Cuando en Asturias casi nadie escribía de comida, Eduardo Méndez Riestra ya lo hacía. Durante todos estos años no ha dejado de insistir en ello con criterio y buen gusto, por lo que ha acabado convirtiéndose en una autoridad en la materia. Uno de los ejemplos de la autoridad que ejerce el presidente de la Academia de la Gastronomía es "Cocinar en Asturias" (Trea), un recetario imprescindible para ir conociendo lo que él mismo ha definido como el "corpus" de nuestra culinaria.

Los 3.000 ejemplares de la primera edición de 1998 -tapa dura, formato grande y fotos- se agotaron hace ya cuatro o cinco años. En 2001, se publicó una segunda edición con idéntica tirada de un libro de bolsillo sin ilustraciones gráficas y, posteriormente, otra más de 15.000 para una empresa que quería disponer de su difusión. En total, "Cocinar en Asturias" se puede decir que ha superado los 20.000 ejemplares de circulación. En el top regional sólo figura por encima el libro de recetas de María Luis García.

Ahora "Cocinar en Asturias", ve de nuevo la luz con el prólogo de Juan Mari Arzak y una exhaustiva selección de preparaciones provenientes de la tradición popular y también de los restaurantes, cuidadosamente contrastadas y escritas con el fin de facilitar las cosas al aficionado que quiere reproducirlas en los fogones. De hecho uno de los lemas que figura en la contraportada se resume en "más de 300 recetas fáciles de elaborar para cualquier aficionado". El libro de Eduardo Méndez Riestra cuenta con un epílogo a modo de resumen de los rasgos más significativos de la cocina asturiana y un útil índice de los autores y sus elaboraciones.

Los recetarios, no por el hecho de serlo, tienen que rebajar su prestación literaria. Tienen que ser obras prácticas, bien escritas y cómodamente estructuradas de manera que las recetas siempre estén a mano y a punto. Lo primero que tienen que evitar es la frustración de quienes se acogen a ellos para cocinar, deben ser por tanto instrumentos fiables y poco engorrosos. "Cocinar en Asturias" es, en ese sentido, un ejemplo de condensación, comprensión y utilidad.

Pucheros en el Paraíso. Insistiendo en la utilidad de los libros, Ana Paz Paredes, periodista, compañera en LA NUEVA ESPAÑA, ha escrito una nueva y valiosa contribución al conocimiento regional en un libro titulado Asturias "Pucheros en el Paraíso", que edita Laria e incluye los reportajes publicados en "La Vida Buena" sobre su incesante búsqueda de pequeños restaurantes, barinos de pueblo y el espectáculo de la naturaleza que los rodea. En total son 300 páginas de información testada por la propia autora en 70 bares de más de 40 concejos asturianos. En el libro, el lector encuentra, además de una visión personal y gráfica de la cocina que se hace en estos establecimientos, historias curiosas y entrañables de las personas que se encuentran al frente de ellos, recetas, fiestas, mercados e incluso pistas para no perderse. Ana, reportera entusiasta y contagiosa, enamorada de Asturias, es además una persona llena de bondad: la misma que transmite con el cariño que dedica a los protagonistas de su libro. Por 16,50 euros los partidarios del Paraíso tienen un montón de indicaciones y sugerencias para disfrutar en las mesas sencillas pero bien aprovisionadas de Asturias, con sus paisajes y hasta con su paisanaje. De las dos primeras ediciones del libro que precedió a "Asturias Pucheros en el Paraíso", de la misma autora, se vendieron 2.800 ejemplares. Este, si no me equivoco, seguirá el mismo camino.

Reserva de wagyu. De Labra, en La Quinta11, Abuli, en Oviedo, es un restaurante singular de cocina variada y oferta diversificada que incluye teppanyaki, la popular parrilla japonesa, arroces, etcétera. Ahora ha apostado por la afamada carne de buey wagyu y por alojar algunas de las reses de esta peculiar raza negra nipona en los jardines del establecimiento. Durante todo el mes de julio en De Labra se podrá comer la carne de wagyu en diferentes cortes y preparaciones, solomillos, lomos, picañas, presas, piezas a la parrilla y brochetas. El restaurante se encargará, además, de proponer menús al gusto del cliente.

Una sonrisa franca. Una de las buenas bodegas del Bierzo, Dominio de Tares, de San Román de Bembibre, lanza su vino blanco joven con uva godello, una de las variedades autóctonas junto a la tinta mencía. La Sonrisa de Tares ha sido denominado también por sus autores "el niño de la bodega". La suya es una sonrisa fresca y franca muy adecuada para alegrarnos la vida este verano, con aromas cítricos, manzana verde y algo de fruta de hueso. Para ser tan suave resulta persistente en la boca. La uva procede de viñas de más de quince años vendimiadas a mano, racimo a racimo, como se suele decir.

El precio invita también, al igual que el vino, a la sonrisa: son ocho euros la botella y por ese dinero lo que está dentro de ella ofrece un montón de buenas sensaciones joviales.