Oviedo, M. S. MARQUÉS

El famoso meteorito de Cheliabinsk, que cayó a 80 kilómetros de la localidad rusa del mismo nombre el pasado mes de febrero causando un importante número de heridos, se podrá visitar desde mañana, lunes, en el Museo de Geología de la Universidad de Oviedo. La muestra es casi con seguridad la única que se encuentra en España, según el responsable de la institución, Luis Miguel Rodríguez Terente.

Lo que se podrá ver en Oviedo es un pequeño fragmento de 9,5 mm de los miles que se expandieron por la zona cuando el meteorito entró en contacto con la atmósfera y antes de caer, minutos después, sobre un lago helado. La muestra fue donada al museo por el profesor Igor Krivtsov, del departamento de Química de la South Ural State University (Cheliabinsk, Rusia), gracias a la mediación de los profesores de la Universidad de Oviedo José Rubén García Menéndez (químico) y Agustín Martín Izard (geólogo).

El fragmento del meteorito permanecerá expuesto de forma permanente en el museo junto al resto de la colección, una serie de alrededor de una veintena de piezas de distinta procedencia, entre las que figuran el que cayó en Cangas de Onís en 1866. También hay otros significativos trozos de meteoritos del resto del mundo.

Precisamente, el bólido ruso, cuyo peso estimado por la NASA era de 11.000 toneladas, con un diámetro de 18 a 20 metros, tenía la misma composición que el asturiano. Se trata de una condrita ordinaria, el material más común entre este tipo de objetos extraterrestres.

Los ciudadanos de Cheliabinsk pudieron observar el día 15 de febrero desde sus casas la trayectoria del meteorito, que explotó en la atmósfera en la perpendicular de los montes Urales antes de caer sobre un lago a 80 kilómetros de distancia, lo que no impidió que la potente onda expansiva causara casi un millar de heridos en dicha localidad. La mayoría de las lesiones se produjeron por golpes y cortes provocados por la rotura de ventanas y otros daños estructurales en la ciudad.

Estudios posteriores permitieron calcular que viajaba a una velocidad de 18 kilómetros por segundo, lo que no impidió que fuera el protagonista de numerosos vídeos y grabaciones realizadas por los ciudadanos, que observaron una enorme bola de fuego desplazándose a gran velocidad. Según algunos expertos, el meteorito explotó en contacto con la atmósfera con una fuerza de cerca de 500 kilotones de TNT -unas treinta veces la energía liberada por la bomba atómica de Hiroshima- y lo hizo cuando se encontraba a entre 15 y 20 kilómetros por encima del suelo.

El final de su trayectoria fue un lago helado en el que dejó un impresionante cráter hasta el que se acercaron numerosos vecinos.