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Un camino entre pucheros

Muergos para recibir la primavera

Las elaboraciones que realiza Alicia García en el bar restaurante El Cruce, en Selorio (Villaviciosa), constituyen una buena muestra de la tradición culinaria local

Muergos con arroz salvaje, ñocla a la plancha con un puntito picante y albóndigas de merluza del pinchu con berberechos. ANA PAZ PAREDES

Ya huele a primavera. O al menos apetece imaginarlo. A unas horas de que entre en nuestros días invitándonos a caleyar con más intensidad por Asturias para disfrutar del renacimiento de la Naturaleza, un buen lugar para estrenarla es Selorio, en el concejo de Villaviciosa, donde las praderías se combinan con la extrema cercanía de la mar. Verde y azul, también dorada por la arena de sus playas, como la de Rodiles, o las tonalidades de ésta cuando sube y baja la marea en la ría de Villaviciosa, a la que se asoma cada día esta tierra maliayesa.

La carretera que lleva a Selorio desde Villaviciosa es una sorpresa constante. Caseríos tradicionales se reparten por el valle junto con la mar, reina del lugar, e inclusive algunos viejos caserones abandonados y en los que el deterioro ha hecho perder su viejo esplendor y producen, si cabe, cierto desasosiego.

El destino es un bar restaurante donde su titular, María Alicia García Covián, ofrece a su clientela, además de elaboraciones asturianas de siempre, otros platos propios del lugar en el que vive y que, por ello, no son tan conocidos como los anteriores. De su buena mano para cocinar así como su buen ojo para elegir pescados, mariscos y carne, habla su yerno, Andrés Piñera Amandi, quien se ocupa de la barra y el comedor, con sentida admiración y cariño. "Cocina como pocas y además se mantiene fiel a la tradición. Es importante recuperar la gastronomía olvidada y servir la cocina como era, como fue siempre", señala este hombre que también tiene un recuerdo cariñoso para su suegro, Ramón Martínez: "Vendió la primera cocacola a una turista en Rodiles allá por los años 50. Le gustaban mucho los escamones, un pez de roca con mucha espina. Comía uno y sabía en qué zona del pedrero había sido pescado", dice.

Una de las especialidades de El Cruce son los muergos, que es como se llama aquí a las navajas. "No son lo mismo los del Regatu Maquilán que los del Pozón, por ejemplo", matiza Andrés.

No tienen menú. En su amplia carta hay una sabrosa muestra de la cocina de Alicia, en la que tampoco faltan elaboraciones más modernas y personales. Entre algunos de los platos más demandados están los muergos con arroz salvaje -el arroz se come por separado, explica Andrés-, la ñocla a la plancha con un puntito picante, las albóndigas de merluza del pinchu con salsa de berberechos, pulpu del "llombu la burra" a la plancha, croquetas de boletos de Selorio y pote asturiano y fabada. Estos dos últimos platos los hay siempre por el invierno, sin embargo llegada la primavera y el verano es conveniente preguntar y encargarlo.

También hay callos, pantrucu con patatas, entrecot de buey, huevos fritos, tortos de maíz y picadillo; mozzarella con tomate natural y albahaca, carne de ternera con salsa de pimienta y puré de patata, o cecina con queso de cabra a la plancha. El comedor interior tiene una capacidad para 20 personas, mientras que en su preciosa terraza, que invita a una sobremesa memorable si el tiempo lo permite, caben unas 50. En fin de semana es necesario llamar y reservar en el 985996233. Tiene aparcamiento. Cierra los jueves por descanso.

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