Sobre el «Archivo Vicente Aleixandre»

Carlos Bousoño y su esposa, Ruth Bousoño, en el centro, durante la entrega al poeta de la distinción «Asturiano del mes» de LA NUEVA ESPAÑA en el año 2003. Con ellos aparece el matrimonio formado por Lola Lucio y Juan Benito Argüelles. / nacho orejas
Carlos Bousoño y Ruth Bousoño
El archivo de Vicente Aleixandre quizá sea el más completo de un miembro de la Generación del 27. Está compuesto por numerosos bloques: como son el de los manuscritos, el de las cartas de los escritores, el de las cartas de las editoriales y las revistas literarias, el de los documentos bancarios, el de los artículos de prensa sobre el poeta y el de los escritos por él, el de los objetos personales y el de su interesante biblioteca, por dar un ejemplo.
El bloque más importante es, sin duda, el de los manuscritos en verso y en prosa del poeta, que incluye, además, las copias mecanografiadas de dichos textos, en muchas de las cuales Aleixandre hacía anotaciones y correcciones manuscritas. Entre estos manuscritos hay más de cincuenta poemas inéditos. Este bloque suma unos 1.500 documentos.

Sobre el «Archivo Vicente Aleixandre»
El bloque de las cartas, de gran importancia también, suma más de 1.000 documentos y contiene cartas de (entre otros muchísimos): Pío Baroja, Azorín, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Luis Cernuda, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Juan Gil Albert, Juan José Domenchina, Emilio García Gómez, Camilo José Cela, Blas de Otero, Carlos Bousoño, Gabriel Celaya, Fernando Charry Lara, Octavio Paz, Eduardo Carranza, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, María Victoria Atencia, Juan Benet, Guillermo Carnero, Antonio Colinas, Antonio Carvajal, Pedro Gimferrer, Jenaro Talens, Alejandro Duque Amusco, Vicente Molina Foix, Javier Lostalé, Luis Antonio de Villena y Javier Marías.
El bloque constituido por su biblioteca contiene unos 3.000 volúmenes de un gran interés en su mayoría: aparte de las primeras ediciones del propio Aleixandre (casi todas) y todas las traducciones de su obra que se hicieron hasta su muerte, está la práctica totalidad de las primeras ediciones de los poetas de la posguerra española (algún libro de Hierro tiene una bonita acuarela suya) e igualmente algunas primeras ediciones de casi todos los escritores importantes de Hispanoamérica (Juana de Ibarbourou, Eduardo Mallea, Cintio Vitier y Octavio Paz, entre otros). Sin olvidar la presencia de bastantes primeras ediciones de algunos de los poetas de la Generación del 27. Contiene, además, una nada desdeñable colección de libros de la primitiva biblioteca de Aleixandre (algunos, del siglo XIX, pertenecieron a su padre), destruida durante la guerra civil. Casi todos los libros que se salvaron llevan el sello de la guerra: la primera página suele tener marcadas las huellas de las botas de los soldados que los pisaron.

Sobre el «Archivo Vicente Aleixandre»
El bloque de los objetos personales contiene piezas esenciales en la vida de Aleixandre, como pueden ser el capote (así lo llamó él siempre) marrón que lo acompañó toda la vida cuando salía al jardín de su casa en invierno, así como sus gafas, su agenda telefónica, la carpeta sobre la que escribió todos sus poemas desde 1932 y el frac que utilizaba para asistir a las sesiones solemnes de la Real Academia Española.
En el bloque de obras pictóricas cabe destacar la existencia de un magnífico retrato al óleo de VA de 1,30 por 0,90 centímetros del pintor norteamericano John Ulbricht, que fue expuesto en la Feria Mundial de Nueva York de 1964 y le inspiró a Aleixandre un poema que tituló «Cabeza enorme», cuyo manuscrito lo acompaña. Hay también un grabado (ejemplar fuera de comercio o prueba de autor, de 0,77 por 0,57 cms.), de Joan Miró, con intervenciones cromáticas hechas a mano por el autor y dedicado a nuestro Premio Nobel.
Conviene señalar que en el Archivo Vicente Aleixandre nunca estuvo la medalla del Nobel, ni «todo el expediente completo de la concesión del premio Nobel», como se dijo por error en Málaga, sino algunos de dichos documentos, como el relacionado con la propuesta de Vicente Aleixandre para el premio Nobel de Literatura de la Universidad de Georgia que fue presentada en varias ocasiones, según se lee en una carta del poeta Manuel Mantero, auténtico valedor de Aleixandre en dicha Universidad norteamericana.
Es más que notorio en el mundo de la cultura que el archivo fue un regalo en vida de Vicente Aleixandre. Este dato ha sido publicado en todos los medios de comunicación españoles y en casi toda la prensa extranjera de habla hispana desde que murió el poeta, como puede comprobarse en una breve visita a cualquier hemeroteca. Y nunca se dejó de mencionar este hecho desde entonces.
Es un dato que conocen todos los poetas españoles de la posguerra, los críticos literarios y los profesores de Literatura, los periodistas culturales y los innumerables equipos de radio y televisión que han pasado por nuestra casa. Todas las personas que tienen una mínima relación con el mundo de la cultura han sido siempre muy conscientes de que el archivo estaba en posesión nuestra. Sabían, desde siempre, que teníamos en nuestra casa el archivo entero de Vicente Aleixandre (entre otros muchísimos): Dámaso Alonso, Francisco Nieva, Clara y Claudio Rodríguez, Francisco Brines, José Hierro, Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, Claudio Guillén, José Olivio Jiménez, Alejandro Duque Amusco, Guillermo Carnero, Antonio Carvajal, Pedro Gimferrer, Jenaro Talens, Antonio Colinas, Jaime Siles, Javier Lostalé, Luis Alberto de Cuenca, Miguel García Posada, Luis Antonio de Villena, Vicente Molina Foix, Juan Luis Panero, los pintores Joaquín Vaquero Turcios, José Lucas y José Hernández, así como Jacobo Muñoz Veiga, Fernando G. Delgado, Juan Cruz, Juancho Armas Marcelo, Víctor García de la Concha, Gregorio Salvador, Luis María Anson, Blanca Berasategui, Manuel Llorente, Antonio Lucas, Gabriele Morelli, Pablo Luis Ávila, Giancarlo Depretis, Irma Emiliozzi y los notarios jubilados Vicente Puchol Eced y José Villaescusa Sanz.
De los arriba citados estuvieron y han estado en nuestra casa y han visto parte del archivo, como el gran retrato de Ulbricht y algunos libros, Francisco Nieva, Clara y Claudio Rodríguez, Francisco Brines, José Hierro, Claudio Guillén, José Olivio Jiménez, Alejandro Duque Amusco, Luis Antonio de Villena, Joaquín Vaquero Turcios, José Lucas, José Hernández, Fernando G. Delgado, Víctor García de la Concha, Gregorio Salvador, Manuel Llorente, Antonio Lucas, Vicente Puchol Eced, José Villaescusa Sanz, Gabriele Morelli, Pablo Luis Ávila, Giancarlo Depretis e Irma Emiliozzi; los últimos de los cuales siempre demostraron interés en que les diéramos poemas inéditos o cartas para publicar.
En el año 1983, Vicente Aleixandre se desplazó desde su casa de Velintonia 3, junto a nosotros, para venir a la nuestra de Majadahonda con el propósito de hacernos la entrega simbólica de su archivo por medio de algunos de los objetos que lo conforman, como fueron algunas primeras ediciones suyas y algunos documentos manuscritos. Hay fotos que reflejan la presencia de Aleixandre delante de las estanterías de mampostería que nos estaban construyendo para el día en que tuviéramos que traer su biblioteca completa.
Al morir Vicente, su hermana Conchita nos dijo que podíamos traernos los objetos que su hermano nos había regalado en vida, una vez que se produjera el enterramiento. Estaban incluidos todos los manuscritos que aquél había conservado y todos sus documentos, sus libros y todos sus objetos personales, excepto sus joyas, la medalla del Nobel, y algunos cuadros importantes del poeta, incluida la acuarela de Miró que tenía Aleixandre colgada en el despacho, que conservaría Conchita.
Después del entierro acudimos a acompañar a su hermana un rato y nos dijo que procediéramos a retirar todo lo de su hermano. Cogimos el resto de los manuscritos y las cartas y cuando entré al despacho a retirar la biblioteca Conchita sintió algo de congoja y me dijo: «Ruth, prefiero, si no te importa, que esperes a que yo me muera para llevarte la biblioteca de mi hermano, pues si veo su despacho vacío voy a sentir su pérdida aún más de lo que la siento».
Unos días después de ser enterrado Vicente, su prima Conchita Aleixandre López-Puigcerver nos dijo que Conchita Aleixandre Merlo, la hermana del poeta, quería regalarnos la acuarela de Joan Miró que su hermano Vicente tenía colgada en el despacho, y nos la entregó. Hay testigos de este hecho.
Fue también Conchita Aleixandre López-Puigcerver quien me dijo [a Ruth] el mismo día en que enterramos a la hermana del poeta, el 8 de diciembre de 1986, que empezara a retirar esa misma tarde todo lo que quedaba de Vicente debido a que la casa se cerraría. Y así lo hice, con el consentimiento expreso y ante la presencia de Conchita, Marita y Agustín María Aleixandre López-Puigcerver. Durante tres días, y mientras los primos de Vicente ponían orden en los objetos valiosos de sus primos, retiré lo que quedaba del archivo aleixandrino. Y, efectivamente, Velintonia 3 se cerró una vez muerta la hermana del poeta en el otoño de 1986.
Me ayudó en la tarea de rescatar los restantes objetos de Aleixandre, y por indicación expresa de sus primos, una testigo fidedigna e insobornable, Ascensión, el ama de llaves de los Aleixandre Merlo, quien cuidó de ambos hermanos, y de la casa de éstos, con una gran profesionalidad y con auténtica devoción. Ascensión era y es una mujer muy inteligente que decidió tomar los hábitos religiosos, una vez que murió Conchita Aleixandre.
La familia Aleixandre nunca ha cuestionado la donación del archivo por parte del premio Nobel ni la posesión de dicho archivo por parte nuestra. Recientemente, y a propósito de la aparición de un testamento otorgado por Aleixandre en 1940, Amaya Aleixandre de Artiñano, portavoz de los «Herederos de Vicente y Conchita Aleixandre Merlo», ha declarado a la agencia «Efe» que a ella le consta que su tío segundo sí donó su archivo en vida.
Amaya Aleixandre es consciente, desde el mismo día en que murió su tío segundo, de que su archivo completísimo vendría a nuestra casa, puesto que estando ese día junto a Ruth en el vestíbulo de Velintonia 3 vio cómo se les acercó uno de los innumerables periodistas que cubrían la muerte del Nobel para preguntarles adónde irían la biblioteca, los manuscritos y los objetos personales de Aleixandre; a lo que Ruth contestó que «a mi casa, por expreso deseo del poeta». Y suponemos, dada su alta cualificación académica, que estará al corriente de lo que se ha escrito sobre su pariente a lo largo de los últimos treinta años.
Relataremos brevemente los hechos y datos concluyentes que demuestran, de un modo fehaciente, el innegable conocimiento que ha tenido la portavoz de la familia Aleixandre de la situación real (nunca lo poseyó ninguno de ellos) y legal del archivo de su tío segundo:
Enero de 1986: Carlos Bousoño, «Presentación de unos poemas inéditos de Aleixandre» [«Pliego de poesía»], El Ciervo, nº 419, Barcelona, enero de 1986, págs. 23-26.
Febrero de 1986: Primer encuentro de trabajo entre Carlos Bousoño y Alejandro Duque Amusco. [Existe una carta que lo confirma de este último a Carlos Bousoño, fechada el 21 de febrero de 1986.]
Enero-Septiembre de 1987: Aparecen las recopilaciones «Nuevos poemas varios», de Vicente Aleixandre, Barcelona, Plaza & Janés, enero de 1987, y «Prosas recobradas» de Vicente Aleixandre, Barcelona, Plaza & Janés, septiembre de 1987, fruto de una misma labor de investigación llevada a cabo por Alejandro Duque Amusco. En el apartado de agradecimientos de las ProsasÉ se puede leer: «Durante los dos años largos que ha durado la búsqueda del material disperso de VA, de 1984 a 1986, muchas han sido las personas que han prestado su desinteresada y eficaz ayuda a la recopilación. [É] No puedo dejar de mencionar a X, Y, Z [É] y, muy en especial, a Carlos Bousoño, que me facilitó el acceso a los manuscritos del poeta.» (Pág., 7.)
Diciembre de 1988: En el acto público del día 18 de diciembre, al que asistieron, entre otras personalidades, Agustín María Aleixandre y su hija Amaya, Carlos Bousoño anuncia su intención de publicar un libro, en colaboración con Alejandro Duque Amusco, con los poemas últimos del poeta.
Esta noticia fue difundida por Radio Nacional de España, Radio Exterior de España, Radio 4, Radio Barcelona, Radio Miramar, Radio España, Cadena Catalana, Radio Sabadell -Cope-, Radio Ciudad de Badalona, Radio Hospitalet, Radio Cornellá, Radio Corazón, Radio Salud y otras emisoras locales. TVE y TV3 emitieron un reportaje sobre el citado homenaje.
La prensa escrita cubrió, asimismo, el acto-homenaje a Aleixandre. Algunos párrafos entresacados de los recortes de prensa del día siguiente, que incluyen fotos de los participantes en el homenaje, dejan más que manifiesto que Amaya Aleixandre también ese día escuchó que el archivo de su tío segundo estaba en casa de Carlos Bousoño:
¥ «Carlos Bousoño, miembro de la Real Academia Española, prepara la edición de varios poemas inéditos de VA, que se encuentran entre los manuscritos que el poeta le legó, junto a su biblioteca particular» («El País», lunes 19 de diciembre de 1988, pág. 34.)
¥ «Carlos Bousoño declaró a "ABC" que Aleixandre le legó al morir, en diciembre de 1984, varios manuscritos inéditos amén de su biblioteca particular» («ABC Cataluña», lunes 19 de diciembre de 1988.)
¥ «Aleixandre (1898-1984) regaló en vida a Bousoño su biblioteca de la calle Velintonia, en Madrid, y le hizo depositario de sus manuscritos y documentos personales. Carlos Bousoño y Alejandro Duque Amusco, catedrático de Literatura y estudioso de la obra de Aleixandre, preparan la edición de los poemas inéditos.» («El Periódico», lunes 19 de diciembre de 1988.)
Septiembre de 1991: Aparece «En gran noche», de Vicente Aleixandre, Barcelona, Seix Barral, 1991, edición a cargo de Carlos Bousoño y Alejandro Duque Amusco.
La familia Aleixandre cobra derechos de autor desde hace dieciséis años por un libro, «En gran noche» (de cuya edición se encargaron Carlos Bousoño y Alejandro Duque Amusco), que salió de los manuscritos inéditos de VA que se encuentran desde su muerte en casa de su amigo Carlos Bousoño.
Es un hecho conocido en el ámbito de la cultura que fuimos personas del entorno más íntimo de Vicente Aleixandre, como lo fueran también José Luis Cano y Claudio Rodríguez. La amistad de Carlos y Vicente se mantuvo sin altibajos durante más de cuarenta años. Escribió Carlos un libro, «La poesía de Vicente Aleixandre», que esclareció definitivamente la poesía de éste y proclamó a los cuatro vientos que Aleixandre era uno de los máximos poetas en lengua castellana de todos los tiempos. Familia no es sólo la de la sangre, y muchas veces, para los escritores, son más familia los amigos de su gremio que la propia familia genética. Para un escritor son esenciales en su vida aquellas personas que lo conocen bien, lo entienden y aprecian su obra.
En el caso de nuestro premio Nobel es sabido por todos que sus amigos ocuparon un lugar preponderante en su vida. Entre esos centenares de amigos de Aleixandre había unos pocos que eran para él parte indiscutible de su familia elegida. Antes de la guerra, por ejemplo, sus amigos del alma con los que tenía una relación fraternal eran Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Federico García Lorca, Miguel Hernández y Dámaso Alonso.
En cuanto a la familia de sangre, que sí fue importante para Aleixandre, el lugar primordial lo ocuparon sus padres, quienes murieron relativamente jóvenes. El amor hacia sus padres lo concentró en su queridísima hermana Conchita, a quien estuvo muy unido hasta su muerte. Era ésta una mujer muy inteligente que se consideró siempre al margen de la vida literaria de su hermano y así lo dijo públicamente. Completaban el núcleo fuerte afectivo familiar del poeta sus dos primas carnales Conchita y Marita Aleixandre López-Puigcerver, a las que casi consideraba como hermanas, y su primo Agustín María, hermano de las anteriores.
Vicente apadrinó a nuestro hijo mayor y fui yo quien tuvo el privilegio de ejercer de jefa de prensa improvisada suya desde el primer momento en que recibió la llamada que le anunciaba que le había sido otorgado el Premio Nobel de Literatura de 1977 hasta que se normalizó el interés desaforado de la prensa mundial por entrevistarlo; labor que facilitó mi condición de políglota.
Fuimos nosotros quienes lo acompañamos de forma continuada durante su agonía, junto a su querida hermana Conchita, que siempre se desvivió por él, y al resto de su familia. Todos los días nos íbamos después de comer a la clínica Santa Elena hasta las doce de la noche, a pesar de que teníamos un niño de 7 años. Y fuimos nosotros quienes acompañamos su cadáver, también junto a su familia, tras su muerte a las 23 horas y 23 minutos del día 13 de diciembre de 1984, desde la clínica hasta su casa. Fue amortajado por un primo de Carlos, médico nefrólogo.
Nuestro título de propiedad sobre el archivo Vicente Aleixandre tiene un doble origen: la donación en vida que nos hizo el poeta y el título de propiedad irrebatible, y garantizado por el Código Civil, que nos otorga el artículo 1955, que dice: «(É) También se prescribe el dominio de las cosas muebles por la posesión no interrumpida de seis años, sin necesidad de ninguna otra condición. (...)»
El antes citado artículo 1955 del Código Civil despeja, pues, cualquier duda que hubiera sobre si la aparición de un testamento otorgado por Vicente Aleixandre podría afectar a la venta de su archivo por sus actuales propietarios, Ruth y Carlos Bousoño. No podría afectar a dicha venta porque resulta irrelevante al título de propiedad patrimonial que nos otorga el artículo 1955.
Siendo, pues, los titulares de la propiedad patrimonial del conjunto de bienes muebles que conforman el Archivo Vicente Aleixandre teníamos plena libertad de vender esa propiedad patrimonial a quienes consideráramos más adecuados para la custodia y salvaguarda de tan precioso patrimonio; siguiendo los deseos implícitos de quien manifestó siempre un rendido amor por su Málaga paradisíaca.
El canto a Andalucía que escribió Aleixandre a sus ochenta y cinco años, con motivo de su nombramiento de hijo predilecto de Andalucía, no deja la más mínima duda de que era Andalucía la tierra adonde tenía que ir su patrimonio artístico y personal y que eran la Junta de Andalucía y la Diputación Provincial de Málaga los depositarios más idóneos:
«(É) Yo nací en esta tierra, soy andaluz de raíz y de vida y su luz primera todavía brilla en mis ojos, a pesar de todo nunca cansados para conservarla y yo me atrevería a decir para devolverla. No estoy, pero estoy y aquí he estado siempre, mágicamente, sin un día de interrupción. Estancias mías irreales las de fuera de aquí. Estancia consistente y consistida, la única real, la otra diaria de la que no he sentido nunca separación. (É) Nací en Sevilla, viví en Málaga, habité en Jaén, me iluminé en GranadaÉ Toda Andalucía es mi patria íntima.»
Carlos Bousoño es escritor y académico, y su esposa, Ruth Bousoño, es abogada.
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