Las investigaciones de la familia se concretan, por el momento, en una página web donde se van colgando nuevos datos. «Pensamos que alguien pueda aportar luz y queremos que el contenido de la web crezca. Y los que tengan simplemente curiosidad y hayan leído "El código Da Vinci" pueden disfrutar con el cuadro». Y en varios tomos en los que se incluyen estudios técnicos y alguna teoría.

Una de ellas es la que pone posible identificación a los personajes de las tablas laterales. Además de San Juan Bautista, una de las figuras podría ser Ludovico Sforza, Ludovico el Moro, duque de Milán y mecenas de Leonardo. En el lado contrario la figura más significativa apuntaría al emperador Maximiliano I, con estética mitad rey y mitad santo. Y a su lado, arrodillada, la que en 1493 se convirtió en su esposa, Blanca María Sforza, sobrina de Ludovico, y la hija del emperador, Margarita de Austria, que por entonces contaba unos 13 años.

La boda, en noviembre, se celebró en Milán por poderes y es el propio Ludovico quien representa a Maximiliano en la ceremonia. En ese mismo año, Maximiliano había sido nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. La boda, ya en presencia de la novia, se celebró en marzo del año siguiente en Innsbruck, y allí estaba Leonardo como invitado y como organizador de la puesta en escena y el protocolo. Era ya Leonardo da Vinci, con apenas 42 años, un genio conocido, que vivía enfrascado y obsesionado en los estudios de la Geometría.

Maximiliano y Blanca no tuvieron descendencia, pero el único varón del emperador con su primera esposa, María de Borgoña, estaba destinado a ser figura importante en la historia de España por su matrimonio con Juana, la hija de los Reyes Católicos. Era Felipe el Hermoso, el padre de Carlos I.

Volvamos al cuadro. Ya que las fechas encajan, ¿podríamos estar ante una obra de arte donada por el propio Ludovico Sforza a Maximiliano como regalo de bodas? El cuadro acabaría siendo propiedad de la «niña» Margarita de Austria, uno de los personajes retratados, que murió sin descendencia. El destino natural de la obra sería Carlos, su sobrino, al que quizá no le hacía ninguna gracia quedarse con un cuadro en el que apareciera su abuelo Maximiliano con una Sforza. No se destruyó, sino que en algún momento tal vez podría haber acabado en manos del priorato de Sión, o sea, en manos de alguien que sí podía leer todas las claves que contiene.