Con la aprobación definitiva del nuevo Catálogo Urbanístico de Gijón se ha dado a entender que todo el patrimonio arquitectónico merecedor de tal consideración, tanto en la ciudad como en el concejo, se encuentra protegido. Pero la realidad es otra. Numerosos ejemplos de arquitecturas singulares siguen, por motivos desconocidos, en el mismo limbo en el que estaban antes de que se efectuase la revisión del catálogo anterior, estando, así, expuestos a que intereses y azares diversos determinen su existencia. Son arquitecturas desprotegidas y que, por tanto, pueden verse afectadas por reformas e incluso ser derribadas.

Se comentan aquí media docena de elementos de nuestro patrimonio arquitectónico local ausentes en dicho catálogo y, por tanto, abocados a desaparecer, aunque cada una de ellas sea muestra de una parte de la historia de Gijón.

Palacio de Justicia. En su momento esta construcción fue una apuesta arriesgada de su autor, el arquitecto Pedro Cabello Maíz, en favor de la implantación del Movimiento Moderno en la ciudad, que resultó, además, especialmente significativa, por tratarse de un edificio público.

Igualmente, este inmueble es parte de la gran obra del doctor Avelino González, quien con tesón infatigable consiguió levantar en medio siglo las sedes de la Gota de Leche y del colindante Hogar Materno Infantil más este edificio, inicialmente destinado a albergue y hospital infantil. González incluso consiguió que el espacio al que dan frente estas tres construcciones se denominase oficialmente paseo de la Infancia.

Después del injustificable derribo de la antigua Escuela de Peritos efectuada por el anterior Gobierno del Principado, todo hace presagiar que este edificio, una vez trasladadas las dependencias judiciales, correrá la misma suerte, cuando podría destinarse a múltiples usos, incluyendo el de albergar el tan demandando centro municipal de la zona centro de Gijón.

Edificio en la calle Concepción Arenal esquina con Celestino Junquera. Es uno de los edificios más interesantes realizados durante el último cuarto del siglo XX, tanto por su diseño como por la inclusión en las fachadas de revestimiento cerámico combinado con pavés. Una vez desaparecidas las fachadas originales de las Torres de la Estrella en La Calzada tras su reforma, este inmueble es el que mejor representa en la ciudad el llamado informalismo arquitectónico con la singularidad de que en él su autor, Joaquín Aranda, jugó con algunos referentes clásicos del racionalismo.

Este caso es la mejor muestra del gran lastre que arrastra el actual catálogo, debido al cuestionable criterio de dejar sin protección a la arquitectura contemporánea realizada después de 1970. Aunque muchos de estos edificios no se derribarán, la reforma arbitraria de sus fachadas tendría un efecto devastador.

Edificio en la calle Dindurra esquina con Santa Doradía. El único edificio racionalista de cierto porte existente en el casco urbano que ha quedado fuera del catálogo, dando la sensación de que no se ha sabido ver debajo del revestimiento de plaqueta que actualmente lo cubre, y que puede ser fácilmente eliminado, su auténtico valor.

A pesar de este «maquillaje» de azulejo aplicado hace unas décadas, el edificio se conserva tal cual; fue concebido incluyendo sus diseños de carpintería y rejería originales.

Chalés andaluz y asturiano de El Bibio. En el número 13 de la calle Anselmo Solar puede verse un chalé de referencias mediterráneas que resulta chocante en una zona residencial asturiana. Manuel del Busto lo proyectó en 1929 influenciado por la arquitectura popular andaluza tras su visita a la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Originalmente estuvo pintado por completo de blanco.

Tampoco cuenta con mejor suerte el único ejemplo de regionalismo asturiano conservado en el casco urbano, tendencia escasa en Asturias, aunque suene extraño, debido a la preferencia de propietarios y arquitectos de la época por el regionalismo montañés. Siguiendo un modelo sintetizado de casona asturiana, el edificio se ubica en la confluencia de la plaza de Manuel del Busto con la calle Usandizaga, conservando también esta parcela el diseño de jardín original.

Antigua casa de bombas del emisario de Peñarrubia. Pequeña, discreta y funcional, esta pieza de arqueología industrial fue, sin embargo, la punta de un iceberg que estaba constituido por los ocho kilómetros de colectores de la primera red moderna de alcantarillado de la ciudad, construida con gran esfuerzo entre 1928 y 1930, cuyas aguas residuales eran bombeadas desde aquí al emisario terrestre de Peñarrubia.

Muy probablemente desaparecerá en breve con motivo de las futuras obras de la EDAR del Pisón.

Molino de viento de Somió. No puede extrañar que en una colina conocida con el topónimo de Monteviento, perteneciente al barrio de La Corolla, se emplace un molino de viento siguiendo el tradicional modelo manchego, aunque sí resulta peculiar ver uno en Asturias.

Con más de un siglo de antigüedad, aunque ya no conserva sus aspas ni su función original y su interior ha sido parcialmente remodelado para hacerlo habitable, el otrora molino sí conserva íntegra su estructura y su peculiar silueta, siendo el único ejemplo de esta tipología que queda en el municipio, si bien existió al menos otro ubicado en la finca que hoy ocupa el Hospital de Jove.