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El joven informático asturiano que caza pederastas en internet

"Telegram es un nido de pedófilos perfecto, la empresa debería colaborar con la Policía", afirma | "Hemos tenido casos de clubs de intercambio de niños de 10 años, es espeluznante", denuncia | Juan, de 21 años, forma parte del grupo español contra la pornografía infantil que ya ha conseguido la detención de tres pedófilos

Juan ante su ordenador, en el que aparece un grupo de archivos pedófilos. Sara Arias

Mucho estómago y paciencia. Esas son las claves para ser un cazador de pedófilos a través de internet. Es lo que hace Juan, que ha accedido a hablar con LA NUEVA ESPAÑA bajo nombre ficticio y ni siquiera quiere que se revele dónde vive. Juan es un joven asturiano de 21 años, estudiante de informática, que lucha desde el ordenador de su casa contra la lacra de la pornografía infantil en la red, donde los pedófilos campan a sus anchas aprovechándose de las políticas de privacidad de algunas redes sociales, especialmente Telegram, o mediante el uso de la llamada "deep web" o internet profunda, donde se pueden cruzar contenidos que no están indexados por los buscadores convencionales. Los "cazapederastas" digitales se infiltran en estos mundos digitales oscuros, registran los datos de los usuarios y les delatan a la Policía Nacional. En lo que va de año, el grupo al que pertenece Juan ya ha descubierto a 400 pedófilos y ha conseguido que la Justicia actúe en tres de esos casos. "Si no se les para, van a dar el paso. Hay una línea muy delgada entre la pedofilia y la pederastia", afirma en relación a que la descarga de este tipo de contenidos, ya en sí un delito, puede acabar en una agresión en el mundo real.

Juan forma parte de un grupo que treinta personas que en España "patrulla" la red social Telegram en busca de usuarios que se están intercambiando imágenes o vídeos pornográficos con menores. Eses es su equipo, con el que mantiene contacto más estrecho, aunque también se apoyan en una red mayor, conocida como AntiCP (Child Pornography), que les proporcionan información. Este grupo está formado por 538 personas.

Juan y sus compañeros tienen controlados en la redes sociales doscientos grupos de contenido pornográfico infantil de los mil que sospechan que están funcionando ahora en España al amparo de la privacidad que aporta Telegram, un servicio de mensajería instantánea tipo WhatsApp pero cuyo estandarte es el cifrado de los mensajes que impide, supuestamente, que nadie ajeno puede interceptar el contenido de esas comunicaciones. Telegram es ahora mismo uno de los grandes nidos de pedófilos del país, insiste Juan. No es fácil, pero, infiltrándose en esos grupos de intercambio de contenidos, tratan de saltarse los obstáculos que les pone esta compañía para acceder a la identidad real de los pedófilos. "Lo que hacemos es registrar los datos que podamos obtener, como el usuario de esas personas, y luego mediante herramientas informáticas somos capaces de obtener su identificador. Hay algunos casos en los que, tras los seguimientos, conseguimos incluso el correo electrónico o el número de teléfono de esa persona", explica.

Los cazadores anónimos se infiltran entre los pedófilos de Telegram y esperan con paciencia. "Es difícil poder contactar con ellos, no se fían y son muy precavidos", precisa Juan. Explica cómo operan para pillarlos: cuando algún usuario comparte archivos de contenido pornográfico infantil, Juan y sus compañeros hacen una captura de pantalla. Nunca se descargan nada para no caer en el delito. Los "cazapederastas" van registrando toda esa información y la van actualizando, hasta que tienen los datos suficientes para ponerlo en conocimiento de las Fuerzas de Seguridad. No hay fronteras, los archivos pueden llegar de cualquier lugar del mundo, el usuario también. "Es un problema global con usuarios de muchos países, la Policía Nacional trabaja en colaboración con sus homólogos para poder detener a estos delincuentes", apunta Juan.

Lo que hacen no es tarea fácil. Es muy difícil poder identificar a los pedófilos. Casi imposible. Por eso han iniciado una campaña en la plataforma Change.org para recoger firmas y pedir a Telegram que modifique sus estrictas políticas de privacidad y cifrado de mensajes para estos casos. "Telegram es un nido de pedófilos perfecto", denuncia. "No queremos que la privacidad se vea afectada pero, en los casos en los que se comenten delitos, tienen que facilitar los datos a la Policía. Con que almacenasen el número de teléfono ya sería una buena colaboración", opina este joven.

Pese las barreras de encriptado y las normas de privacidad que les ponen las empresa tecnológicas, ellos ya han conseguido procesar a tres hombres. Y es que la pedofilia es, según Juan, un delito que en el 99% de los casos cometen los hombres. Eso sí, los hay de todo tipo de perfil profesional y laboral y en todos los ámbitos de la sociedad. Y no son "viejos verdes". La mayoría tiene entre 20 y 50 años. Los que se han encontrado son españoles o latinoamericanos. Estos vigilantes de la web han visto de todo: "Pasan de ver fotos y vídeos a distribuirlos e, incluso, a hacer fotos en parques o colegios, los compañeros que lograron hablar con alguno de ellos... (se hace un silencio) pasaron verdadero asco, me da mucha repulsión esta gente", confiesa Juan.

Paradójicamente, los grupos activos en Telegram que intercambian archivos pedófilos, utilizan titulares insultantemente obvios. Como "Child Porn" o "Niños de 0 a 3 años" o "Sexo duro con niños", por ejemplo. "Son fáciles de reconocer", advierte Juan, escandalizado ante el aumento de casos de sadomasoquismo y zoofilia con menores. "Están trastornados, hay que parar a esta gente que defiende y disfruta el abuso a menores, hablan de cómo hacer material casero o de lo mucho que les gusta ser los actores de las películas. No podemos seguir mirando a otro lado cuando navegamos por internet".

Los pedófilos también cuelan sus materiales pornográficos en grupos de toda índole, de ahí el llamamiento que hacen estos cazadores anónimos a la sociedad para que en el momento que un usuario encuentre fotos o vídeos de abuso a menores lo comunique al grupo AntiCP que tienen abierto en Telegram, para que ellos puedan trabajar y atrapar a los delincuentes.

Los pederastas no sólo comparten imágenes o vídeos que les llegan, también intentan hacer negocio vendiendo su propio "material casero". Lo explica Juan, que ha buceado en estos inframundos: "Dan una muestra de treinta segundos y luego piden 300 euros por la cinta. Incluso hemos tenido casos de clubs para intercambio de niños. Es espeluznante: son niños de menos de diez años que no saben lo que están haciendo. Quedarán marcados para siempre". Por todo lo que ha visto, Juan insiste en la necesidad de que los padres controlen el uso que sus hijos hacen de los teléfonos móviles.

Algunos de los "cazapederastas" con los que Juan colabora conocen demasiado bien los efectos que estas prácticas ocasionan en los menores: ellos mismos las padecieron cuando eran niños. "Se te pone la carne de gallina", detalla Juan. La composición del grupo antipedófilos es de lo más variopinta: también hay madres o padres que han visto cómo sus hijos estaban a punto de caer en la telaraña que algunos construyen para atrapar a los pequeños y mantenerlos bajo su control. "Si tienes una hija de doce años que habla con alguien de veinte o veinticinco años por internet, sospecha. Seguramente haya ahí un intento de abuso oculto", advierte Juan.

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