La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Oro de Piloña con cáscara

Productores y confiteros destacan el potencial de la avellana tanto para uso gastronómico como cosmético y energético

Casandra Forcelledo y José Luis Martínez, con tartas "Piloña". LUCAS BLANCO

"Si se aprovechasen todas las propiedades de la avellana estaríamos hablando de un oro con cáscara para Piloña". Así de rotundos se muestran algunos a la hora de destacar el potencial de este fruto seco que estas semanas se encuentra en pleno periodo de recogida, cuyo interés va más allá del puramente aperitivo y alcanza otros campos como la repostería, la cosmética o la energía.

En su día Piloña exportó avellanas a destinos como el Reino Unido. Muchas eran las familias que se sacaban unos ingresos extras que permitían matar el hambre durante buena parte del año. El objetivo de aquellas ventas no era otro que la repostería, si bien aquella fuente de riqueza fue cediendo en favor de un mercado turco y catalán, mucho mejor organizados.

Sin embargo, a día de hoy el concejo conserva una seña de identidad del aprovechamiento de su fruto seco para uso repostero. Se trata de la tarta Piloña, una receta impulsada y registrada a finales de los años 60 por Ángel Calvo, de la confitería Calvo de Infiesto, que en la actualidad siguen elaborando los propietarios a los que les fue traspasado el local. Esta tarta, que debe conservarse y servirse helada, está hecha con una capa fina de galleta de almendra, yema confitada, bizcocho y trufa de avellana. Es este último ingrediente el que guarda la fórmula secreta que no se puede desvelar y pone la guinda a un producto muy laborioso. "Elaborar una tarta puede llevarte tres días por sus distintos procesos", explica José Luis Martínez, que con la ayuda de Casandra Forcelledo se encarga de satisfacer la elevada demanda de la tarta en el emblemático negocio. "La mayoría de piloñeses tienen alguna foto de cumpleaños con esta tarta", explica Forcelledo, que recuerda a los consumidores que no debe confundirse con otras imitaciones con nombres como "piloñesa" o "avellanera".

De todos modos, ambos coinciden en lamentar que debido a la escasa producción del fruto local se tenga que recurrir a la importancia de la avellana turca, cuyo precio se ha disparado. "Se está pagando muy cara y es una pena que no podamos tirar más de la nuestra", cuenta Martínez, partidario de poner en marcha una descascarilladora industrial para uso repostero.

Otro producto con grandes posibilidades es también el aceite de avellana. Durante años el vecino de Mestres Nacho Sariego lo fabrico y comercializó en mercadillos, pero actualmente está en desuso a pesar de sus propiedades. "Es muy bueno para la piel e incluso llegué a tener clientes de fuera de Asturias que lo utilizaban para dar masajes", comenta Sariego, que también señala su uso gastronómico para platos concretos. "Puede usarse en crudo para ensaladas, pero no para freír", explica este hombre que admite tomar sorbos del aceite de avellana elaborado por sí mismo con regularidad por sus propiedades antioxidantes.

Asimismo, recuerda que entre los aprovechamientos que podría tener la avellana estarían los fines energéticos, pues sostiene que la cáscara tiene un gran poder calorífico. "Cuatro kilos de cáscaras equivaldrían a un litro de gasolina", comenta además de apuntar que esta puede ser utilizada para la fabricación de pellets. "Este sería nuestro oro si lo supiésemos explotar", destaca este piloñés que también añora el tiempo en el que la vieja descascarilladora local estaba en funcionamiento.

Compartir el artículo

stats