónomas con más rupturas matrimoniales del país. Dicen los expertos que tras las cifras está el final de la crisis. Pero no sólo la crisis retrasa la separación de una pareja rota. Una mayoría aguanta por los hijos, cuando son pequeños. De hecho, la media de años de matrimonio cuando se produce la ruptura es de 15,4. No obstante, en el 30% de los casos se ha llegado incluso a cumplir las dos décadas. Cerca de esa tasa, el 23,5%, están los divorciados que estuvieron casados entre seis y diez años, según el INE.

"No estamos en un país ni en una región donde la gente se case pensando en que algún día puede ser protagonista de un divorcio. En Asturias la mentalidad es que uno se casa para toda la vida, aunque luego la realidad sea otra". Antonio Díaz Solís es el presidente de la Asociación Española de Derecho Matrimonial y ha visto en los últimos años cómo la crisis ha influido directamente en retrasar las rupturas matrimoniales y cómo parece que ahora que la economía empieza a repuntar aumentan los divorcios. "Se están adoptando decisiones difíciles y aplazadas por falta de medios", asevera.

Asturias registró en 2014 un total de 2.607 rupturas matrimoniales. De ellas, 2.456 fueron divorcios, el 10,2% más que en 2013 y el doble que la media nacional, que aumentó el 5,6%. En 2013, tras años de dura crisis económica, el proceso fue el contrario: los divorcios se desplomaron, cayendo el 11,1%. La región registra ademas una tasa de 2,5 por 1.000 habitantes de nulidades, separaciones y divorcios, la cuarta más elevada entre todas las autonomías y por encima de la media nacional (2,3). "Una de las razones fundamentales de que se pospusieran los divorcios durante la crisis fue la vivienda. Uno de los dos cónyuges debe buscar otro lugar donde vivir, y la situación económica no era la más apropiada", explica Díaz Solís. La solución más habitual y que se ha adoptado tradicionalmente, como era la venta del domicilio familiar, tampoco funcionaba. "El mercado inmobiliario se hundió y lo que se conseguía con la transacción era muchas veces inferior a la hipoteca. Si a eso se sumaba que uno de los o los dos habían perdido el empleo, el margen que tenían esas parejas era muy reducido", añadió.

A esta situación hay que añadir el peso emocional y sentimental que suponen los hijos, sobre todo si son menores. "Hay la idea generalizada de que es mejor esperar a que sean mayores de edad porque entenderán mejor la situación y se evitan problemas como el de la custodia y otros. El ejemplo más claro es que la mayoría de los matrimonios se divorcian cuando llevan más de veinte años juntos", indica el presidente de la Asociación Española de Derecho Matrimonial, aunque cada vez se "aguanta" menos.

El 76% de los divorcios son de mutuo acuerdo, lo que permite un ahorro importante de tiempo, en un procedimiento que no suele llegar a los tres meses en la mayor parte de los casos y en el que los abogados suelen ejercer de mediadores. En el caso de los contenciosos, el proceso se suele alargar hasta un año.

En el 56,8% de los casos, la demanda la presentan ambos cónyuges. Pero si no hay acuerdo, son ellas las que llevan mayoritariamente la iniciativa: el 27,5% frente al 15,7%. A ellas tampoco les gusta la custodia compartida de los hijos.