James Nachtwey (Siracusa, Nueva York, 14 de marzo de 1948) es un hombre callado que lleva décadas contando al mundo la verdad más cruda a través de su cámara fotográfica. Fueron la guerra de Vietman y el movimiento de derechos civiles de Estados Unidos los dos hechos históricos que le llevaron a convertirse en fotoperiodista. Eso y los grabados de Goya, cuyas escalofriantes imágenes confiesa que le han marcado. Lo suyo también ha sido retratar los desastres de la guerra, como el maestro español hizo con la guerra de la Independencia. Por la cámara del flamante Premio Princesa de Comunicación y Humanidades han pasado cuatro décadas en las que ha visitado todos los infiernos que el hombre ha desatado en este planeta: guerras, ciudades arrasadas, campos de refugiados.

Nachtwey estudió Historia del Arte y Ciencias Políticas en el Dartmouth College, donde se graduó en 1970. Trabajó en barcos de la marina mercante y, mientras se iniciaba en la fotografía de manera autodidacta, fue aprendiz de montador de cine y conductor de camión. En 1976 ejerció por primera vez como fotógrafo de prensa en Nuevo México y en 1980 se trasladó a Nueva York para comenzar su carrera como freelance. Fotógrafo contratado de Time Magazine desde 1984, entre 1980 y 1985 también estuvo asociado con la agencia fotográfica Black Star. Fue miembro de Magnum (1986 -2001) y, en 2001, cofundó la agencia VII Photo.

Desde su primer trabajo internacional cubriendo el conflicto civil en Irlanda del Norte durante la huelga de hambre del IRA en 1981, Nachtwey ha realizado amplios reportajes fotográficos, abarcando conflictos bélicos (El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Líbano, Gaza y Cisjordania, Israel, Haití, Uganda y Chechenia), las ruinas que dejan los conflictos civiles (Afganistán), genocidios (Ruanda), fratricidios (los Balcanes), represión (Sudáfrica), pobreza (Sri Lanka) y la degradación ambiental (Este de Europa), entre otros temas. En total, ha recorrido más de treinta países plasmando con su cámara conflictos armados y desastres humanitarios.

Nachtwey retrata todos estos conflictos desde la cercanía y el respeto. Busca que el espectador reaccione contra el genocidio, el hambre, la pobreza y el sufrimiento ajeno que está viendo en sus impactantes imágenes. Lo que desea es que la gente "despierte". Muchas de ellas se han convertido en auténticos iconos como el primer plano de perfil que tomó a un joven hutu en Ruanda en 1994, cuyo rostro está atravesado por las cicatrices de los machetazos, ganadora del World Press Photo of the Year Award de ese año. Es un fotógrafo de una obra dura, que no deja impasible a nadie. Es la fuerza de la verdad.