Nieto y descubridor de los diarios

Madrid, Módem Press

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«El horror de la guerra en retaguardia es ver cómo se destruye lo material y lo inmaterial», afirmó ayer Carlos Oppé González de Posada en la presentación de los diarios de su abuelo, el asturiano Carlos González Posada. La Fundación Ortega-Marañón de Madrid acogió ayer la presentación del libro «Diario de la Revolución y la Guerra», fruto de los diarios personales de Carlos González Posada, hallados fortuitamente hace cinco años por su nieto, que recogen su experiencia vital durante la Guerra Civil, y de los que informó en exclusiva LA NUEVA ESPAÑA el pasado sábado. Carlos González Posada, hijo del jurista asturiano Adolfo González Posada, fue letrado de las Cortes y secretario personal de Julián Besteiro, uno de los políticos socialistas más destacados del primer tercio del siglo pasado.

Asistieron al acto muchos familiares, entre los que se encontraban su hija Lucila y sus nietos Carlos -quien encontró los diarios y ha promovido la publicación de este libro-, Anthony, Edward y Sophie, llegados de Estados Unidos e Inglaterra para la ocasión.

El historiador de la Universidad de Granada Miguel Ángel del Arco destacó el valor de los diarios de González Posada, «porque apenas tenemos testimonios de la vida en la retaguardia; para los historiadores un diario es una fuente mucho más importante que unas memorias, porque éstas suelen ser un balance a posteriori. No hay una fuente igual, sobre todo, en este caso, ya que González Posada habla de la retaguardia republicana al principio de la guerra, y de la nacional al final».

Los diarios hacen referencia a muchas personas desconocidas por los investigadores académicos, así que Amalia Martín Gamero, tía de Carlos Oppé, y coetánea de Carlos González Posada «iluminó» a los eruditos y aportó las notas a la edición: «Era una buenísima persona, un hombre recto y culto que tuvo que vivir unas circunstancias muy difíciles. Pertenecía a esa «tercera España» que no era de un lado ni de otro y que acabó pagando las consecuencias en ambos lados; era un liberal».

Carlos Oppé, nieto de Carlos González Posada y bisnieto del ilustre Adolfo González Posada, fue el descubridor de los papeles de su abuelo en la casa londinense de su madre, Lucila González Posada. A pesar de sus raíces y de vivir en España hace una veintena de años, mantiene un marcado acento británico.

-¿Qué buscaba cuándo halló estos cuadernos?

-Al cumplir 50 años decidí investigar sobre mi familia inglesa y española, porque creía que mis dos hijas debían conocerla. Cuando encontré estos papeles escritos a mano en un cajón intuí que serían algo importante. No había hablado nada con mi madre al respecto y cuando los empecé a leer en seguida me di cuenta de que eran importantes. Contacté con un amigo que se lo pasó al historiador Miguel Ángel del Arco, quien, tras leerlos, dijo que eran muy valiosos. Además de los diarios, encontramos más documentos que empezamos a investigar.

-¿Qué imagen previa tenía de su abuelo?, ¿qué le habían contado?

-No lo conocí. Cuando era pequeño mi madre me habló de él, pero a esa edad las cosas te entran por una oreja y te salen por la otra sin valorar las cosas importantes de la historia de tu familia. Con la edad, empiezas a investigar, y hallé estos papeles. No sabía si históricamente eran importantes, pero me emocionó encontrarlos.

-¿Cómo calificaría ahora su trayectoria vital?

-Era un personaje idealista, algo que me encanta, porque yo también lo soy. Reconocí ahí mis raíces. Su vida es una tragedia porque luchó para que sus ideales cambiaran España y no lo consiguió. Lo depuraron y se quedó sin su puesto de trabajo. Lo trataron bastante mal, y esto lo hundió. Su historia es una tragedia muy triste, aunque el libro me ha llenado de esperanza.

-Su abuelo abandonó la zona republicana y, tras pasar por San Juan de Luz (Francia), llegó a la zona nacional. Sin embargo, estuvo cuatro semanas en las cárceles franquistas y fue socialmente represaliado. ¿Qué sucedió?

-Serrano Súñer fue la persona que al final lo marcó como sospechoso. Lo condenaron por ser secretario de Julián Besteiro. Las dos familias eras muy amigas y supusieron que mi abuelo sería marxista, aunque realmente no lo era.

-¿Por qué regresó a España cuando en Francia estaba a salvo de la guerra?

-Volvió a España porque quería ayudar a reconstruirla, pero vio que no era posible hacerlo. Lo trataron laboralmente muy mal y al final tuvo que conformarse con un puesto de trabajo en las Cortes por debajo de su valía.

-¿Qué referencias a Asturias hace su abuelo en los papeles que encontró?

-Además de unas fotografías de las playas de Llanes y Salinas, hace varios comentarios. En uno de ellos señala que su primer recuerdo de niño es el granizo en Oviedo en un día de fiesta. Fue algo que me gustó mucho.

-Ideológicamente, ¿cómo caracterizaría a su abuelo?

-Evolucionó constantemente. Confiaba en la República, pero en Octubre del 34 un primo suyo fue secuestrado por los mineros durante la Revolución de Asturias y se desencantó. Con la Guerra Civil en marcha, pasó a la zona franquista, pero renunció a cualquier tipo de radicalismo, como las personas pertenecientes a esa «tercera España», que no encontró su sitio en ninguno de los bandos y que pereció emparedada por las otras dos; aunque más adelante aceptara el régimen de Franco como mal menor nunca lo apoyó.