Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

La Universidad de Oviedo sólo ha logrado cubrir tres de las once plazas de investigadores ofertadas en el marco del programa «Ramón y Cajal» para 2008. Las ayudas tienen una vigencia de cinco años, están dotadas con un mínimo de 33.250 euros brutos al año y desembocan con mucha probabilidad en un estatus laboral indefinido, por ejemplo como profesores contratados doctores.

A Santiago García Granda, vicerrector de Investigación, no le duelen prendas a la hora de diagnosticar las causas de que, pese a estas condiciones razonablemente ventajosas, apenas se haya cubierto la cuarta parte de las plazas ofertadas. La primera, «el escaso atractivo de algunas áreas de investigación de la Universidad de Oviedo». La segunda, la insuficiencia de los requisitos acumulados por investigadores de la institución asturiana que sí estaban interesados en alguno de estos puestos. Dicho de modo coloquial, los que pueden incorporarse no quieren, y los que quieren no pueden. Un tercer factor citado por el vicerrector se refiere a las reticencias de los investigadores españoles a trasladarse de un lugar a otro, aunque sea en busca de una posición más estable.

Como conclusión, «el objetivo de recuperar cerebros no se ha cumplido en la Universidad de Oviedo», sentencia García Granda, quien precisa, no obstante, que este sombrío juicio no es aplicable a todas las áreas de investigación de la institución académica.

El hoy denominado «subprograma "Ramón y Cajal"» nació en 2001 con unas notables expectativas. El objetivo consistía en lograr el retorno de investigadores de alto nivel que estaban trabajando en el extranjero. De hecho, en el capítulo de requisitos se exige o bien 24 meses de estancia posdoctoral en centros distintos al que aspiran a incorporarse o bien haber obtenido el título de doctor en una Universidad extranjera al menos 24 meses antes.

El Ministerio de Ciencia e Innovación convoca el programa, que se centraliza en Madrid. Las solicitudes son juzgadas por la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP). Los candidatos que obtienen más puntuación tienen prioridad a la hora de elegir en qué centro desean llevar adelante su proyecto de investigación.

Los costes que suponen incorporar a estos investigadores son cofinanciados por el Ministerio de Ciencia y el centro que oferta la plaza. La aportación del Ministerio es de 44.370 euros el primer año, y posteriormente decrece de forma paulatina, al tiempo que crece la del centro en cuestión. La ayuda incluye 15.000 euros para la puesta en marcha de la investigación.

La convocatoria de este año ofertaba 245 ayudas, de las cuales 11 correspondían a la Universidad de Oviedo en las áreas de Física y Ciencias del Espacio; Ciencias de la Tierra; Ciencia y Tecnología de Materiales; Química (dos plazas); Biología Vegetal, Animal y Ecología; Agricultura; Ganadería y Pesca; Biología Molecular, Celular y Genética; Ciencias de la Computación y Tecnología Informática; y Tecnología Electrónica y de las Comunicaciones. Cuatro de estas plazas no correspondían propiamente a la Universidad de Oviedo, sino a centros mixtos.

Según García Granda, sólo han sido cubiertas las dos plazas de Química (una de Química Analítica y otra de Organometálica) y la de Ciencias de la Tierra (Geología). Las tres con investigadores que ya trabajaban en la Universidad de Oviedo. El vicerrector precisa que en ciertas áreas, como Química, el tirón de la institución asturiana es superior. Por eso «había más candidatos que plazas», señala.

¿Y qué se propone hacer la Universidad de Oviedo para corregir esta situación? Santiago García Granda apunta, como prioridad, la necesidad de «hacer más atractivas las plazas que se ofertan, estableciendo algún tipo de compensación suplementaria». Otras vías de actuación serán aprovechar el poder de convocatoria de los centros mixtos (principalmente de los que tienen como cotitular al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC) y establecer con determinados investigadores contactos previos a las convocatorias.