Un proceso «casi milagroso» y dos hijos sanos. «Nuestro deseo de tener otro hijo pesaba más que el de conservar un pecho», afirma Beatriz Pando Moreno para explicar por qué en el año 2005 decidió someterse a una mastectomía preventiva. En aquel momento, esta gijonesa ya sabía a lo que se enfrentaba, pues cinco años antes habían tenido que extirparle la otra mama a causa de un cáncer. Con el componente dramático de que el tumor había coincidido en el tiempo con el embarazo de su primer hijo.

Hoy, continúa considerando «casi milagroso» que todo saliera bien: se curó del cáncer, su embarazo llegó a buen término, la mastectomía profiláctica no le causó mayores problemas y menos de un año más tarde nació su segundo hijo. «Jaime y Beltrán son niños perfectamente sanos y yo estoy muy bien», indica Beatriz Pando, quien atiende a LA NUEVA ESPAÑA en la cafetería que regenta en una céntrica calle de Gijón.

Todo el periplo médico de Beatriz Pando se desarrolló en la Clínica Universitaria de Navarra. En el primer episodio, rememora, «existían muy pocas posibilidades de que fuera compatible tratar el cáncer con quimioterapia y llevar adelante la gestación de Jaime». Sin embargo, ambos procesos concluyeron con éxito. Tan es así que, transcurridos cinco años, ella y su marido, Antonio Martínez, se plantearon la posibilidad de aumentar la familia. Pero, claro, pesaba sobre su ánimo el miedo a que el embarazo contribuyese a desencadenar un nuevo tumor.

La mujer gijonesa no presentaba alteraciones en ninguno de los dos genes más directamente asociados con el cáncer de mama. Sin embargo, «pregunté a los médicos si estaban completamente seguros de que no había ningún otro gen que pudiera causar problemas y me respondieron que no existía una seguridad completa». Fue entonces cuando ella misma planteó la mastectomía profiláctica. «Tengo la impresión de que en aquel momento era una opción mucho menos conocida que ahora», señala. Los médicos de Navarra le dieron el visto bueno y le practicaron la extirpación. A día de hoy, se muestra «absolutamente encantada» de aquella decisión. «Soy de pensar bastante las cosas, pero luego suelo quedarme satisfecha con lo decidido», sentencia.

El peligroso precedente de una hermana. «La decisión de Angelina Jolie ha venido muy bien para normalizar una intervención que hay que desdramatizar porque supone un gran beneficio». Matilde Sánchez, nacida en Elche (Alicante) pero residente en Biedes (Piloña) desde hace más de dos décadas, pasó hace cinco años por el mismo trago que ahora ha hecho público una de las actrices más admiradas del mundo.

Su historia con el cáncer de mama comienza cuando se le diagnostica la enfermedad a una de sus hermanas con tan sólo 31 años. «Entonces uno de los médicos me dijo que el tumor podía ser hereditario y que lo mejor es que me fuera a una clínica privada y me hiciera una mastectomía». Acababa de ser madre de gemelos y la recomendación le dio mucho que pensar. «Le di muchas vueltas, me informé e intenté hacer los análisis genéticos, pero me costó decirle a mi hermana que ella debía hacérselos primero». Pasó un tiempo hasta que finalmente se hizo las pruebas. «Siempre esperas no haberlo heredado, pero el resultado del análisis fue positivo: había una mutación». Antes de eso había tenido a su tercer hijo, una niña llamada Inés, que hoy tiene 10 años.

Enfermera del área sanitaria de Arriondas, Matilde Sánchez no dudó en someterse a una mastectomía bilateral preventiva con reconstrucción y un año después a una extirpación de ovarios. «No tuve miedo ni antes ni después. Cuando me dijeron que era portadora de una mutación del gen BRCA1 me asusté un poco porque no lo esperaba y pasar por el quirófano siempre impone. Sé que es una decisión fuerte, pero es algo que tienes que hacer para alejar el riesgo. Además, no es igual entrar bien al quirófano que hacerlo cuando sufres una enfermedad. Yo estaba sana». Le costó separarse de sus hijos, pero «era la única forma de acabar con la incertidumbre». En este contexto, considera importante el gesto de la actriz para que más personas conozcan estos avances.

«Fue mucho más difícil la decisión que la operación». Teresa Ania Tamés tenía 41 años cuando, hace doce, le diagnosticaron cáncer de mama. Siete meses antes, su madre había fallecido de la misma enfermedad. Y tenía otras tres hermanas. Superó la dolencia tras una intervención y un tratamiento de quimioterapia y radioterapia. Tiempo después, en uno de los habituales controles en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), uno de los especialistas le habló del análisis genético. Pasó un tiempo antes de decidirse «porque entonces los médicos no lo tenían tan claro como ahora, y yo consulté a varios». Las cuatro hermanas fueron la primera familia asturiana analizada genéticamente en el HUCA por este problema. El resultado fue que ella y otra de sus hermanas eran portadoras de la mutación del gen BRCA1, que predispone al cáncer de mama y de ovarios; las otras dos estaban libres del gen hereditario.

A Teresa le extirparon los ovarios poco después de conocer este resultado. «Me dijeron que el riesgo era el mismo, pero al contrario de lo que sucede con el cáncer de mama, el de ovarios cuando da síntomas ya suele ser tarde».

El pasado mes de febrero, después de pensarlo y valorarlo, se sometió a la mastectomía preventiva. «Para mí fue mucho más difícil tomar la decisión que la operación. Ahora estoy muy contenta de haberla hecho, me he recuperado bien y sin apenas molestias. Reduces el riesgo de la enfermedad de un 90 a un 10 por ciento», señala.

«Me asusté un poco porque no lo esperaba, pero no tuve miedo ni antes ni después»

<Matilde Sánchez>

«Soy de pensar bastante las cosas, pero luego me quedo satisfecha con lo decidido»

<Beatriz Pando Moreno>