Oviedo, M. S. MARQUÉS

Pocas personas lucen un currículum más convincente para llevar adelante la Biblioteca Nacional. Sin embargo, Milagros del Corral decidió abandonar hace algo más de un mes ese puesto, cuando desde el Gobierno se decidió pasar la Biblioteca de dirección general a subdirección. Su decisión contó con muchos apoyos dentro y fuera de la casa. Ahora, jubilada, ha vuelto a trabajar para la UNESCO de forma independiente.

-Un mes después de su abandono de la Biblioteca Nacional por la decisión del Gobierno de rebajar el rango de la institución, ¿cómo valora la medida?

-Creo que es un menosprecio para la Biblioteca por parte de quienes han tomado la decisión. Es una medida que no significa ningún ahorro y que forma parte de esas urgencias con las que trabajan los políticos y de falta de rigor intelectual. Pensaron que con esto se armaría menos jaleo que con otras cosas. En fin, es esa lógica que cuesta entender porque no siempre coincide con la lógica de las cosas. También estoy convencida de que esto es una situación que será coyuntural y que la Biblioteca Nacional, más pronto que tarde, recuperará su status.

-El mundo de la cultura no dudó en solidarizarse con usted. ¿Esperaba tanto apoyo?

-Me resultó grato, y en cierta medida sorprendente, porque fue un movimiento del mundo de la cultura en general y también del mundo de internet. Los jóvenes, que a lo mejor nunca han pisado la BN, sintieron esto como una agresión. Para mí ha sido muy agradable. La verdad es que fue un momento difícil porque sentí mucho tener que tomar esta decisión; estaba encantada en la Biblioteca, estábamos llenos de proyectos, con cosas que me apasionaban; pero lo hice porque era lo único decente que yo podía hacer. Pero ha sido muy confortador ver que otra gente había hecho la misma lectura que yo. Eso me ha hecho pensar que quizás en este período habíamos tenido éxito en acercarnos a la sociedad.

-¿Desde su posición de experta cree que el futuro de la edición pasa por el libro electrónico?

-Creo que estamos ante dos nuevos canales de transmisión del conocimiento, uno clásico y otro nuevo, que van a convivir. En el conjunto del sector editorial habrá segmentos enteros de líneas editoriales que van a encontrar mejor acomodo en un texto electrónico que en el papel, seguramente porque requieran actualización frecuente; mientras que otro tipo de líneas, como las que tienen que ver con las humanidades y el pensamiento, que requieren una lectura lineal, encontrarán que el sistema tradicional sigue siendo vigente. Dicho esto, hay que tener presente que la famosa brecha digital se sitúa hoy en todos los países como una brecha generacional. Lo que a nosotros nos parece hoy de una determinada manera no sabemos cómo les parecerá a los niños que pronto serán jóvenes.

-¿Está penetrando más despacio de lo esperado?

-En todo el mundo ha tenido una entrada más prudente que la que se produjo en la música, donde lo hizo arrollando. También porque la experiencia del sector discográfico y de la música asustó bastante a los editores y porque los dispositivos que había no se prestaban. Además hay que tener en cuenta que el número de personas que leen es mucho más reducido que el de las gentes que escuchan música; no tiene ninguna comparación. De todas maneras, no cabe duda de que los dispositivos van haciendo grandes progresos y la aparición del iPad marca el principio de una nueva era.

-¿Están las bibliotecas preparadas para el nuevo sistema?

-Nosotros, en la Biblioteca Nacional, viéndolo venir, ya propusimos a los editores ensayar una plataforma legal de contenidos en la propia BN, que es lo que resultó ser el proyecto «Enclave».

-¿En qué se ocupa tras dejar la dirección de la Biblioteca?

-Mi última y reciente ocupación es un encargo de la UNESCO que siempre ha tenido un programa de desarrollo del libro muy potente pero no se había metido en el campo de la edición digital. La nueva directora general me propuso presidir el comité científico de un programa nuevo que van a lanzar «Del libro al e-book», un poco con la idea de analizar este fenómeno y también de diseñar unas políticas de desarrollo del sector y de su paso, suave pero seguro, al universo del «e-book». Acepté, entre otras cosas, porque trabajé dieciséis años en la UNESCO y tengo allí muchos amigos. Vamos a organizar en junio del año que viene un foro mundial sobre esto en Italia. Va a ser un proyecto bien interesante.

-¿Qué va a pasar con los proyectos que tenían para el tercer centenario de la biblioteca?

-Se resentirá por las difíciles razones económicas de nuestro país, que es lo más grave que sucede. Habíamos propiciado la Fundación Amigos de la BN, que está integrada por un grupo de empresas muy potentes que también están pasándolo mal, como todo el mundo. De todas formas, saldrán cosas, aunque se hagan menos.