Oviedo, P. RUBIERA /

M. S. MARQUÉS

Ligado íntimamente a la Universidad de Oviedo de la que actualmente era profesor emérito, José María Martínez Cachero falleció ayer en la capital asturiana, la misma ciudad en la que vino al mundo en 1924. Mantuvo prácticamente su actividad habitual hasta hace unos días, en que el proceso cancerígeno que padecía se agravó inesperadamente. Murió sobre las siete de la tarde, en su casa de la calle Toreno de Oviedo con vistas al Campo San Francisco, lugar habitual de sus paseos cotidianos, acompañado de sus dos hijos, José y María Martínez-Cachero Rojo, de su hija política y de sus dos nietos. Su esposa, Josefina Rojo, a la que adoraba, falleció hace unos años.

Su muerte sorprendió a muchos de sus conocidos y allegados, algunos de los cuales todavía recordaban haberlo visto pasear hace unos días por la ciudad. El funeral se celebrará mañana, a las doce, en la iglesia de San Juan el Real.

El que fuera catedrático de Literatura Española Moderna y Contemporánea, autor de varios libros y numerosas publicaciones y destacado especialista en Clarín se había licenciado en 1945 en Oviedo en Filosofía y Letras, sección de Filología Románica.

Inmediatamente pasó a ser ayudante interino impartiendo clases gratuitas en prácticas en el primero de los cursos comunes de la asignatura de Literatura Española. Poco después se doctoró por la Universidad Central de Madrid con la tesis «Vida y obra de Emilio Ferrari (1850-1907)», para, en 1960, obtener por oposición la cátedra de Lengua y Literatura Española en el Real Instituto Jovellanos de Gijón, centro en el que pasó cinco años hasta conseguir la cátedra en la Universidad de Oviedo, donde se jubiló de manera «forzosa y anticipada», como le gustaba decir, en 1989.

Cachero ocupó diferentes cargos académicos y fue profesor visitante en las universidades norteamericanas de Vanderbilt y Albuquerque. Dirigió tesis, fue jurado de numerosos premios literarios y miembro del consejo de redacción de revistas literarias. Como especialista en literatura, fue un gran conocedor de la novela española del siglo XX, desde Azorín hasta hoy, así como un gran estudioso del Modernismo y un descubridor para sus alumnos de los años sesenta de los escritores del boom de la narrativa hispanoamericana y de los autores españoles del exilio.

Antonio Insuela, que siguió sus pasos en la Universidad de Oviedo como profesor de Literatura, lo describe como una figura fundamental de la docencia y de la investigación literaria en España. «Dedicó cincuenta años a esta institución y fue un trabajador infatigable y una persona discreta alejada de cualquier exhibicionismo, vivió para la Universidad», comenta Insuela, que mantuvo con el fallecido una intensa relación que se inició en los años de estudiante y continuó hasta el final. De Cachero destaca «el trato respetuoso que siempre tuvo con quien se acercaba a él, su elegancia en las formas, casi de otra época».

«Es una gran pérdida para la cultura no sólo asturiana y una muerte demasiado inesperada por la rapidez con que su enfermedad se desarrolló», señala Insuela, quien aún tiene en mente la presentación de su último libro sobre la literatura de la llamada zona «nacional» durante la Guerra Civil, «Liras entre lanzas», en el mes de mayo pasado.

En los últimos años de su vida, Cachero fue homenajeado por la Universidad de Oviedo, que le dedicó una publicación formada por tres tomos. También se le dio su nombre a una sala de revistas como creador, junto con José Caso, de una gran hemeroteca de revistas culturales en la Universidad.

Pero esto es sólo una muestra de los muchos reconocimientos que mereció a lo largo de su dilatada vida. En 1992 fue designado miembro correspondiente en Asturias de la Real Academia Española de la Lengua y, cuatro años después, elegido presidente de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX. Además, fue miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), donde hace pocos años hizo público su descontento por la falta de voz y voto de los mayores de 75 años.

Fiel a su carácter independiente, José María Martínez Cachero fue durante algunas ediciones jurado del premio «Príncipe de Asturias» de las Letras, pero dejó de ser invitado por sus críticas a los fallos, que, en su opinión, descartaban a los candidatos en lengua española.