Barcelona,

Xavier DOMÈNECH

Joan Guinovart es presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) y director del Instituto de Investigación Biomédica, con sede en Barcelona. Como científico mantiene una posición crítica hacia el Gobierno español por dos motivos: el recorte de las partidas de I+D en los Presupuestos Generales de este año y el proyecto de ley de Ciencia de la ministra Cristina Garmendia, que se debatirá próximamente en el Parlamento.

-¿Qué debe hacerse para que España produzca premios Nobel científicos?

-Apostar por el talento, sea local o extranjero, y por la internacionalización de los centros de investigación, poniendo los medios económicos suficientes, y, sobre todo, con un tipo de organización que nos permita ser eficientes.

-¿Qué caracteriza el modelo catalán en el que usted trabaja?

-Es más ágil, flexible y eficaz, porque puede funcionar con un criterio más empresarial, juzgando por resultados, dando más confianza a los centros a cambio de que rindan más cuentas a posteriori, dotando a los directores de los institutos tanto de verdadera autoridad como de verdadera responsabilidad, incluida la de pagar por sus errores. Este modelo está muy lejos del rígido, burocratizado, funcionarial, con muchos filtros a priori y pocos a posteriori, que es el de la Administración del Estado. El Instituto de Investigación Biomédica es un centro con voluntad internacional, de jugar en la Champions, con una dirección que responde ante el patronato, con un consejo asesor internacional que, en nuestro caso, tiene quince científicos internacionales, con dos premios Nobel.

-¿Y esto, según el informe de la Cosce, no es lo que propone la nueva ley de Ciencia?

-La nueva ley consagra el sistema burocratizado, en vez de aprender de las experiencias de éxito.

-Ustedes critican el sistema de contratos permanentes que fija la ley. Los becarios pensarán que apuestan por la precariedad.

-Una cosa es recibir un sueldo digno, a lo que nadie se opone, y otra, pensar que nunca jamás te moverás de sitio, con independencia de tu valor. ¿Se imagina que todos los estudiantes de Música del Conservatorio tuvieran que acabar de profesores? No tiene sentido.

-Están a favor de la movilidad...

-Y de la lucha contra la endogamia. Que a los mejores se les facilite progresar, y los que han perdido interés o capacidad, que encuentren su oportunidad en otro lugar.

-¿Quién evalúa los rendimientos y con qué criterios?

-El criterio son los resultados. Nosotros producimos descubrimientos que se traducen en publicaciones y en patentes transferidas a las empresas. Y, en menor grado, en la creación de empresas spinn-off.

-¿La evaluación está, pues, en manos de la empresa privada, que se interesa o no por una patente?

-En los centros de investigación, el factor primario es el conocimiento, que se evalúa por las publicaciones. Hay una correlación, imperfecta pero significativa, entre el valor del descubrimiento y la revista que acepta publicarlo. Algunos descubrimientos sin una aplicación inmediata tienen en cambio una gran trascendencia.

-¿Sería una buena idea descentralizar el gasto al máximo?

-Como mínimo, la gestión del gasto.

-En su informe sobre la ley de la Ciencia, la Cosce se queja de que no se aclara la relación entre Estado y autonomías.

-La Constitución manda, y dice que la investigación es una competencia compartida. Hay autonomías que lo ejercen más que otras, y las que lo hacen adoptan modelos diferentes, para eso son autonomías. La ley prevé un consejo político como ente de coordinación, y el informe dice que quizá no será capaz de llevar una coordinación eficaz.

-Pero un órgano demasiado ejecutivo puede incrementar el nivel de interferencia sobre las autonomías que funcionan.

-Las comunidades que quieran apostar por la ciencia deben poder hacerlo, pero a la vez hace falta una mínima coordinación que evite contradicciones. Otra cosa que reclamamos los científicos es que la gestión de la financiación de la investigación la lleven a término científicos con criterios científicos, que estén al margen de los vaivenes políticos.

-¿Tiene sentido que haya políticas científicas nacionales dentro la Unión Europea?

-Cada Estado de la Unión Europea debe poder decidir qué importancia concede a la ciencia, pero Europa debe jugar un papel más importante. El European Research Council nació del clamor de los científicos, y especialmente de los bioquímicos, por crear un ente que nos permitiera competir con los Estados Unidos, donde la política de investigación no es de los estados, sino federal.

-Porque lo entienden como un elemento estratégico de su presencia al mundo.

-Europa también tiene sus planteamientos estratégicos.

-La Cosce ha criticado el recorte presupuestario español en materia de investigación. Pero Rodríguez Zapatero dice que en los últimos años esta partida ha crecido mucho.

-Es verdad que en 2006, 2007 y 2008 aumentó dos dígitos por año. Ello creó una atmósfera interna de optimismo y de ilusión, y fuera se veía a España como un país que cogía el tren del futuro, un buen lugar donde hacer ciencia. Nature habló de una nueva edad de plata. Pero en 2009 el crecimiento se frenó y en 2010 llegó el recorte, con lo que dejamos de generar confianza. La buena fama cuesta mucho conseguirla, pero muy poco perderla.

-¿Y por qué no se debe recortar en ciencia cuando se recorta en todo? Estamos en crisis y hay prioridades.

-¡Es que no se ha recortado todo! El conjunto del presupuesto no se ha reducido, y la ciencia es el capítulo más recortado. ¿Por qué no se debe hacer? Pues porque hace falta un cambio de sistema productivo. Invertir en ciencia no nos saca de la crisis hoy, pero cuando salgamos, haberlo hecho nos permitirá avanzar más deprisa y nos defenderá de la siguiente crisis. Ya hemos visto lo que daba de sí el ladrillo; si no desarrollamos una economía basada en el conocimiento, seremos más pobres y no podremos pagar los subsidios de paro, ni las pensiones, ni los trasplantes ni la ley de Dependencia. El recorte ha sometido a los grandes centros españoles a una cura de adelgazamiento, con la idea de que tenían reservas para aguantar, pero a finales de 2011 ya se las habrán comido, y si no los vuelven a alimentar no podrán sobrevivir. Si en 2011 el presupuesto remonta, el sistema no se habrá hundido, pero si se repite el recorte, morirá de inanición.