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Valadjani: "Gómez Ojea desarrolla una mística propia cuya fe es la Humanidad"

La investigadora iraní afincada en España presentó en Oviedo una tesis doctoral sobre la escritora asturiana, cuya obra "dinamita el patriarcado"

Gómez Ojea y Kobra Valadjani, ayer, en la Facultad de Filología. FERNANDO RODRÍGUEZ

Carmen Gómez Ojea, una escritora fértil, que figura en la nómina del premio "Nadal" -lo obtuvo en 1982 por "Cantiga de agüero", poco después de ganar el "Tigre Juan" por "Otras mujeres y Fabia"-, es, sin embargo, una autora inexplorada, casi secreta en ámbitos de la crítica. Ha tenido que ser una joven iraní, Kobra Valadjani, afincada en España, quien tras leer su novela "Los perros de Hécate", que define como "una obra maestra y única que me revolucionó", la haya rescatado como autora imprescindible de la memoria y de la construcción de la identidad de todas las mujeres, y como "dinamitadora del patriarcado desde su base".

"Gómez Ojea llega a desarrollar una mística propia, construye una fe que es la fe en la Humanidad y en la unidad del ser humano y el universo", afirma.

Kobra Valadjani defendió ayer en la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo la tesis que tituló "Novelística de Carmen Gómez Ojea. Construcción de una identidad propia", dirigida por Socorro Suárez Lafuente, profesora de la institución. En el tribunal se sentaron Carmen Alonso, decana de la Facultad y coordinadora del máster de Género y Diversidad; Mariana Álvarez, de la Universidad de La Laguna, y José Manuel Trabado, de la Universidad de León, los dos últimos del área de Literatura Española. Trabado fue el único hombre en la sala, en la que también se sentó Carmen Gómez Ojea, y lo hizo constar con humor.

Hasta la llegada a la novelística de Gómez Ojea, Kobra Valadjani llevaba tiempo pugnando para encontrar su identidad. Siendo niña vivió la Revolución Islámica de 1979 y los ocho años de guerra entre Irán e Irak. Y lo hizo, según ella misma explicó, en una familia con mujeres modernas y prooccidentales, con padre y abuelo creyentes, con madre y abuela "luchadoras y alegres", símbolo de una sociedad en conflicto entre tradicionalistas y prooccidentales. Valadjani estudió idiomas, entre ellos el español, la historia de la República y la de la Guerra Civil. "Una vez que tuve claro que la injusticia es una característica intrínseca a la construcción del mundo actual, me refugié en la literatura". Es, según dijo, "el camino y el fruto definitivo de la construcción de las identidades".

Empezó por las escritoras iraníes de renombre y de todas las épocas, siguió por los análisis feministas y, después, suspendió los estudios durante unos años.

Fue en ese momento cuando llegó a sus manos "Los perros de Hécate" de Carmen Gómez Ojea. "En ella encontré todas mis contradicciones, todas las historias de mujeres mitológicas y reales que vivían dentro de mí. De ella aprendí que tengo grabada en mi memoria la historia de todas las mujeres, todas las madres, las solteras, las brujas y las libertinas, tengo un cuerpo inmenso a tamaño de la Humanidad y tengo que reconocer esta realidad y superarla", subrayó.

Según Kobra Valadjani, la obra de la escritora asturiana contiene "toda una variedad de microhistorias de mujeres" y, mediante la aplicación de "un sinfín de mitos históricos, religiosos, literarios, nacionales y modernos", intenta con éxito "dinamitar el patriarcado desde su base". Reforma y crea nuevos mitos a partir de los antiguos. "Ha puesto un espejo delante de nosotros para que nos miremos no sólo la apariencia exterior que tenemos, sino el ser extravagante que somos por dentro por la confluencia de mitos que hemos interiorizado".

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