El efecto antioxidante del llamado "colesterol bueno" está llamado ahora a convertirse también en instrumento para anticipar el desarrollo de otras enfermedades. Un grupo de investigadores de la Universidad de Oviedo ha descubierto nuevas evidencias sobre la relación entre el "colesterol bueno" y las enfermedades cardiovasculares. Este estudio permitirá la utilización de los anticuerpos anti-HDL, que forman el "colesterol bueno", como biomarcadores de riesgo para patologías del sistema circulatorio, lo cual supone un gran adelanto en el ámbito clínico.

El factor diferencial de este descubrimiento es la capacidad que tendrán ahora los especialistas de poder "estratificar de una forma más concisa los baremos de riesgo vascular", como explica Rodríguez Carrio. De este modo, con un simple análisis clínico se podrá calcular este tipo de riesgo, y dilucidar qué personas presentan mayor peligro de sufrir un accidente cardiovascular.

El experimento, liderado por el investigador del área de inmunología de la Universidad Javier Rodríguez Carrio tiene aplicaciones a corto y medio plazo, como explica el propio Rodríguez Carrio: "Viene a cubrir una necesidad clínica que antes no lo estaba", asevera.

Además, no sólo permitirá conocer qué personas tienen mayores niveles de riesgo, sino que también "se podrá aplicar a cada paciente una intervención personalizada, aumentando en gran manera las posibilidades de éxito en este tipo de operaciones", enfatiza el investigador. Esta personalización también permitirá que no se realicen intervenciones erróneas a los pacientes, "evitando que las operaciones no tengan éxito o disminuyendo al máximo el riesgo de padecer efectos secundarios", analiza Carrio. El plazo de implantación de estos adelantos en el día a día es, según el investigador, "relativamente poco, en torno a los diez años". Además, la incorporación de esta nueva técnica no supondrá un gran desembolso para los laboratorios, ya que la mayoría de los equipos necesarios ya están disponibles, utilizados para otros menesteres.

Los investigadores ya se han hecho con una patente del descubrimiento, que entra ahora en fase de estudio en la población, para proteger el método y su futurible aplicación práctica.

En la realización de este estudio colaboraron profesionales clínicos del servicio de reumatología del HUCA, así como médicos Servicio de Salud del Principado.