"Soy un Eliot redivivo y demencial / mi Tierra baldía está en mi corazón contaminado / por insecticidas asesinos y residuos tóxicos". Son los primeros versos del poema "Eliotana", que inicia el nuevo poemario de Ángel Guache (Luanco, 1950), titulado "Ruido cósmico" (Huerga&Fierro Editores); un libro que, según la contraportada, se mueve "entre el humor raro y lo tragirónico o tragicómico (¿tragicósmico?)".

"Cada libro que hago suele tener una poética distinta, por eso creo cada día menos en las poéticas. Quiero ser cada vez menos teórico, porque cambio continuamente de punto de vista y de opinión, y cada vez quiero ser más práctico, es decir, leer o cantar al público lo que escribo, sin la teoría como intermediaria, porque ahora el arte y la literatura son, en la mayoría de los casos, pura charlatanería", explica a LA NUEVA ESPAÑA.

En el principio, Ángel fue pintor y escritor. Realizó su primera exposición en la galería Tassilli de Oviedo y, la última, en 2004, en Espacio Líquido de Gijón. Su obra evolucionó desde el expresionismo abstracto de sus primeros cuadros hasta la geometría, en una permanente búsqueda de lo esencial, algo en lo que sigue empeñado. En 2001, con sus "Poemas geométricos", se convirtió en uno de los dos artistas asturianos vivos que ha expuesto en el Museo Reina Sofía.

"Últimamente, el arte me interesa menos. La pintura es muy de soledad en tu estudio o tu habitación, ahora eso no me seduce, no me atrapa. No tengo "mono" de la pintura ni del arte en general", añade Guache. Formado en la Escuela de Artes Aplicadas de Oviedo y en la de San Fernando de Madrid, ha alternado su actividad artística con la de profesor de instituto y de la Escuela de Arquitectura de la capital española, donde reside desde los 18 años. Su principal vocación en los últimos tiempos han sido la poesía y la música. Su último disco "Anarquía barbuda", en el que también debuta como cantante de sus propias letras, ha merecido el elogio de la crítica. Puede decirse que no para.

"El paso a la música fue muy natural, porque siempre hice letras de canciones que, poco a poco, fueron interpretando mis amigos. Llevaba años esperando que alguien interpretara esas letras del disco, al final tuve que ponerme yo a cantarlas porque nadie las "veía" como tales. En cuanto tuve la oportunidad, que me dio el genial músico Marcelo Pull, me puse con ello", subraya.

"En general, considero a mis poemas poemas escénicos, para representar. Me encantan sus posibilidades histriónicas. Ese elemento suele ser el que tienen en común mis libros, muchos están pensados directamente como letras de canciones", declara.

Tanto en su pintura, ahora aparcada, como en la poesía y la música, Ángel Guache parece caminar por la senda de lo ascético, ofreciendo una visión nihilista y absurda de un mundo que él retrata con humor pese a tratarse de una tragicomedia.

"El humor es una forma de opinión, y ha sido y es muy importante en mi vida. Desde el humor se puede opinar con más soltura y con otro tipo de exactitud", indica.

Guache no se declara fiel a "ninguna poética determinada", aunque le perjudique a la hora de la crítica y la promoción literaria. "De un libro a otro me paso de la locura a la serenidad, del erotismo a lo casi ascético, de lo melancólico al humor más disparatado. El poeta que se mantiene fiel a una línea no explora y explota todas las posibilidades del yo. Me interesan los poetas instintivos, me horroriza el tipo de poeta profesor y esa poesía correctita, erudita y obsoleta. Me horripila la poesía de los premios y de las antologías hechas por los críticos alicortos", añade.