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"Fue el filósofo del siglo, pero pocos vieron su grandeza", dicen sus discípulos

Los académicos ensalzan la figura de Bueno y lamentan que su obra haya quedado como "un clamor en el desierto"

"Fue el filósofo del siglo, pero pocos vieron su grandeza", dicen sus discípulos

El Aristóteles del siglo XXI, el pensador más lúcido en décadas, el gran filósofo de la historia de España... Pero también el maestro olvidado. La obra de Gustavo Bueno no ha recibido el reconocimiento que se merece, según aseguran los académicos asturianos. Todos ellos destacan la "inteligencia inmensa, la cultura avasalladora y el pensamiento profundo" de un hombre que ha convertido a la región en "un referente de la filosofía mundial". Se apaga la luz del maestro, pero su pensamiento seguirá vivo "por los siglos de los siglos", aseguran sus discípulos.

"Es un filósofo irrepetible. Representa para nuestro siglo lo que Platón fue en el siglo IV a. C., Tomás de Aquino en el XIII o Hegel en el XIX. Pero la mala fe de la gente hizo que algunos tuvieran una enorme miopía y no supieran ver su grandeza", asegura "completamente consternado" Tomás García López, secretario de la Fundación Gustavo Bueno e íntimo amigo del pensador. "Mi mujer y yo íbamos todos los días a su casa. Allí pudimos ver el comportamiento ejemplar de don Gustavo con su mujer (Carmen Sánchez Revilla). Cedió parte de su actividad filosófica para cuidarla. Y ahora comprobamos que entre ellos se ha dado el efecto nocebo. Una enfermedad ha influido sobre la otra y ambos tenían un vínculo tan fuerte que les ha mantenido unidos hasta la muerte", contó apenado.

El mismo sentimiento de amargura transmitió el periodista Juan Cueto, uno de los más fervientes seguidores de Bueno: "No sólo fue un filósofo de primer orden, sino que elevó la filosofía española a un nivel que no tenía antes. Para mí ha sido una referencia continua desde que lo conocí en la Universidad. No puedo decir más que lo siento muchísimo". Otro de sus discípulos, el filósofo Pablo Huerga, hace una extensa reflexión sobre el pensador, al que considera un "caso magnífico y el Aristóteles del siglo XXI". "Su obra es un semillero de ideas y de planes de investigación. Se construye a partir de una discusión con la tradición filosófica. En ella canaliza los problemas surgidos a partir de la crisis de la ciencia y crea un nuevo sistema de pensamiento. Bueno ha sido capaz de sintetizar el razonamiento occidental y abrir nuevos caminos. Y lo que más me duele es que los políticos no hayan sabido estudiarlo. Su obra ha sido un clamor en el desierto", comentó.

También el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, José Antonio Gómez, tuvo palabras de admiración para "una de las figuras más importantes que dio la Universidad de Oviedo". "Tuvo una personalidad maestra y marcó una escuela. Es una pérdida enorme y más habiendo fallecido su mujer hace dos días", opinó. Precisamente el jurista, político y escritor José Manuel Otero Novas mandó, en la noche anterior a que el corazón de Gustavo Bueno se apagase, un correo electrónico transmitiéndole sus condolencias por el fallecimiento de su mujer. Qué fatídica coincidencia. "Le dije que tenía que darse ánimos, que era un referente de la cultura y necesitábamos su magisterio y su amistad. Y ahora muere, es muy triste...", lamentó. "Era una persona de las que nacen pocas en un siglo. Entraba en cualquier tema y decía lo que pensaba, le gustase o no a la gente. Era un faro de cultura y de independencia. Sufría el ataque de la derecha, de la izquierda y del centro. Y eso es propio de personas muy inteligentes como él", manifestó.

El filósofo Fernando Savater aseguró que Bueno "fue una figura muy singular en el panorama intelectual español, no sólo por la cantidad y calidad de su obra, sino por sus largos años de magisterio: no ha habido otro como él, para bien y para mal". Gustavo Bueno "no era un pensador complaciente, fácil, siempre fue muy combativo y pugnaz, lo cual tiene su encanto", admitió. En cuanto a su filosofía, "Bueno desarrolló un sistema completo, cerrado, algo inusual en este tiempo, y lo mantuvo y fue perfeccionando con el tiempo, algo que yo observé con más perplejidad que entusiasmo, pero no se le puede negar el esfuerzo de conocimiento que supuso", reconoció Savater. La polémica formaba parte de su talante, añadió. "Creía que un intelectual tiene que romper, destruir los prejuicios, y lo hizo incluso en programas de televisión. Era un polemista temible", sentenció.

El pensador Alberto Hidalgo, uno de los discípulos de Bueno, aseguró que "es seguramente el filósofo más importante de la segunda mitad del siglo XX en España; en la primera mitad está Ortega". Y no dudó en poner su figura a la altura de los grandes pensadores franceses de su generación, como Michel Foucault, Gilles Deleuze y Jacques Derrida. "Si Ortega fue José I de España y V de Alemania, Bueno fue Gustavo I de España y IV de Francia", proclamó. Hidalgo admitió que las polémicas que le envolvieron no jugaron a favor de su filosofía, "pero su figura crecerá con el tiempo". Y es que llevó a cabo "la reconciliación en España de la filosofía y la ciencia, algo que no ocurría desde Feijoo". En lo personal, "Bueno era de una afectividad muy intensa", y un signo de la misma es su forma de irse, poco después que su mujer: "Es la historia clásica de gran compenetración. La familia para él era muy decisiva".

Javier Gil, presidente de la Sociedad Asturiana de Filosofía, de la que Bueno era socio honorífico, comentó que el fallecido "ocupa un lugar en la historia, de categoría nacional e internacional". Bueno, añadió Gil, entendió la filosofía en sus últimos años "como un servicio a la sociedad civil, haciendo propuestas y manteniendo una actividad casi hasta el final".

Para otro de sus discípulos, el filósofo Román García Fernández, "Bueno era el único pensador que quedaba vivo en España al que se le podía aplicar esa palabra; es una pena que no haya podido terminar su trabajo". García, quien confiesa que su trabajo bebe de lo recibido de Bueno, añadió que los aportes del filósofo "al materialismo siguen siendo espectaculares". Su trabajo supuso "una apuesta por la filosofía crítica y radical contra esa corriente de pensamiento débil que aún persiste, aunque se está saliendo de ella". De Bueno destacó "la idea de crítica, de volver a repensar las cosas". Y de sus clases, aseguró que "eran una conferencia magistral continua, una joya", merced a la erudición del maestro.

De Bueno hablaron bien ayer hasta aquellos que tuvieron con él una relación difícil. Es el caso de la filósofa Amelia Valcárcel, quien aseguró que, como docente, "fue extraordinario, vivaz, lograba realmente impresionar a su alumnado y mantener una gran tensión intelectual". En cuanto a su filosofía, nadie puede negarle "una gran inteligencia". Tuvo "realmente una época", pero pertenece a una tradición que "en parte se debía a la autarquía española". Valcárcel concluyó que se entristeció "ante su deriva autoritaria de sus últimos años".

Por su parte, Josefina Martínez, catedrática emérita de Lengua Española de la Universidad de Oviedo y viuda del lingüista Emilio Alarcos, evocó con un "pesar muy grande" la figura de Gustavo Bueno: "Dio mucho a esta región y a la Universidad. Su muerte es un mazazo para todos los que trabajamos por el pensamiento". "Era el último baluarte que nos quedaba de aquella Universidad que compartió con Alarcos. Es un golpe emocional muy fuerte", apuntó "con el susto metido en el cuerpo". "Emilio y él fueron dos gigantes, dos amigos que se entendían con sólo mirarse", dijo.

Para el profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo José Errasti, "ha muerto el pensador más lúcido de España en muchas décadas". "Es de destacar su rigor, la relevancia de los asuntos que trataba y su valentía a la hora de destrozar todos los mitos que le rodeaban. Formó a varias generaciones y todos nos reconocemos por ese rigor", señaló.

El también psicólogo José Muñiz, que tuvo el "privilegio" de tener como profesor de Filosofía a Gustavo Bueno, asegura que es "una persona brillante, tanto en lo profesional como en lo personal. Fue un estimulante, siempre aportaba ideas. Marcó en la Universidad una época gloriosa".

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