La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La primera muestra del renovado Bellas Artes indaga en la identidad asturiana

Carlos Suárez inaugura el próximo jueves una instalación de gran formato que reflexiona sobre la reconstrucción de la memoria y la historia industrial

La instalación del Museo de Bellas Artes. MARA VILLAMUZA

De recuperar lo mejor de su propia historia sabe mucho el Museo de Bellas Artes de Asturias, que acaba de reabrir sus puertas, tras 36 años de vida, para expandirse en tres edificios que dan cabida a siete siglos de historia del arte.

En ese engranaje ocuparán una parte destacada las exposiciones temporales, que permitirán acercar a la instalación museística lo más novedoso de las corrientes plásticas del momento. La primera de esta nueva etapa se inaugura el próximo jueves, 14 de abril, en el palacio de Velarde (uno de los tres edificios que forman parte del museo). Serán seis piezas del artista avilesino Carlos Suárez que, bajo el título "El vaciado de la huella belga", forman una instalación que reflexiona sobre la identidad asturiana, rinde homenaje a los trabajadores de la Real Compañía de Minas-Asturiana de Zinc, y busca dialogar, a partir de una pieza central -instalada en el patio de Velarde-, con la colección permanente del museo.

Carlos Suárez da vida a la muestra siguiendo los pasos de las investigaciones realizadas para su tesis doctoral a partir de la memoria, la identidad, los desplazamientos, los territorios y su vinculación con el arte contemporáneo. Nace así una propuesta artística que indaga "en la manera en que la identidad se construye a través de los procesos de reconstrucción de la memoria". Para Suárez, el archivo -en este caso el de Asturiana de Zinc- es una pieza fundamental de un proceso orientado a almacenar la memoria y salvar la historia, "un lugar donde hay pulsión entre memoria y olvido como forma de construir historia e identidad".

Una de las seis piezas de "El vaciado de la huella belga" está formada por 170 cajas que albergaron la memoria de ese archivo desde 1933. Las otras cinco son también grandes volúmenes de los que forman parte maquetas, fotografías, textos y objetos del archivo, en conjunto una instalación de la que Suárez se siente especialmente "satisfecho" porque, además de establecer conexiones a través de las piezas para acercarnos a ese proceso de reinterpretación de la historia, le permite elaborar un discurso contemporáneo en torno a la memoria y la identidad. En el proceso juegan un papel destacado las relaciones entre los trabajadores asturianos y empresarios belgas a principios de siglo, las migraciones y desplazamientos de uno a otro lugar, las cartas, las cuentas, el trabajo que hay detrás de cada objeto y cada espacio. Todo contribuye, según el artista, "a constituir el entramado sobre el que se desarrolló nuestra identidad".

Carlos Suárez es doctor en Bellas Artes por la Universidad de Vigo y lleva toda la vida vinculado a la actividad artística. Su obra pudo verse en diferentes galerías madrileñas y asturianas. Participó en Arco y fue Premio Nacional de Arte de Luarca en 2007.

Compartir el artículo

stats