Langreo, Eduardo GARCÍA

«Si nun lluches tas muertu», reza en negro una pintada sobre la pared desnuda. La vida de la fábrica que instaló en Langreo la Sociedad Ibérica del Nitrógeno fue breve, pero intensa (no llegó a los 50 años). Llegó a tener una plantilla de más de 800 personas, pero lo que se inició en 1950 como un proyecto gigante para la producción de materias como amoniaco, ácido nítrico o sulfúrico comenzó a desinflarse a mediados de los sesenta y no superó la crisis definitiva de los noventa. Una fabricona para unas pocas décadas. El Nitrógeno, como se la conocía en la cuenca del Nalón, lleva alrededor de quince años abandonada a su suerte.

«Cuidado por donde andáis, que esto está contaminado», avisa un vecino. Es mediodía, luce el sol y huele a mimosa, pero el solar inmenso de la fábrica langreana se asemeja a un plató de Hollywood, un mundo de naves industriales, estanques de decantación, torres de refrigeración y edificios auxiliares que, por su soledad y volumen, inquieta. Algo así como 200.000 metros cuadrados de olvido.

Entramos en el corazón de «la mayor fábrica abandonada de Asturias, y probablemente de España», a juicio del que fuera alcalde de Langreo, Aladino Fernández, profesor de Análisis Geográfico en la Universidad de Oviedo. Es un espacio singular por su historia pero también por su arquitectura. El complejo lleva firma de un ingeniero ilustre, el riojano Carlos Fernández Casado (1905-1988), el mismo que diseñó y da nombre al puente sobre el embalse de Barrios de Luna. Casado levanta unas naves espléndidas, de unos 200 metros de largo y 60 de ancho, con bóvedas espectaculares con cerchas de acero y sin soportes intermedios. Las naves disponen de dos grandes franjas paralelas de ventanales que permiten la entrada generosa de luz solar. Hormigón, acero y vidrio, un ejemplo perfecto de arquitectura de vanguardia del movimiento moderno. Paredes en curva, contrafuertes y marquesinas contribuyen a dar un plus de belleza a la utilidad, aunque hoy la fábrica forme parte de un escenario de devastación, a la sombra de la central térmica y a la orilla de la carretera general.