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A Santiago también se llega en kayak

El australiano Timothy Wainwright aparca su trabajo en la Marina para realizar en canoa el trayecto Irún-Finisterre, tras haber sido peregrino a pie

Timothy Wainwright, con Fernando Sánchez, en La Isla.

"El año pasado hice el Camino de Santiago y me encantó la experiencia, así que este año pensé en repetirlo, pero de otra forma: alquilé un kayak en Irún y voy a ir hasta Finisterre, unos 1.000 kilómetros". Así define Timothy Wainwright la experiencia en la que se embarcó este verano: hacer una suerte de Camino de Santiago por el mar, en kayak. "Alguien me dijo que nunca nadie antes lo había hecho, al menos no tanta distancia", asegura.

Tras tres años trabajando como psicólogo en la Marina Real Australiana decidió tomarse este año unos meses de receso para repetir, en otro formato, la experiencia que tanto le maravilló. "El año pasado lo hice andando y fue la experiencia más interesante de mi vida. Pero el océano también es bonito, así que pensé en la posibilidad de unir ambos y hacer el Camino de Santiago pero por el mar", explica. "Nunca había oído hablar sobre el Camino, pero un amigo lo hizo y me dijo que era una gran experiencia y le hice caso. Conocí a mucha gente excelente, aunque fue un reto, por supuesto, por eso quise repetirlo", relata. Una aventura que no todo el mundo se atrevería a realizar. "Es muy difícil e incluso peligroso. De eso me estoy dando cuenta ahora. Hay días que son realmente increíbles y días que son muy peligrosos, pero bueno, es como la vida, hay días que son buenos y días que son malos", cavila Wainwright durante su parada en La Isla (Colunga). El reto, además de peligroso, no es ni mucho menos breve: "Andaré entre 37 y 41 días, dependiendo del tiempo. Hay días en los que no puedo salir al mar porque es realmente peligroso y tengo que quedarme en tierra esperando a que se calme", explica. Precisamente eso fue lo que le ocurrió hace unos días, algo que Wainwright define como "lo más peligroso de este viaje, con mucho". Fue en el tramo entre San Vicente de la Barquera y Llanes. "Ese día hubo una gran tormenta por la mañana que duró todo el día. Tuve que llevar como pude el kayak al puerto, luchando para poder llegar y asegurarlo. No pude continuar porque las condiciones no eran seguras. No fue una experiencia precisamente divertida".

De hecho, Wainwright bromea insistiendo en que "de haber sabido lo que significada 'A Costa da Morte' quizá me lo hubiera pensado dos veces. Ahora que ya lo sé tendré que ir con cuidado", relata mientras se le escapa la risa, aunque asegura estar "disfrutando mucho con la experiencia, porque conoces a gente muy agradable". Cuando se le pregunta por lo que más le gusta del Principado, el australiano aprovecha para rememorar "una experiencia muy feliz" que le sucedió el pasado año, en su anterior viaje. "Tuve un problema y llegué muy tarde a Luarca, así que no había habitaciones en ningún lado, estaba todo completo ya. Pensé que iba a tener que dormir al aire libre y entonces el parque de bomberos de Luarca me dio permiso para quedarme allí a dormir, a cobijo. Nos hicimos buenos amigos, es un recuerdo muy feliz, nunca lo olvidaré", rememora.

En cuanto al futuro de Wainwright, parece un camino aún más incierto que el que le queda por delante hasta Finisterre. "Cuando vuelva a Australia ya veré qué hago. Mi mejor amigo siempre fue bombero, trabajó en salvamento, así que igual intento seguir ayudando a los demás de algún modo", aventura. A lo que no cierra la puerta es a volver de peregrinaje a Santiago: "Quizá lo repita el año que viene. No estoy casado, no tengo familia más allá de mis padres y mis hermanos, así que puede ser una gran oportunidad; sería bonito hacerlo otra vez y repetir en kayak, pero en grupo".

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