Madrid / Oviedo, Efe / J. B.

Paul Naschy creó todo un universo en torno al hombre lobo, papel que le dio gloria absoluta junto a otros de monstruos que interpretó. Pero el primer hombre lobo que Paul Naschy quiso crear era un hombre lobo asturiano, un guiño de este gran actor a su madre asturiana. Finalmente la firme mano de la censura impidió que fuera así. Lo cuenta el realizador Alfonso Sánchez, que trabajó con él en un cortometraje de título «El corazón delator». El joven realizador asturiano lamentaba ayer profundamente su muerte, la muerte de un «mito».

Paul Naschy, de 75 años, falleció ayer de un cáncer. Y con su muerte el cine de terror queda huérfano de uno de sus más prolíficos actores y directores, que por doce veces se puso en la piel del hombre lobo, pero sin dejar de lado a Drácula, Mr Hyde y el Fantasma de la Ópera, además de otros jorobados y momias.

Paul Naschy, madrileño y de nombre real Jacinto Molina Álvarez, era apodado el «Boris Karloff» español, aunque le costó décadas lograr el reconocimiento en su país, donde hasta 2001 no recibió la medalla de oro al Mérito en Bellas Artes, mientras en el extranjero sus seguidores ya eran legión.

Y así lo corrobora el cineasta asturiano Alfonso Sánchez: «En "El corazón delator" interpretaba por primera vez un personaje de Poe», explica; y lo hizo «perfecto». De la altura como cineasta que tenía da buena cuenta la gira que hizo para promocionar este corto: «Fuimos a importantes festivales y recibimos el reconocimiento unánime de mucha gente del cine». Y de los seguidores también, puesto que, indica Sánchez, «desde que esta mañana se supo de su muerte no hice otra cosa que recibir mensajes de distintos puntos: Era un actor muy reconocido, un mito».

El cineasta, máximo creador español de cine fantástico y de terror, nació en la capital el 6 de septiembre de 1934 y en su infancia quedó fascinado de por vida por la película «Frankenstein y el hombre lobo».

Estudió Arquitectura en Barcelona, fue diseñador de cubiertas para empresas discográficas, dibujante de cómic, escritor de novelas del Oeste bajo seudónimo y siete veces campeón de España de halterofilia, pero el cine no tardó en volver a hacerse presente en su vida: actuó como «extra» en los largometrajes «Rey de Reyes» (1961), «55 días en Pekín» (1963) y «El último gladiador» (1964) y tuvo un papel más amplio en «Agonizando en el crimen» (1967).

Pero no fue hasta 1968 cuando debutó como protagonista en el filme de Enrique Eguiluz «La marca del hombre lobo», un personaje que marcó su trayectoria y que el actor llegó a encarnar una docena de veces. No en vano era su monstruo predilecto por su cercanía «al hombre común». Además de licántropos, Naschy encarnó todo un plantel de personajes fantásticos: vampiros, jorobados, momias, demonios y zombis, sin dejar de lado sus facetas de director y guionista, que aplicó en muchas de sus cintas.

También trabajó el género documental, con títulos como «El Museo del Prado» o «Las cuevas de Altamira».

Presidió el Círculo de Escritores Cinematográficos y en el año 2001 le fue concedida la medalla de oro al Mérito en Bellas Artes.

Desde entonces, a Naschy, que mantuvo una frenética actividad cinematográfica hasta el último día de su vida, le llovieron los homenajes y galardones honoríficos en reconocimiento a su carrera, como los que recogió en los festivales de Sitges, Nueva York, Amsterdam, París y Oporto, o el brindado por el Ateneo de Madrid en 2004.

En octubre de este año había finalizado el rodaje de la película «La herencia Waldemar», que se estrenará el próximo mes de enero.