Anton Corbijn se hizo un nombre en el mundo artístico como realizador de brillantes videoclips antes de probar suerte en la gran pantalla con dispar suerte (la estupenda Control y las convencionales El americano y El hombre más buscado). En Life se aprecia desde el primer momento su esfuerzo por aproximarse al mito de James Dean con una perspectiva más poética que ilustrativa, y el punto de partida le ayuda: mostrar los entresijos del famoso reportaje que para la revista "Life" hizo Dennis Stock a un actor que aún no había entrado en la leyenda. La voluntad del cineasta por intentar capturar con la cámara el misterioso carisma de Dean, visto a través del objetivo de otro personaje con el que compartía una cierta tendencia a la confusión y el desamparo, choca, por desgracia, con los defectos de un guión que parlotea demasiado y con una interpretación insípida de Robert Pattinson, que se pasa casi toda la película con cara de palo y que cuando le dan permiso para desmadrarse resulta insufrible. Esos errores, a los que habría que sumar la irrupción de otros personajes (Jack Warner y Natalie Wood) con los peores vicios de los biopic, ponen contra las cuerdas a la película, pero el trabajo convincente de Dane DeHann y la atmósfera de melancólico lirismo que logra el director cuando la ocasión le es propicia hacen de Life una obra fallida pero digna de verse. Y no es poco hoy en día.