Oviedo, P. GALLEGO

«Asturias es extraordinariamente melómana, y la gente hacía auténticos esfuerzos por recibir una educación musical. Incluso venía gente de la otra punta del Principado para tener media hora de clase con mi padre». Ana Gomis, rememora así a su padre, el recordado Miguel Gomis Verdier, que fue director del Conservatorio de Oviedo y responsable de su actual ubicación en el edificio del deán Payarinos. Fallecido en el mes de agosto pasado, dejó tras de sí un largo historial de dedicación y amor por la música.

Miguel Gomis se incorporó al Conservatorio de Oviedo en 1959, y con él llegó a la institución una nueva forma de entender la educación musical. «Mi padre luchó a brazo partido por la profesionalización, por conseguir un marco digno de gestación de una cantera de músicos y amantes de la música para el Principado», asegura su hija. Gomis creía en la importancia fundamental de la música como herramienta y vehículo de la formación humana, como instrumento para el desarrollo de capacidades cognitivas y emotivas esenciales desde la más tierna infancia. Una herramienta de integración. Y para ello defendió el acceso generalizado a la formación a través de las escuelas de música y la profesionalización de la carrera de músico.

Compatibilizando su labor docente con la de trombón titular de la entonces Orquesta Sinfónica de Asturias, Gomis obtuvo la cátedra de Solfeo del Conservatorio, y entre 1979 y 1986 ostentó la dirección del centro. Desde la dirección su meta fue elevar el nivel de las enseñanzas oficiales de Música en el Principado. Entusiasta y perseverante, se propuso emprender un enorme cambio, lo que, según Ana Gomis, «chocaba con la inercia, el desinterés y el escepticismo de muchos». Finalmente se alcanzó su propósito y el Ayuntamiento cedió el palacete del deán Payarinos como sede del nuevo conservatorio. El Principado aportó el profesorado. Sin embargo, cuando el sueño de Gomis se hizo realidad, él ya no estaba la frente de la institución. «Dimitir le costó y le dolió muchísimo», confiesa su hija, «aunque es evidente que todo su esfuerzo dio sus frutos». A lo largo de su dilatada trayectoria como profesor e instrumentista Gomis acumuló un buen número de libros y partituras que su hija pretende donar a la biblioteca del Conservatorio.

«Su forma de enseñar era muy intuitiva, muy cercana. Usaba la gestualidad para enseñar solfeo, y para él las notas eran sólo un punto de encuentro entre quien componía la obra y quien la ejecutaba», recuerda Ana, «caló muy hondo, y a raíz de su muerte mucha gente llamó diciendo lo importante que mi padre había sido para ellos». Su nieta, Joana, sigue los pasos musicales de su abuelo, aunque ha cambiado el trombón por el violín.

Como homenaje póstumo, el concierto que la asociación cultural La Castalia organiza hoy a las 19 horas en el auditorio del Conservatorio como clausura de su curso «La voz en la música de cámara» estará dedicado a su memoria, en agradecimiento tanto a su labor docente como a su batalla por dignificar la enseñanza musical en el Principado.