Oviedo, E. G.

El 11 de septiembre de 2001, día del atentado terrorista a las torres gemelas en Nueva York, Miguel Ángel Lombardía inició un tríptico de homenaje a las víctimas. Lo tituló «Flores para Manhattan» y compone una obra monumental de seis metros de largo. Las flores son calas, que se yerguen como torres ante un espacio indefinido de blancos y ocres. Llevan firma y data: 11-9-01. Una fecha para no olvidar.

Lombardía inauguró ayer exposición en la sala de arte del edificio histórico de la Universidad, en Oviedo, con asistencia del rector Vicente Gotor. Una muestra para echar la mirada atrás, pero no tanto. Obra que tiene que ver con esa primera década del siglo y en especial con ese 2001 de enorme fertilidad en la trayectoria del pintor, grabador y escultor langreano (Sama, 1946).

Fue una inauguración atípica, sin discursos, aunque con vino español posterior. El único que tomó la palabra fue el comisario de la exposición, Fernando Huici March, quien ejerció de guía para explicar las líneas maestras de Lombardía desde 1999, «momento en que su obra da un gran cambio, un salto a una mayor libertad de expresión».

Apenas una veintena de cuadros sirven para constatar las explicaciones teóricas de Huici. Hay tres motivos que marcan la pauta: Cuadros de flores; retratos, que apuntan a diálogos de libertad un tanto desenfrenada, con sus personajes, y paisajes que Lombardía gusta de calificar de «asturianos» pero que no se dejan enmarcar demasiado en geografías concretas. Son paisajes «líquidos», «acuosos» y hasta «submarinos» en palabras de Fernando Huici March. Paisajes sin más límites que los que impone las dimensiones del lienzo.

La exposición de Miguel Ángel Lombardía lleva antetítulo: «De paisajes, monstruos y flores» (los monstruos son los retratados, a los que el artista langreano apenas concede parecido en beneficio de un expresionismo muy personal). Y lleva subtítulo: «Más de 50 años de pintura». No es que Lombardía sea excesivamente veterano, sino que comenzó muy pronto cuando apenas era un adolescente y se atrevía ya a mostrar su obra en exposiciones.

«Paisajes acuosos, monstruos entrañables y flores melancólicas... Cinco décadas, a estas alturas, de andar dando vueltas, con mano cada vez más diestra y emancipada, a la sustancia untuosa de la pintura», escribe Huici en el catálogo.

La muestra cuenta con el apoyo de Cajastur y la Universidad de Oviedo y estará abierta hasta el 30 de junio, en horario de once de la mañana a dos de la tarde y de cinco a ocho y media (en días laborales), y de diez de la mañana a una y media de la tarde los sábados.