La cultura española se ha librado de una rémora nacional. Wert ha tardado, pero finalmente ha decidido hacer las maletas con el consiguiente júbilo de sus detractores, un número que ha ido en aumento con cada una de sus decisiones. El ministro que se crecía con el castigo "como los toros bravos", como él mismo llegó a decir en una ocasión, deja varios colectivos de perjudicados celebrando su despedida. Wert fue esa sombra omnipresente contra la que arremetieron todos los que se sintieron dañados por el llamado "IVA cultural", en mayor grado los vinculados al mundo del cine y el espectáculo. Consciente de ser el ministro peor valorado, nunca se arredró con las críticas de docentes y estudiantes acusándolo de haber hecho de la Universidad un reducto elitista; de haber menguado las becas, subir las tasas y beneficiar a las universidades privadas. Quien se consideraba a sí mismo "un portento de humildad" nunca supo reconocer sus errores.
