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La Vida Buena

Vuelta gastronómica al mundo sin salir de Asturias

Los establecimientos especializados en comida extranjera, en principio orientados a inmigrantes, se afianzan entre la población autóctona y generan nuevos hábitos

Cajas de caramelos de Harry Potter. JULIÁN RUS

Dar la vuelta al mundo en un plato, sin salir de la región, comer al estilo del país de origen, sin coger un avión, o diversificar la dieta con productos de otras tierras, cada vez más presentes en las cocinas asturianas. Todo esto es posible gracias a numerosos establecimientos que importan alimentos de otros lugares, en gran medida dirigidos a los más de 48.000 inmigrantes que pueblan el Principado, pero plenamente involucrados en la dieta autóctona.

La mayoría de los extranjeros de la región viene de Sudamérica. Tiendas como la gijonesa J. N. A., regentada por el ecuatoriano Jorge Valente, ofrece maíz tostado, hierbas para infusiones de Paraguay, ají amarillo, choclo peruano (un tipo de maíz) y hasta la famosa Inca Kola, uno de los refrescos preferidos en el país andino. "Nos abastecemos en Madrid y Barcelona, y algunos alimentos son más fáciles de conseguir que otros, por ejemplo, los colombianos", señala Valente, que también vende plátano macho, ideal para freír, y yuca, que muchos asturianos ya demandan para poner con bacalao. Los ingredientes para el cebiche y la sopa conocida como "encebollado" son otras estrellas en el local, donde también hay pisco, malanga, jalapeños y borojos.

De los Estados Unidos llegan los productos que vende Taste of America, en la calle Campomanes de Oviedo, paraíso para quienes no pueden vivir sin un bote de crema de cacahuete en el frigo o harina y sirope para las tortitas del desayuno. Javier Martín y Alberto Durán dejaron Madrid y crearon su propia isla estadounidense en el centro de la capital del Principado. "Tenemos un público muy variado, desde gente que conoce el producto por familia o vacaciones hasta quien viene y te pregunta", indica Martín. Entre los clientes se cuentan desde señoras de 70 años que compran granolas hasta niños de 4, locos por los cereales de colores Froot Loops, famosos también entre muchos treintañeros que los consumen sin mesura. Las marshmallow, nubes para asar en la barbacoa o tomar al natural, un montón de salsas para pescado, sopas Campbell y hasta moldes y banderas de Estados Unido pueblan los estantes, plagados de batido de fresa y plátano, cervezas y esos caramelos de Harry Potter que saben bien y mal. "Las cajas nos duran un santiamén, son un boom total", señala el propietario. De regreso a la vieja Europa y a sus límites con Asia, Ludmila Dikina y su marido regentan en la calle Jacinto Benavente de Oviedo la tienda rusa Kashtan, donde se ofrecen toda clase de productos de Ucrania, Rumanía, Polonia, Armenia, Letonia, Moldavia, Bulgaria y Turquía. "En general, se come mucha sémola de maíz, dulces como cozonac, que es un dulce de masa fermentada con distintos rellenos, granos de amapola cocidos y molidos, con azúcar y miel y otros para mermeladas", explica Ludmila. De Ucrania llegan las salsas de raíz de rábano con remolacha, mostaza y cereales como trigo sarraceno, mijo, copos de avena enteros y trigos de distinta preparación.

De Rusia provienen los caviares de salmón, trucha y esturión, estos últimos por encargo. "En Navidad nos lo piden mucho", comenta la dueña de la tienda, que acaba de abrir una "sucursal" en Gijón. El vodka, los vinos moldavos, la bollería de los países bálticos, yogures, quesitos o arenques también forman parte de la oferta. Para encontrar comida rumana en la región merece la pena adentrarse en la tienda Transilvania, en la calle Hermanos Pidal de Oviedo, todo un clásico en la ciudad. Vende ciorba, la típica y consistente sopa nacional; sarmale (col), mititei (albóndigas) y mamaliga (la polenta carpática), entre otros productos variados.

En la calle Ignacio de Loyola, en Pumarín, Adam Zouhair Erkiouak regenta la carnicería halal (permisible, en árabe), que vende carne de animales sacrificados de acuerdo con los preceptos del Islam. Los animales se degüellan a cuchillo, con un desangrado total. "El sabor y la textura de la carne es mucho mejor que la de reses sacrificadas por aturdimiento", asegura Adam, marroquí de las cercanías de Rabat, que también prepara salchichas de cordero, ternera y pollo, y vende todo tipo de tés, cuscús, aceite de argán y productos árabes, como dátiles y aceitunas en salmuera, sin conservantes.

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