El infatigable Paco Abril, turolense de 1947 afincado en Gijón desde niño, hace una doble apuesta por la imaginación. Acaba de publicar "Mitos de Asturias" (hay edición en castellano y en asturiano, en traducción de Armando Miranda Iglesias) en Pintar-Pintar, donde reúne textos y "collages" sobre catorce figuras de la mitología asturiana. Presentará hoy el libro en la galería gijonesa Viki Blanco (20.00 horas), donde también inaugurará exposición con la obra plástica.

-¿Cómo surge "Mitos de Asturias"?

-De mi encuentro, hace años, con el libro "Del folklore asturiano: mitos, supersticiones, costumbres", de Aurelio del Llano. Mucho después, en 2012, hablé de esos mitos en "La Oreja Verde", de LA NUEVA ESPAÑA. Y ahora, al querer una ilustración distinta, puedo decir que he entrado directamente en contacto con esos mitos.

-¿Directamente...?

-Sí, he querido ver qué repercusión tenían en mí esos mitos. De ahí ha salido esta versión, pasada por mi tamiz. Lo que decía Camus y yo cito: "Los mitos están hechos para que la imaginación los anime".

-¿Hay una revisión de esos mitos, sigue la tradición o ha optado por una mezcla?

-Hay una mezcla de ambas cosas. Sigo la definición que hizo de mitología -un conjunto de leyendas- el filólogo Antonio Ruiz de Elvira. Y leyenda es un relato incierto, pero sobre el que hay una tradición que lo presenta como si fuera verdad. He revisado los mitos, claro.

-¿Fueron primero los textos o los "collages"?

-Surgieron casi a la vez. He querido buscar una representación gráfica adecuada.

-El trasgu dice que los humanos andamos faltos de imaginación, que ni siquiera imaginamos un mundo mejor...

-Opina lo mismo que Tony Judt. Pero yo creo que el ser humano nunca ha sido tan imaginativo. La imaginación es lo que ha transformado a la Humanidad desde la Prehistoria.

-Sugiere, en su libro, que el Cuélebre es ahora banquero...

-Bueno, es una transposición lógica. El Cuélebre guardaba tesoros, así que podemos decir que esos mitos siguen viviendo, pero camuflados entre nosotros.

-Hace personificaciones de los mitos y dialoga con ellos. Sus mitos abandonan el campo y se van a las ciudades.

-He traído el mito a la ciudad porque resulta más cercano. Están aquí. Trabajo y, a veces, tengo la sensación de que tengo un trasgu cambiándome las cosas de sitio en mi mesa.

-Dice que las xanas están en vías de extinción...

-Cito también a Peter Pan: en cuanto dejamos de creer en las hadas, éstas desaparecen. Son mitos, en efecto, en trance de extinción. Digo que el Busgosu es un bosque que camina, un protector de la naturaleza.

-¿Cuál es el mito que más le ha costado representar?

-La Güestia. No quería hacer algo lúgubre o triste, sino alegre. Trazamos una diagonal en el cuadro y aparece el símbolo de esa alegría, un corcho de cava.

-Y reivindica al Pataricu como un beatífico comedor de fabadas...

-No me encajaba que el Pataricu comiese hombres. Le he hecho un gran comedor y bondadoso. Es un personaje al que le tengo cariño.

-¿Le ha quedado algún mito en el tintero?

-Están los fundamentales, pero siempre queda alguno.

-Le ha salido un libro bastante feminista, en el que reivindica, por ejemplo, la figura de las brujas...

-Sí. Cuando hablan las brujas o las sirenas hablan como mujeres, no habla un hombre por ellas.