Con lucidez, cariño y sentido del humor, Faustino Fernández Álvarez, periodista brillante y fiero, nacido en Mieres hace 64 años, se despidió ayer de familiares y amigos cercanos. "Os veré dentro de unos años, os tendré preparado un rincón allá arriba, pero no antes de 20 años", dijo, dirigiéndose a su esposa, Luisa Escotet Rodríguez, a uno de sus amigos del alma, el psiquiatra José Luis Suárez, "Pimpe", y a la esposa de éste. Murió en el Centro Médico, en Oviedo, a las cinco y media de la tarde, poco después de que uno de sus dos hijos, Faustino, llegara de Madrid, donde reside. Y lo hizo rodeado de cariño y de manos que sujetaban las suyas. Había pedido una muerte digna tras pelear "excelentemente" según Pimpe Suárez, durante casi dos años, contra un cáncer devastador.

Ni flores ni homenajes, y una esquela normal, dejó dicho. El dinero que se fuera a emplear en estos menesteres, que se destine a Mensajeros de la Paz, del padre Ángel (cuenta ES2100495104112016063667), uno de sus múltiples amigos. Porque Faustino F. ÁLvarez siempre fue persona de gran empatía. Uno de los más fieles, por el tiempo que ambos dedicaron a estar juntos, fue Pimpe Suárez. "Hubo años que nos vimos los 365 días, incluso veraneábamos juntas las dos familias", recordaba ayer. Y añadía: "Lo hemos vivido todo juntos, avatares profesionales, personales... Me estoy acostumbrando a las ausencias. Era mi último amigo, el hermano que no tuve".

Nacido en Mieres, Faustino Fernández Álvarez inició su formación educativa en el Seminario de Oviedo e irrumpió muy joven en el periodismo asturiano. Y lo hizo con fuerza, una prosa de gran calidad literaria y la actitud poco complaciente que define al buen profesional. Inició su andadura en la revista "Asturias Semanal" y LA NUEVA ESPAÑA, diario en el que trabajó como periodista y, años más tarde, como columnista. Dirigió el Centro Regional de TVE, en el que creó el primer equipo de periodistas de la televisión estatal pública, con nombres como Rafael Sánchez Avello, María Teresa Álvarez o Antonio Palicio, entre otros. En 1983 se incorporó, como director, a "La Voz de Asturias", periódico que lideró en dos etapas. En los años 1988 y 1989 publicó semanalmente una amplia entrevista en "ABC", sección por la que desfilaron las más destacadas personalidades de la vida española. Fue también comentarista de la cadena COPE y colaborador habitual de "El Independiente" cuando era semanario, y de "La Razón".

En TVE presentó durante dos años la tertulia "Primera Plana", en la que participaban habitualmente algunos de los más destacados analistas políticos nacionales. En el año 2009, puso en marcha el espacio de entrevistas "Diálogos de Asturias" en la TPA, en el que se sirvió de algunos de los miembros de los jurados de los Premios Príncipe de Asturias para tejer charlas, diálogos, debates y conversaciones a tres bandas inesperadas y audaces. Entonces, en una entrevista con este motivo publicada en LA NUEVA ESPAÑA, se definía como "un viejo rockero, verdaderamente ilusionado".

Era un periodista de acción, le gustaba poner en marcha proyectos. Le hacía sentir vivo. Nunca le llamaron maestro, pero deja muchos discípulos. Amante de la buena literatura, mantuvo una estrecha relación con muchas de las personalidades más destacadas de letras españolas de la segunda mitad del siglo XX. Con dos de ellos, el poeta Ángel González y el lingüista Emilio Alarcos, compartió noches, copas y tertulias interminables en el casco antiguo ovetense. Celebraba la amistad, a mesa y mantel, o en la barra de numerosos bares.

Tenía una gran capacidad de seducción, un don para confraternizar, cualidad más que notable en una profesión que necesita casi siempre de los demás. Tenía amigos y conocidos en todas partes. Sus relaciones con el poder no siempre fueron fáciles.

Decía que "el periodismo es la postura", intentado explicar que una vez que el profesional se sienta ante el teclado, antes de la máquina de escribir y, en los últimos años, del ordenador, todo fluye. En su caso no había duda. Escribía con brillantez, podía ser áspero y duro, pero también tierno y delicado. Un periodista que escondía un poeta. En 1996 obtuvo el premio "Luca de Tena" por el artículo "Un día de dolor...y una tragedia oscura", publicado en "La Voz de Asturias. También tenía el premio "Asturias" de periodismo y el nacional gastronómico "Álvaro Cunqueiro".

Es autor, asimismo, de los libros "Crónica de Asturias", "Asturianos de hoy", "Carta abierta", "Agonía y muerte de Franco" y "Cien asturianos y Asturias".

En los últimos tiempos analizaba la situación asturiana desde las páginas del diario "El Comercio". Cuando la enfermedad se agravó dejó de publicar durante unos meses, pero su regreso fue celebrado por numerosos amigos con mensajes o llamadas. Nunca perdió el interés por lo que sucedía. Tanto en el Hospital universitario Central (HUCA), en el que estuvo ingresado un largo tiempo, como en su casa, había sobre la mesa, todos los días, tres periódicos fijos sobre la mesa: "El País", "El Comercio" y LA NUEVA ESPAÑA.

Era un apasionado de su Mieres natal, y repartió su vida adulta entre dos escenarios, Oviedo y la localidad leonesa de Valencia de Don Juan. Allí, en la urbanización de Valjunco, compró una casa en la que, inicialmente, pasaba todos los meses de agosto con su esposa y sus dos hijos, y, en los últimos años, largas temporadas. Una urbanización que, poco a poco, se fue poblando de asturianos.

El pasado 28 de enero, Faustino Fernández Álvarez, ya bastante enfermo, recibió un regalo que él lo llamo de "amistad, bondad e inteligencia". Cientos de amigos abarrotaron uno de los salones del Hotel Principado para presentar el libro "En la raya de Galicia", una reedición de las crónicas viajeras por el occidente de Asturias que el periodista había escrito en 1980 para LA NUEVA ESPAÑA, con ilustraciones del pintor Manolo Linares, otro de los amigos cercanos. Un viaje en el que ambos estuvieron acompañados por Pimpe Suárez.

Faustino F. Álvarez no pudo asistir, pero escribió un artículo que leyó el periodista Carlos Rodríguez. "Algo daría, siquiera una sonrisa más y compartida, por repetir aquel viaje de hace treinta y pico años por el suroccidente de Asturias, con Manolo Linares y con Pimpe, pero les juro que gozo de él, en la memoria". Y Álvarez añadía: "Me pregunto si Asturias ha cambiado mucho desde entonces, y no soy optimista. Ojalá me equivoque".

Sus amigos le han dado el adiós definitivo esta tarde, en la iglesia de San Isidoro, en Oviedo.