"Leo y oigo el mensaje, pero no lo veo traducido en guisos", dice Nacho Manzano sobre los buenos deseos de los cocineros de cocinar más y presumir menos. La cocina concienzuda, elaborada, las horas de fuego lento han cedido terreno desde hace años a cierta pretenciosidad banal bien emplatada, ajena a la sustancia y a la suculencia. "Quizás en ese sentido hemos perdido algo de fuelle", admite el patrón de Casa Marcial, que se entusiasma hablando de aquellos garbanzos con mayonesa que comía de pequeño y le gustaría actualizar, o del tuétano de los huesos de caña. "Nos vemos cualquier día en Gloria y los comemos", se despide al otro lado del teléfono.