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Los artistas asturianos quieren un plan

Alba: "Los gestores políticos culturales están a años luz de su propia responsabilidad"

Los artistas asturianos quieren un plan NACHO OREJAS

"Hay ausencia de conocimiento, de interés y de intención desde siempre. Y a eso se añade, desde que empezó la crisis, la frase 'no hay dinero'. Falta visión. Los gestores políticos culturales están a años luz de su propia responsabilidad".

La reflexión es una más de las que se producen en el transcurso de una conversación de los artistas Consuelo Vallina, Fernando Alba y Pablo Armesto, representantes de la Asociación de Artistas Visuales de Asturias, con LA NUEVA ESPAÑA. El tema central es la ausencia, una legislatura más, de un plan para la creación artística que resuelva alguna de las carencias que se arrastran desde hace años: espacios expositivos y aprovechamiento de los ya existentes; posibilidad de presentar proyectos y garantías de que serán juzgados con transparencia; necesidad de intercambios y promoción nacional e internacional del arte asturiano.

Como hacen siempre que se estrena un Gobierno, los tres acudieron el pasado diciembre a la Consejería de Cultura con una lista de carencias y exigencias, muy parecida a la de otras veces "porque pocas cosas se han hecho en todos estos años", señalan. Se entrevistaron con el viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez. "Le preguntamos por su proyecto para las artes visuales asturianas y él nos invitó a que fuéramos nosotros quienes aportáramos ideas. Nuestra sensación fue que no tenía más plan que el que se desarrolla en las instituciones dependientes de la Consejería", señala Consuelo Vallina, presidenta de la asociación.

La asociación representa a un centenar de artistas asturianos, aunque, como dice Vallina, "peleamos por todos". Hasta los 35 años, los creadores que viven o trabajan en Asturias pueden optar a los proyectos que convoca anualmente el Instituto de Juventud, que incluyen premio y exposición. A partir de ese momento, apenas existen canales institucionales para su proyección. Su actividad depende de las galerías.

"Con la crisis se eliminó la beca Barjola, precisamente Pablo Armesto fue el último. Y, sin embargo, se mantiene a la comisión que realizaba la selección, entre los que me encuentro, y se ponen nuestros nombres en la contraportada de los catálogos de las exposiciones que se hacen, con las que podemos estar más o menos en desacuerdo", explica Fernando Alba. Y añade: "Yo ya reclamé a la dirección del museo. Antes había un concurso, se presentaba un proyecto, la comisión seleccionaba y el artista recibía 3.000 euros para hacer el montaje y un catálogo. Y había un nivel de riesgo en el contenido de las exposiciones, tenían un punto de interés, de aventura, había creaciones muy interesantes, siempre en la cuerda floja, entre la aventura y el riesgo. Ahora se hace en plan azaroso, a salto de mata".

¿Y qué pasa con Laboral Centro de Arte? "Nació desconectado de la sociedad asturiana por distancias físicas e ideológicas. A mí me resulta un proyecto cercano, sé que tiene un prestigio nacional e internacional, pero creo que hay que repensarlo, retomarlo, tal vez haciendo cosas más modestas", señala Armesto.

"Se empezó la casa por el tejado y eso no importa si el tejado se puede sostener y puedes construir la casa, pero nació con la exclusión de artistas asturianos, aunque haya habido asturianos en sus proyectos. No se pudo coser ese grandilocuente proyecto universal con lo local y eso se padece hasta hoy", subraya Alba.

"Ahora mismo hay una exposición magnífica y apenas va gente a verla", afirma Consuelo Vallina.

Alba considera un error la exclusión en Laboral del arte no vinculado a la industria y a las nuevas tecnologías. "Es necesaria la coexistencia con otro tipo de manifestaciones que van desde el carboncillo hasta el último movimiento artístico tecnológico. Hay que dar al arte toda esa complejidad y variantes. El medio cambia el concepto, el mensaje y la manera de pensar. Un trozo de carbón hecho desde planteamientos conceptuales rabiosamente contemporáneos e informados puede tener tanto valor artístico como cualquier aplicación artística tecnológica", indica.

Pese a sus defectos, los tres coinciden en que Laboral tiene "mucha más coherencia artística" que el Niemeyer, "otro contenedor sin contenido", con exposiciones desiguales en las que la peor de todas, coinciden los tres, tal vez haya sido la de Cristóbal Gabarrón. "Y las exposiciones de escultura exteriores son un ejemplo a no seguir", dice Alba.

La asociación, que reclamó durante años un centro de arte contemporáneo, valora la apertura del nuevo edificio del Museo de Bellas Artes de Asturias, así como las actividades que organiza. "El museo estaba muy cerrado, con un poco que se luciera ya se podía notar", afirma Armesto. "Su presupuesto sigue siendo muy pobre, seguimos aspirando a un mayor compromiso con lo contemporáneo, hay mucha moderación", apunta Alba.

Los artistas asturianos no forman parte de los patronatos que gestionan estos tres equipamientos, pese a haberlo solicitado. El del Museo de Bellas Artes es fundamentalmente político, nombrado por los partidos que gobiernan en el Ayuntamiento de Oviedo y los grupos parlamentarios de la Junta General. Los de Laboral y Niemeyer son básicamente institucionales y económicos.

"En temas culturales tendría que haber márgenes más allá de la economía para decidir sobre la programación y el equipamiento. Según esto, 'tanto aportas, tanto vales'. ¿Qué lugar ocupa la voz de los artistas?", señala Alba.

Y de acuerdo con los códigos de buenas prácticas, la asociación tiene muy claro que los galeristas no pueden estar ni en los patronatos ni en los concursos. "Tienen intereses directos", apuntan.

Frente a este desconcierto, los tres subrayan la importancia de centros como el Valey de Castrillón o As Quintas en La Caridad, que trasladan un mensaje de que se puede hacer algo con criterio y coherencia "en medio de tanto desierto" y pese a las dificultades.

Hay muchas más carencias, la primera tal vez sea la de espacios para exponer, sobre todo en Oviedo, donde no hay ninguna sala pública. Las galerías también deberían recibir algún apoyo institucional para participar en las ferias "porque muestran el arte asturiano". Pero, a la vez, los artistas reclaman contratos escritos y no sólo de palabra, que los deja a merced de la buena o mala voluntad del propietario de la sala.

¿Y qué pasa con la colección de arte de la antigua Caja de Ahorros de Asturias? ¿Y con la sala de la calle San Francisco? ¿Por qué Liberbank apoya proyectos culturales en Castilla-La Mancha y en Asturias ha retirado la palabra cultura de sus estatutos? "Son preguntas que merecerían una respuesta", dicen.

El colmo es la legislación que obliga a los artistas que cobran una pensión y reciben unos ingresos anuales superiores a 9.000 euros a decidir entre la pensión o su actividad. "Es una aberración porque has cotizado durante toda tu vida. ¡Que dejen claro de una vez que a todo creador hay que llevarlo al paredón y fusilarlo! Exponer, vender, todo eso genera una actividad económica", declara Fernando Alba.

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