Cristina Sanz Cifuentes se ha convertido en la primera estrella de "reality show" con síndrome de Down. Hija de gijoneses, nacida en California hace 26 años y residente en Los Ángeles, en cuestión de un año se ha hecho famosa en todo Estados Unidos gracias a un novedoso formato de programa dedicado a retransmitir el día a día de quienes viven con un cromosoma de más, con el afán de normalizar y dar visibilidad a quienes han nacido con este síndrome. Tras arrasar en América, con un millón de espectadores, se estrena hoy mismo en España (en Asturias a través de Telecable, a las once menos diez de la noche) tras la celebración, ayer, del Día Internacional del síndrome de Down.

"Somos así", que en América se estrenó como "Born this way" en la cadena A&E, muestra la vida de siete jóvenes estadounidenses con síndrome Down en sus tareas diarias, con sus días buenos y sus días malos, porque "de lo que se trata es de mostrar su vida normal, con sus momentos buenos y malos como cualquier persona", explica a LA NUEVA ESPAÑA el padre de Cristina, Mariano Sanz, asesor del gobernador del estado de California en materia de Educación Especial, defensor de la idea de que "no hay que dulcificar el síndrome, ni pensar que son angelitos toda la vida. Son personas normales con sus altibajos, como cualquier persona normal".

Cristina es guapa, alegre y amante de la música, el cante y el baile, en el que se defiende con soltura. Tiene novio desde hace cinco años y trabaja como voluntaria en un centro de la tercera edad dos días a la semana, y como ayudante de vigilancia en un colegio otros dos días, para controlar el patio y la cafetería. Y ahora, desde hace un año, la paran por la calle para hacerse fotos con ella, y hasta ha acudido como invitada de cenas de gala o a estrenos de películas en Hollywood.

La intención del programa y la forma en que sus seis capítulos están grabados, "con mucho respeto y cariño, además de con mucha calidad", fue lo que movió a esta familia gijonesa, residente en Estados Unidos desde hace 28 años, a participar en la serie. "Nos llegó la solicitud a través de una de las asociaciones de las que formamos parte. Esto es la meca del entretenimiento, y periódicamente se dirigen a las asociaciones para pedir extras o realizar castings". Nunca habían hecho mucho caso al asunto, pero esta vez fue diferente. "Nos pareció interesante, y Cristina estuvo encantada con la idea", resume el padre de familia.

Así que de manera casi fortuita los gijoneses se han visto inmersos en castings (que Cristina ha ido pasando sin problema, hasta ser seleccionada como una de las "actrices" principales), rodajes y presentaciones. De hecho, en el primer episodio sale la casa de Cristina, con sus padres Mariano y Beatriz invitando a la pandilla protagonista a calamares en su tinta. En posteriores episodios también aparecen sus dos hermanos, Adrián y Julián, inmersos en una dinámica familiar normal y corriente que se desarrolla en Los Ángeles.

Tal y como apunta Cristina Sanz, ya toda una experta en desenvolverse ante los medios, "se trata sólo de ser yo misma". Y así, en el "reality" sale trabajando, divirtiéndose, en familia y con su novio. "Me gusta pasarlo bien, como todo el mundo que conozco", apunta, antes de señalar que ojalá el programa ayude a las familias con niños con síndrome de Down a "estar orgullosos de sus hijos".

La vida de Cristina es esencialmente feliz, a pesar de algunos incidentes en secundaria, cuando "me escondían la mochila" o cuando una vez otra chica le quitó el dinero del almuerzo. Y también tuvo que enfrentarse a que le llamaran "nombres". Cuestión a la que no da ninguna importancia porque "yo también les llamo nombres a ellos". Ahora, siendo toda una estrella, aspira a tener una boda romántica con su novio Ángel, con quien desea tener una vida en común. "Antes tenemos que aprender a limpiar la casa, lavar la ropa y hacer nuestra comida. Y él tiene que aprender a hacer nuestra cama", explica con naturalidad.

La familia está encantada con la experiencia, porque, además, ahora será accesible para el resto de sus miembros, todos ellos en Gijón. Abuelos, tíos y primos están pendientes del estreno, deseando achuchar a la artista. Vendrá a Gijón a finales del próximo mes de julio para pasar varias semanas, como hace desde que nació. Y para cuando lo haga, puede que también la paren por la calle para pedirle fotos y autógrafos, como le sucede en Estados Unidos. Y ella accederá con una sonrisa y con un único propósito en la vida: "Ser feliz".