Oviedo, P. RUBIERA

Todo empezó por una apuesta en la finca «Somontes», de Luis Miguel Dominguín, durante un campeonato de tiro al pichón. El fotógrafo asturiano Antonio Cores Uría le observaba mientras disparaba. En un momento dado, hizo un comentario jocoso sobre la mala puntería del torero. Dominguín se picó y le invitó a que tirara él. Cores no falló y llegó a la final. Debía competir con el conde de Teba, campeón del mundo, personaje que no le era muy simpático al torero. «Si le ganas, pídeme lo que quieras», le dijo Dominguín. «Quiero conocer a Picasso», respondió Cores.

En 1966, Pablo Ruiz Picasso, el artista español que llenó casi todo el siglo XX, tenía 85 años y vivía en Mougin (Francia) con Jacqueline Roque, su segunda esposa. El pintor siempre disfrutaba con la visitas de Luis Miguel Dominguín y, en abril de aquel año, esperaba al matador. Debía llevarle, además, sus álbumes de torero, que al artista le servían para pintar sus series de toros. Dominguín se olvidó intencionadamente de ellos. Un olvido imperdonable que, según le explicó el torero a Picasso, podría resolver un buen amigo suyo, un fotógrafo asturiano que seguro que estaría encantado de recoger los álbumes en su casa y llevárselos a Mougin. Así conoció Antonio Cores a Picasso, en abril de 1966. A Picasso le cayó bien el asturiano. Cores, que tenía entonces 30 años, volvió en mayo.

Fruto de esa visita son 73 fotografías, trece de las cuales se expondrán a partir del próximo día 24 en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Las fotos, que a finales de los sesenta vieron numerosos ovetenses, amigos del fotógrafo, se perdieron, y hace dos años una de la hermanas de su autor, Amparo Cores, las encontró en unas cajas. La galería Vértice de Oviedo participará en la muestra con la edición de una carpeta que incluye las trece imágenes. El museo editará un catálogo con un texto de Alfonso Palacio, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, en el que se reproducen a gran tamaño las seleccionadas y se incluye toda la serie.

Durante los días en los que Antonio Cores fue huésped de Picasso, el asturiano le fotografió haciendo vida normal. Las fotografías, según Alfonso Palacio, están tomadas fundamentalmente en tres lugares. Uno de ellos es Antibes, donde aparecen Picasso, Jacqueline, Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé visitando el museo que desde el final de la II Guerra Mundial fue acogiendo en sus fondos obras donadas por el propio pintor, a partir del trabajo que desarrolló en una de sus alas, que tomó como estudio, desde 1946. En la actualidad es el Museo Picasso de Antibes.

Vallauris es el otro escenario. El grupo aparece visitando la fábrica de cerámica de Madoura -propiedad del matrimonio Ramié-, donde Picasso comenzó a trabajar la cerámica de manera sistemática a partir de 1947.

Finalmente, Cannes. Un día Picasso les dice a Luis Miguel Dominguín y a Antonio Cores que les va a llevar a cenar a un restaurante chino de Cannes con un personaje español, que era Rafael Alberti. Previamente Cores advierte a su amigo el bailarín Antonio Gades, que se encontraba en la ciudad francesa presentando la película «Viento solano» en el Festival de cine, que vaya a cenar a ese restaurante. Cuando el grupo de Picasso llega, Antonio Cores saluda a Gades y Picasso le dice algo así como: «¿Tú crees que querrá cenar con nosotros?». Al final, la velada acabó en juerga flamenca, con Gades y Picasso bailando y Alberti recitando poemas, acompañados a la guitarra por Emilio de Diego, todo ello fotografiado por Cores.

«Las fotografías, por encima de cualquier otra cosa, funcionan a modo de documento que permite reconstruir a la perfección no sólo lo que fue aquel encuentro de Antonio Cores con Picasso, sino también los lugares que frecuentaba el artista y los amigos que lo rodeaban en aquella etapa de su vida. Esos lugares y sus amigos están, además, estrechamente vinculados con el trabajo creativo desarrollado por Picasso en aquella época», explica Alfonso Palacio.

El texto del historiador trata de reconstruir este complicado tejido de relaciones, las circunstancias vitales de Picasso en aquel período, su relación con los centros artísticos que visitó aquellos días de mayo de 1966 acompañado por Cores y la naturaleza de los trabajos del propio pintor, que se aprecian en las imágenes. Cores recuerda, sobre todo, la excepcional vitalidad del artista malagueño y su obsesión con España.

Con motivo de la muestra, el Museo de Bellas Artes de Asturias ha organizado una velada-homenaje a Picasso, que se celebrará el día 30, en el salón de actos, en la que, además del fotógrafo, participarán el ya citado Emilio de Diego y el guitarrista Pepe Habichuela, acompañado por Carlos Carmona y Nono Carmona.