Un equipo internacional de investigadores, liderado por expertos de la NASA, ha creado una serie de simulaciones de las condiciones de Venus hace miles de millones de años y ha determinado que el planeta tuvo las condiciones necesarias para albergar vida.

Actualmente, Venus es, a todas luces, un planeta extremadamente hostil, al menos desde la perspectiva de los seres humanos. Es extraordinariamente caliente con volcanes activos y tiene una atmósfera que es principalmente dióxido de carbono. Sin embargo, las simulaciones creadas por el equipo de investigación sugieren que puede no haber sido siempre así.

Este trabajo, que ha sido publicado en Arxiv, comenzó con la idea de que Venus y la Tierra fueron probablemente similares hace miles de millones de años, un momento en que la atmósfera de la Tierra también estaba formada, sobre todo, por dióxido de carbono. A partir de ahí, crearon cuatro escenarios posibles para el futuro de Venus sobre la base de los modelos climáticos desarrollados para el estudio de la historia del clima de la Tierra.

Los modelos difieren en las variaciones de la energía recibida del Sol o por la longitud de días. También consideraron condiciones relacionadas con los océanos poco profundos del planeta vecino. De esta manera, las simulaciones del planeta determinaron la evolución de Venus durante aproximadamente dos millones de años.

De este modo, el equipo encontró que una simulación registraba un planeta con temperaturas lo suficientemente bajas como para permitir la vida. Tenía nubes y, en ocasiones, nevadas. Estas características habrían persistido durante un periodo de 715 millones de años, al tiempo que, además, coincide con la existencia de la Tierra.

El trabajo no ha podido avanzar hacia los motivos por los que Venus ha pasado de ser ese planeta que se ve en las simulaciones a lo que es actualmente. Según los expertos, la velocidad a la que el planeta giraba sobre su eje podría haber tenido algo que ver con ello.

En este sentido, señalaron que la aceleración de la rotación afectó levemente al aumento de las temperaturas, según destacan los patrones climáticos. Hoy en día, Venus tarda en girar sobre sí mismo 243 días terrestres, un periodo más largo que su órbita: 225 días.