Gijón, J. L. ARGÜELLES

Cinco siglos de la mejor creación artística española (pintura sobre todo, pero también escultura y fotografía) es lo que ofrece «Rasgos de arte. Esencia de coleccionismo», la gran muestra que el Centro Cultural Cajastur Palacio de Revillagigedo abrió ayer por la tarde al público en Gijón, sin la acostumbrada inauguración oficial y sin el siempre tan necesario catálogo. Se ve que no hay lugar ya en el que no se escuche el sombrío tambor de la crisis económica.

Y, sin embargo, pocas exposiciones más justificadas y mejor hilvanadas que ésta se montarán este año en el Principado. El público tiene ocasión de ver juntos por primera vez buena parte de los importantes fondos artísticos que Cajastur (que integra también Caja Castilla-La Mancha), Caja de Extremadura y Caja Cantabria fueron adquiriendo a lo largo del último medio siglo. Fusionadas las citadas cajas de ahorros en Liberbank, «Rasgos de arte» es la suma de un patrimonio de gran valor y una crónica, también, de la labor de mecenazgo que esas entidades asumieron como patrocinadoras culturales.

«En un momento como el actual, en el que todo el esfuerzo económico de la Obra Social tiene que destinarse al ámbito social, que se siga ofreciendo una actividad cultural de relevante valor es, al mismo tiempo, un atractivo y un reclamo para el público, para los ciudadanos de Asturias y para los visitantes», subrayó ayer Cajastur, la entidad organizadora.

«Rasgos de arte» reúne un centenar de piezas firmadas por algunos de los grandes artistas españoles de todos los tiempos, de El Greco a Barceló, pasando por Picasso («Pour Gerarld Cook», un dibujo a rotulador de 1964) o Miró («Composición», una tinta de 1953). La exposición ofrece la suficiente calidad y variedad para que cada visitante pueda hacer sus propios itinerarios y detenerse allí donde le plazca (las esculturas de Oteiza o Pablo Serrano; las fotografías de Soledad Córboba, Vilches, Chema Madoz o en «El caído», la famosa esculto-pintura que Canogar creó en 1972, por no hablar de las excelentes muestras de los informalistas españoles), aunque es recomendable un recorrido cronológico a partir de «Crucifixión», una pequeña tabla que Domenico Theotocopoulos, El Greco, pintó al temple a finales del siglo XVI.

A partir de esa pieza, la muestra ofrece destacados ejemplos de pintura manierista, barroca, romántica o vanguardista. Hay obras, por ejemplo, de Valdés Leal , Carreño Miranda, Antonio María Esquivel o María Blanchart, entre otros. No faltan cuadros de pintores tan representativos como Zuloaga, Palencia, Bores, Lucio Muñoz, Juan Genovés o Luis Gordillo.

«Rasgos de arte. Esencia del coleccionismo» incluye, como no podía ser de otra manera tratándose de una exposición organizada por Cajastur, una amplia y consistente muestra de algunos de los grandes pintores del Principado, desde el avilesino Carreño Miranda, uno de nuestros grandes pintores barrocos, hasta el mierense Pelayo Ortega, presente con su «Ciclista excéntrico». Junto a ellos, Dionisio Fierros, Darío de Regoyos, Telesforo Cuevas, Evaristo Valle, Nicanor Piñole, Paulino Vicente (padre), Joaquín Vaquero Palacios, Aurelio Suárez, Orlando Pelayo, Antonio Suárez o Luis Feito, que nació en Madrid pero se siente vaqueiro de Valdés.