Oviedo, Javier BLANCO

El San Mateo de Oviedo del año 1992 fue también el de San Michael Jackson. No es muy normal que la verbena de fin de fiesta se haga con la mayor estrella del pop de la historia. Y así fue, Jackson se plantó en el escenario del Carlos Tartiere (ya no están ninguno, ni el campo ni Jackson) escoltado por dos grandes pantallas con sus ojos en primer plano y bajo la misteriosa música de «Carmina Burana». Cierto, Oviedo entraba en la historia de Michael Jackson.

LA NUEVA ESPAÑA dedicó entonces un especial de 16 páginas, con aquella costumbre tan nuestra de traducir al asturiano la canción más emblemática de las estrellas que llegaban a Asturias (años irrepetibles). ... «Esti ye el l'horror, la nueche del horror porque pueo arriesgarte más que nenuga fantasma que pongas pa probar. / Neña esti ye'el terror, la nueche del terror». Así debería de sonar «Thriller» en asturiano. A Jackson, al menos a su mánager le interesó el asunto, pero no cuajó una nueva remezcla de «Thriller».

Michael llegaba a Oviedo con la gira «Dangerous» sin saber que aquella era una de las últimas fases de su gloria. Luego todo se desmadró en su vida personal y afectó al discurrir de su camino artístico al final. Así que Oviedo presenció aquella gira, que tiene mil papeletas para convertirse en la más afamada de la historia del pop.

Los titulares plasmaban el arrollador éxito, a pesar de que al Ayuntamiento le salió deficitario el concierto: «Una noche de ritmo y espectáculo». Tal cual. Tanto que Jackson llegaba al escenario propulsado por una plataforma desde debajo de las tablas. Y salía a propulsión, en un cohete. Siempre se dijo que era un doble, y cada vez se dijo más. Hasta que más o menos se confirmó. Pero entonces nadie quería creer otra cosa que no fuera que Michael Jackson se iba en el cohete. No era el momento de romper la magia de aquella sesión, en la que Michael regaló todo su arsenal, todos sus éxitos, su «paseo lunar» y hasta nos deleitó con un invitado de lujo, Slash, que había hecho aparición por sorpresa.

El guitarrista de «Guns and Roses» había grabado el single «Black or White» y eso mismo tocó en directo en Oviedo. Luego se desmarcó con su guitarra en el Pinón Folixa al lado de Jorge Otero, con unos imberbes «Stormy Mondays» que fliparon durante años: «Traer a Slash a Oviedo fue una de las mejores ideas de Michael Jackson y nosotros tenemos que estarle eternamente agradecido», declaró ayer Jorge Otero, el líder del grupo asturiano que hizo historia al actuar al lado del guitarrista del momento.

Oviedo, en fin, cambió el rostro aquel día, con las calles llenas de imitadores venidos de todos los lugares del mundo, con un bus enorme que recorría la ciudad días antes haciendo campaña de la sesión y con el ejército de fans.

Cómo no, ese ambiente previo hizo que sus incondicionales formaran ante la puerta ya desde por la mañana para colocarse en las primeras filas y conseguir incluso ser uno de los elegidos para subir al escenario, como así fue.

Además tuvo algunos detalles de esos que devuelven a los artistas al terreno de los mortales, como por ejemplo invitar a parte del personal del hotel al concierto, hacer un pequeño saludo desde las ventanas de la habitación o recoger un ramo de flores que un niño le entregó a su llegada al aeropuerto de Asturias, donde, por cierto, ya se tapaba de cuando en cuando su boca.