Oviedo, Javier NEIRA

El Conservatorio de Oviedo homenajeó ayer, a los cien años de su muerte, al emprendedor y compositor Anselmo González del Valle, que, entre otras muchas cosas, fundó la institución y la sufragó en buena medida durante años. González del Valle es una figura de enorme significación en la historia contemporánea de Asturias, sin embargo apenas sesenta personas asistieron ayer a las dos conferencias, a cargo de los catedráticos José María González del Valle y Ramón Sobrino, y al recital de la pianista Purita de la Riva que conformaron el homenaje.

La cita, a las doce del mediodía, en el auditorio del Conservatorio. Abrió la sesión Alberto Veintimilla, director del Conservatorio Superior. Repasó la larga toma de conciencia del Conservatorio sobre la significación plena de González del Valle, un camino labrado por estudiosos como Fidela Uría, Santiago González del Valle, Ana Cristina Tolivar o el propio Ramón Sobrino. Y presentó a los conferenciantes.

José María González del Valle, nieto del homenajeado, catedrático de Derecho Canónico y director del departamento de Ciencias Jurídicas Básicas de la Universidad de Oviedo, comentó la biografía de González del Valle desde su nacimiento en Cuba en 1852. Como documentación leyó la esquela del industrial y compositor, en la que figura como presidente del ferrocarril Económicos, consejero de la Sociedad Industrial Santa Bárbara y de Explosivos, así como ex diputado en Cortes. A lo que hay que añadir sus actividades vitivinícolas.

El padre del compositor, del mismo nombre, nació en Oviedo, emigró a Cuba y se casó con un niña de 13 años de familia muy rica. Formó parte de un círculo familiar en el que figuraban un catedrático de Medicina y otro de Física, con títulos como marqués de Campoameno, que venía de Felipe V. Procedían, unos y otros, de San Claudio y de Sograndio.

El compositor vivió en Cimadevilla y después alquiló el palacio de Velarde -actual sede del Museo de Bellas Artes de Asturias- por el coste prohibitivo de 250 pesetas al mes. No satisfecho, construyó el palacete denominado de Concha Heres, en la calle Toreno -el mejor de la ciudad, en el solar se edificó después la actual sede del Banco de España-, y como no era muy funcional -y no muy grande, según explicó su nieto, ante cualquiera aseguraría que era enorme- adquirió en 1885 la casa y finca de Faustino Roel, donde ahora está el Instituto Alfonso II -«donde estudié yo», añadió el nieto-, así que la casa de Concha Heres acabó siendo adquirida por Pedro Masaveu en 1943 y derribada en tiempos de la alcaldesa Eloína Suárez, añadió el conferenciante. Acabaron en el edificio -también derribado- que hacía esquina entre Campomanes y Leopoldo Alas, «semejante a las casas del barrio de Salamanca, con 13 balcones a una calle y 10 a la otra».

Tomó la palabra después Ramón Sobrino, catedrático de Análisis Musical y director del departamento de Historia del Arte y Musicología de la Universidad de Oviedo -así como profesor de piano, médico...-, para ofrecer la conferencia titulada «El compositor y pianista Anselmo González del Valle». Sobrino aportó una abundantísima documentación, en su mayoría inédita, al menos para el gran público.

Indicó que González del Valle había sido concejal del Ayuntamiento de Oviedo, que entregó a la Universidad de Oviedo 38.000 reales para sufragar su déficit y que había estudiado con Víctor Sáenz, aunque no se conoce bien qué otras maestrías recibió. Viajaba a París pero no publica allí, otra incógnita. Fundó la Sociedad Industrial Asturiana con Herrero, Tartiere, Masaveu y otros capitalistas. También fundó la Azucarera de Lieres y logró ser diputado con 10.129 votos.

Sobre el universo musical, el conferenciante indicó que en 1879 fue correspondiente de la Academia de San Fernando y en 1882 costeaba el orfeón y al año siguiente en la Escuela Provincial de Música, las actividades de solfeo, canto, piano y violín y la docencia de Víctor Sáenz. De ahí, el Conservatorio de Oviedo. Enlazó con Tomás Bretón, que le dedica «La Dolores», y en 1907 es socio fundador de la Sociedad Filarmónica de Oviedo.

Ramón Sobrino comentó que Anselmo González del Valle había compuesto setenta obras de música, en la línea del salón centroeuropeo o con carácter nacionalista, y que tenía una biblioteca de 20.000 obras musicales.

Perteneciente a la generación de Serrano, Albéniz o Arbós, no compuso según los grandes esquemas formales clásico-románticos, no se adentró en el mundo de las sonatas y los conciertos.

En su obra yuxtapone elementos, como hacía, entre otros, Sarasate, que permiten que el público identifique temas de óperas o folclóricas y todo dentro de un gran virtuosismo. Sobrino se puso al piano y ofreció ejemplos muy pedagógicos. Finalmente negó una opinión muy extendida -y demostró su tesis- según la cual González del Valle facilitó a Rimski-Kórsakov temas para su «Capricho español».

La concertista Purita de la Riva ofreció inmediatamente después un recital con cinco obras para piano de Anselmo González del Valle. «Mazurka», que confirmó lo apuntado por Sobrino, gracias a la maestría de la intérprete; el vals de la ópera «Fausto», de Gounod, muy difícil, encantador y majestuoso en las manos de De la Riva; la jota de la zarzuela «Cádiz», de Chueca y Valverde, enérgica; la «Rapsodia asturiana» antisentimental en la versión de la concertista y la «Rapsodia española» en la línea de los grandes compositores europeos y excelentemente ejecutada por Purita de la Riva.