El fado tiene ese ambiente tan suyo de la melancolía, la saudade, dijo Cuca Roseta ayer en un momento de presentación de una pieza en la que, explicó, iba a dibujar los distintos estados del género portugués. Aunque a Roseta le queda muy bien el modelo de balada, que es una sensación muy parecida al fado. Nada nuevo en cuanto a sensaciones, ya que cada cual recoge y siente los distintos estados musicales a su manera. Fue sorprendente la naturalidad y la elegancia de la intérprete que, sin aspavientos, como corresponde a su liturgia sonora, tuvo al público de su lado desde la primera nota; nota que dio en una aparición medio en sombra acompañada en un primer plano de su trío musical. Cuca Roseta tiene sus registros vocales, muy dulces, pero también su planta escénica; eso que se llama ocupar las tablas con su forma de interpretar e incluso de ir explicando las canciones paso a paso, sin ofrecer grandes tesis, pero sí dando los datos básicos para que el público fuese entrando en su mundo musical, que es un mundo acogedor.

Así que el concierto de Cuca Roseta en el teatro Filarmónica de Oviedo, que ayer abrió el ciclo Divas del fado (se completa el próximo 15 de noviembre con Cristina Branco), fue ganando al público con la misma serenidad que tienen sus melodías, aunque ella siempre dio su propio barniz al género.

Roseta fue desgranado su mundo interpretativo con su voz serena, sus miradas a distintos clásicos y y sus guiños, cómo no, a Amalia Rodrigues.

Incluso hizo de guía en alguna pieza, como San Antonio, que explicó era una celebración lisboeta. Y antes de todos estos gestos a la cultura musical de su país, también dedicó espacio para sus músicos, que son gran parte o parte muy importante de «la emoción de fado», puntualizó la cantante. Hasta ordenó palmas en un momento dado y también era cosa tranquila, pero con enérgica respuesta del público.

Bien, una año más el fado y sus estrellas del momento presidiendo el escenario del teatro Filarmónica. Cuca Roseta había dicho anteriormente a este periódico que el fado es cosa profunda, de raíz, aunque eso sí cada voz, cada intérprete y cada puesta en escena le da su toque personal tanto vocal como musicalmente.